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El castillo de Guadalajara en el que conviven huéspedes y fantasmas

El Castillo de Sigüenza

Al caer la noche, la luz anaranjada de los faroles inunda las callejuelas medievales que bajan reptando desde las Travesañas. El castillo se sume en la penumbra y los crujidos de la madera sustituyen la alegre charla de los huéspedes. La Catedral de Santa María se alza imponente sobre las calles del pueblo, y una luz espectral traza los contornos de sus rosetones góticos. En su interior, la escultura del Doncel descansa con la mirada perdida entre las páginas de un libro.

Ante esta atmósfera, no debe sorprendernos que el pueblo de Sigüenza, situado al norte de la provincia de Guadalajara, esté cargado de historias rodeadas de un halo de misticismo. Es en este contexto donde surge la leyenda de doña Blanca de Borbón, cuyo fantasma vaga sin rumbo entre los corredores del castillo, sollozando y arrastrando sus cadenas todas las noches tras caer el sol. Son ya varios los trabajadores y huéspedes del Parador que afirman haber oído sus lamentos entre los muros y observado una neblina blanca que se aleja flotando por los pasillos.

La leyenda de doña Blanca

El Castillo de Sigüenza
El Castillo de Sigüenza. | Shutterstock

Los orígenes de esta leyenda son un cóctel de historia, ficción y especulación. La historia, por su parte, nos relata los acontecimientos derivados del matrimonio fallido entre doña Blanca de Borbón, una noble francesa, y Pedro I de Castilla, apodado «Pedro el Cruel». Casada en contra de su voluntad, la joven fue repudiada por su marido tres días después de la boda y encarcelada poco después en el Castillo de Sigüenza, en la torre que hoy todavía se denomina como «Torre de doña Blanca». Las causas de este incidente parecen apuntar a la imposibilidad de la monarquía francesa de cumplir con la dote prometida a Pedro de Castilla, tras lo cual este último decidió recluir a la reina consorte y reencontrarse con María de Padilla, con quien había mantenido una relación amorosa hasta el momento.

Interior del Parador de Sigüenza.
Interior del Parador de Sigüenza. | Inés Miguel

Encerrada y acompañada únicamente por su tesorero, un capellán, una dama de compañía y dos escoltas, Blanca de Borbón pasó sus últimos días sumida en la desolación y siendo trasladada de una fortaleza a otra hasta su muerte prematura en 1361. Sobre esta existen varias versiones que afirman que no fue sino un asesinato ordenado por Pedro el Cruel, y que doña Blanca moriría bien por un mazazo en la cabeza, bien por un disparo de ballesta directo al corazón o bien por un envenenamiento.

A pesar de que la muerte se produjo en Jerez de la Frontera, se dice que el espíritu de la joven regresó al Castillo de Sigüenza, donde había permanecido recluida 4 años, para continuar lamentando su trágico destino.

Apariciones y espíritus errantes en el Castillo de Sigüenza

Fachada principal del Castillo de Sigüenza
Fachada principal del Castillo de Sigüenza. | Shutterstock

Con varias armaduras custodiando los corredores, unas luces titilantes y puertas que se abren sin previo aviso, el Castillo de Sigüenza constituye el lugar idóneo para sacar provecho a las historias escalofriantes que circulan sobre él. Como cabría esperar, la atracción estrella a este respecto es la habitación de la torre de doña Blanca, en la que el fantasma está incluido en el precio de la estancia y donde numerosos huéspedes afirman haber oído pasos, lamentos y muebles moviéndose sobre sus cabezas, a pesar de que no existe ninguna otra habitación en la parte superior.

No obstante, los turistas y huéspedes que se alojen en otras estancias también tendrán la oportunidad de acceder a la celda en la que la dama estuvo recluida, puesto que el parador organiza visitas todos los días. Por si todo ello fuera poco, además, doña Blanca no es el único espíritu errante del castillo: en el comedor del ala oeste vaga el alma de don Bernardo de Agén, obispo aquitano que lideró la reconquista de la ciudad en el año 1124 y cuyo cuerpo reposa ahora en la catedral; y en el Paseo de la Ronda, un camino empedrado que rodea la fortaleza, se dice que se aparece el fantasma de una monja fallecida cada domingo a la una de la madrugada.

Las inmersiones medievales de Sigüenza

Patio de armas del castillo
Patio de armas del castillo. | Shutterstock

Las personas que deseen ampliar su experiencia mediante una inmersión histórica están de suerte: cada año, a principios de julio, la ciudad de Sigüenza se viste con capa y armadura para celebrar sus Jornadas Medievales en honor a doña Blanca de Borbón y don Pedro I de Castilla. Durante tres días, los habitantes de la ciudad recrean la historia de estos dos monarcas mediante distintos eventos, entre los que encontramos la presentación de los reyes en matrimonio, el encierro de doña Blanca en la torre, un intento de rescate a la joven mediante el famoso asalto al castillo, su posterior repudio y partida de la ciudad y, por último, un duelo de espadas entre Pedro el Cruel y su hermanastro Enrique de Trastámara, su rival en la guerra civil de Castilla que se produjo a raíz de estos acontecimientos.

Además de ello, durante estas fechas la ciudad entera despliega sus mejores encantos medievales y la gente desempolva los atuendos idóneos para convertirse en figurantes de este escenario histórico. Más de 4000 turistas son acogidos con los brazos abiertos para disfrutar de todo tipo de eventos. Los amantes de lo sobrenatural disfrutarán especialmente del aquelarre que recorre con antorchas el casco histórico de la ciudad realizando danzas y ritos paganos. Sin duda, las Jornadas Medievales constituyen el aderezo perfecto para la visita a los fantasmas del castillo y, en suma, todo ello supondrá una experiencia inolvidable.