Esa misma tarde comenzó una búsqueda implacable de cualquiera que pudiera haber participado en el motín. Se registraron a todos los viandantes y se accedió a los domicilios.
Todas aquellos sospechosos de haber disparado o haber sido heridos fueron detenidos. También se apresó a los que portaban navajas u otros objetos cortantes.
Muchas de las patrullas eran mixtas, es decir, formadas por soldados franceses y españoles. Esto se debió a que el capitán general de Madrid, Francisco Javier Negrete, consideró la insurrección como un alboroto.
Es curioso el hecho de que Manuela era de origen francés. Su padre, Jean Malesange, era un panadero francés afincando en Madrid.
Ninguno de los apresados tuvo la ocasión de ser juzgado. Pocas horas después de las detenciones, las tropas francesas sacaron a los reclusos y los trasladaron a diversos puntos de la periferia de Madrid para ajusticiarlos.
Un tercer contingente fue trasladado al campo de La Moncloa. En los alrededores del actual Arco de la Victoria, o Arco de la Moncloa, se les fusiló.
Finalmente, y para llegar a un determinado número de ejecutados, se eligió por sorteo a un grupo de cuarenta y dos prisioneros. A estos se sumó un preso seleccionado personalmente por el general Murat.
Los «43 elegidos» fueron trasladados a los altos de San Bernardino, también llamado Montaña del Príncipe Pío por haber pertenecido del príncipe Pío de Saboya.
Una vez allí, fueron fusilados, pero antes tuvieron que cavar su propia fosa.
Sin embargo, sólo fallecieron 40 militares españoles. Esto se debió a que recibieron la orden de no intervenir por parte del capitán general Negrete. Daoíz y Velarde lideraron el único grupo que desobedeció.
Francisco de Goya, que vivía muy cerca de la Puerta del Sol, situó los hechos de su cuadro Los fusilamientos del tres de mayo allí.
En 1860, el Gobierno de ideología liberal ordenó levantar en ese lugar el llamado Cuartel de la Montaña. Era una construcción militar que recordaba los fusilamientos del 3 de mayo.
Finaizada la Guerra Civil, el edificio fue demolido. Para olvidar tan trágico episodio, en su solar se diseñó un parque público.
Texto de Ignacio Suárez-Zuloaga e ilustración de Ximena Maier