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España tiene 3 de los mejores pueblos turísticos del mundo

España tiene 3 de los mejores pueblos turísticos del mundo

Han sabido mantener vivos su patrimonio, sus tradiciones y su esencia. Perderse por sus calles, explorar la antigua belleza de sus monumentos y sumergirse en sus fiestas permite disfrutar de ese ambiente único que solo se respira en lugares que permanecen ajenos a las prisas y la despersonalización de las grandes ciudades. La lista de pueblos de España que merece la pena visitar por méritos propios es inmensa. Pero hay tres que acaban de ser reconocidos por la Organización Mundial del Turismo (OMT) con el sello de Mejores Pueblos Turísticos de 2023.

Sobran motivos para que estos pueblos hayan recibido dicha distinción, tal y como veremos en las próximas líneas. Es un reconocimiento al esfuerzo que han realizado por conservar su diversidad cultural, sus valores y también su entorno. Pero son pueblos que se han comprometido también con la innovación, que miran al futuro y que han elegido el turismo sostenible como catalizador de sus esfuerzos por mantenerse vivos y desarrollarse sin perder su esencia.

Pueblos de España que son referentes turísticos

Cinco pueblos españoles ya pertenecían a ese privilegiado club de los Mejores Pueblos Turísticos según la OMT: Alquézar en Huesca, Guadalupe en Cáceres, y Rupit i Pruit en Barcelona, Lecumberri en Navarra y Morella en Castellón. Ahora se suman tres más, elegidos de entre 260 candidaturas de todo el mundo.

Cantavieja, Teruel

Vista aérea de Cantavieja
Vista aérea de Cantavieja. | Shutterstock

Cantavieja domina el abrupto paisaje del Alto Maestrazgo desde lo alto de un cerro, a 1300 metros de altitud y a casi un centenar de kilómetros de la ciudad de Teruel, ya casi en la provincia de Castellón. El pueblo se alza en un enclave que fue estratégico en tiempos en los que estas tierras eran fronterizas. Situado en el Camino del Cid hacia Morella, aquí se asentaron los Templarios. Lo recuerda un conjunto fortificado que se desafía al abismo de la misma forma que lo hace la proa de un barco a las olas del mar.

Sus recios muros fueron testigos de las Guerras Carlistas, que tuvieron como uno de sus grandes escenarios el Maestrazgo. Las batallas abrieron profundas heridas en esa fortaleza, de la que sobrevivieron partes del lienzo de la muralla y algunos torreones. Uno destaca entre todos ellos:  el que encabeza todo el conjunto y es una antigua torre de vigilancia más tarde reconvertida en capilla del Santo Sepulcro.

Plaza Cristo Rey en Cantavieja
Plaza Cristo Rey en Cantavieja. | Shutterstock

Cantavieja es uno de los pueblos más bonitos de Teruel y ahora uno de los mejores pueblos turísticos del mundo por otros muchos atractivos. Aquí cada paso hace retroceder en el tiempo. Y el camino, inevitablemente, lleva a una bella plaza porticada en la que se alza su otra gran joya: la Iglesia de la Asunción. Es uno de los templos más grandes de Teruel, incluso se cuenta que su arquitecto aseguró que no había «ni una igual en Roma». Aún quedará subir a su torre para admirar las vistas, apreciar la sencilla belleza del ayuntamiento, visitar el Museo de las Guerras Carlistas o perderse por un entorno de enorme belleza.

Y, a pesar de todo ello, Cantavieja parecía condenada al olvido, como tantos otros pueblos del corazón de Teruel y de esa comarca del Maestrazgo. Pero lejos de resignarse, ha apostado por el turismo como fuente de prosperidad. Su patrimonio, su historia, sus paisajes y, sobre todo, el empeño de sus habitantes por avanzar sin renunciar a su esencia han hecho posible que sea uno de los pueblos turísticos de España reconocidos por la OMT.

Oñati, Guipúzcoa

Ayuntamiento de Oñati
Ayuntamiento de Oñati. | Shutterstock

Oñati se esconde rodeada de montañas en el corazón del País Vasco. No solo es uno de los pueblos más bonitos de Guipúzcoa, también es el más extenso. Y eso significa que la lista de sus atractivos es inmensa, tanto que ha merecido el apelativo de la ‘Toledo vasca’. Las diferencias con la capital manchega son notables, pero lo cierto es que pasear por ella es hacerlo por una de las villas más monumentales de Euskadi.

Su caso histórico está salpicado de magníficas construcciones que hablan de un pasado esplendoroso. No es difícil toparse en el paseo con destacados palacios, con antiguas casas torre y con destacados templos. Porque recorrer Oñati es recorrer una buena parte de la historia de la arquitectura, desde la elegancia del estilo gótico a la serenidad renacentista, la ornamentación del barroco o las tendencias más vanguardistas.

De su patrimonio histórico destacan edificios como la medieval casa-torre Zumeltzegi, el Palacio Lazárraga o la porticada Plaza de los Fueros, con el ayuntamiento al frente. Y aún quedarían por mencionar la Plaza de Santa Marina y sus palacios barrocos, la imponente Iglesia de San Miguel y, de manera especial, la Universidad Sancti Spiritus. Esta institución, que desarrolló su labor docente en un edificio magnífico, acogió estudiantes hasta hace poco más de un siglo.

Santuario de Arantzazu
Santuario de Arantzazu. | Shutterstock

Y solo hay que alejarse unos kilómetros de ese bello casco histórico para llegar a uno de los grandes centros espirituales del País Vasco: el Santuario de Nuestra Señora de Arantzazu, patrona de Guipúzcoa. La mano de grandes artistas vascos del siglo XX dio forma a un complejo de arquitectura vanguardista que destaca como un faro en medio de un paisaje dominado por bosque, pero también por profundos barrancos.

Precisamente, es en ese entorno donde se oculta una de las cuevas de Euskadi más interesantes. Es la Cueva de Arrikrutz, la más extensa de Guipúzcoa y donde se han encontrado restos de animales prehistóricos, como rinocerontes lanudos, ciervos gigantes o leones de las cavernas, entre otros.

Oñati tiene otros muchos tesoros que también se han valorado para otorgarle el reconocimiento de uno de los mejores pueblos turísticos del mundo. Son tesoros que se saborean: el queso, el txakoli y una delicia que seguramente muchos visitantes no esperan: el chocolate. Esta es una villa con una larga tradición chocolatera que se puede conocer en el Centro de Interpretación del Chocolate. Un punto final de lo más dulce en esta visita a uno de los pueblos más bonitos del País Vasco.

Sigüenza, Guadalajara

Castillo de Sigüenza
Castillo de Sigüenza. | Shutterstock

Sigüenza es uno de los pueblos españoles turísticos quizá más conocidos. Pero la ciudad del Doncel siempre guarda alguna sorpresa para asombrar incluso a aquellos viajeros que no la visitan por primera vez. Esta es una de esas localidades a las que se quiere regresar incluso antes de haberla abandonado. Tal es la cantidad de atractivos que atesora y que ha sabido conservar y promover sin perder nunca su esencia medieval.

Su casco antiguo, que es Conjunto Histórico-Artístico, se desarrolla alrededor de tres pilares. El primero de ellos es su castillo. Los muros de la imponente fortaleza han sido testigos de intrigas, de traiciones, de guerras y de un abandono que casi acabó con ella. Restaurado y reconvertido en parador, el castillo es uno de esos lugares es los que se puede dormir como la realeza, aunque de él se diga que en sus estancias conviven huéspedes y fantasmas.

Catedral de Sigüenza
Catedral de Sigüenza. | Shutterstock

El segundo tesoro de Sigüenza es una de las plazas más bonitas de España. Una plaza porticada de estilo castellano rodeada de magníficos edificios nobiliarios que mira hacia esa tercera maravilla de la localidad: su catedral. No es un templo cualquiera, es una singular amalgama de estilos arquitectónicos que guarda en su interior uno de los monumentos funerarios más exquisitos de España, el del Doncel. ¿Quién fue para merecer semejante sepulcro? Un joven de familia noble y caballero de la Orden de Santiago que murió en la Guerra de Granada.

El patrimonio arquitectónico de Sigüenza es aún mucho mayor. Basta con pasear por sus calles para descubrir la casa del Doncel, las iglesias de Santiago y de San Vicente, la Puerta del Sol y otros muchos rincones cargados de arte y de historia. Y solo hay que alejarse unos kilómetros para descubrir otra maravilla, en este caso natural: el Barranco del Río Dulce, que alberga una sucesión de cuevas, de cascadas y roquedos donde anidan aves como buitres.

Sigüenza ha sabido aprovecharse de su rico patrimonio, su entorno natural y también su gastronomía para fomentar un turismo cultural y responsable. De ahí que no solo se haya convertido en referente, sino que haya sido reconocida como Capital del Turismo Rural hace unos años, y ahora como uno de los mejores pueblos turísticos del mundo.