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Qué ver en Gran Canaria: naturaleza, tradición e historia en sus lugares más fascinantes

Qué ver en Gran Canaria: naturaleza, historia, tradición y pueblos

De esta isla se dice que es un continente en miniatura. Sus paisajes permiten perderse entre dunas infinitas, adentrarse en profundos barrancos o asomarse al océano desde acantilados que cortan la respiración. Pero hay mucho más que ver en Gran Canaria: en su territorio es posible recorrer bosques primitivos, relajarse en playas paradisiacas o descubrir pueblos llenos de encanto. Una isla, en definitiva, llena de contrastes que no ha perdido su autenticidad.

Qué ver en Gran Canaria: pueblos con encanto

Esta isla está salpicada de pueblos maravillosos. Pasear por ellos es sumergirse de lleno en la esencia canaria, en esa arquitectura tradicional de fachadas blancas, de contraventanas de colores y de balcones de madera. Pueblos en los que el bullicio no tiene cabida, que invitan a dejarse envolver por esa calma que a veces tanto necesita el viajero.

Teror, hogar de la patrona

Teror
Teror. | Shutterstock

Podría decirse que Teror es el corazón de Gran Canaria y no por su situación geográfica. Aquí se alza la basílica de su patrona: la Virgen del Pino. Cuenta la historia que se apareció en 1481, cuando aún no había finalizado la conquista de la isla por parte de los castellanos. Muy pronto se construiría un pequeño templo del que solo se conserva la pila bautismal. El que hoy podemos contemplar se levantó ya bien entrado el siglo XVII.

Pero si Teror es uno de los pueblos que hay que ver en Gran Canaria no es solo por la vocación que despierta la imagen de la patrona o la belleza del santuario mariano. Pasear por el casco histórico es una auténtica delicia. De hecho, su plaza o su calle Real son una sucesión de magníficos ejemplos de esa arquitectura canaria tan especial.

Firgas, la villa del agua

Firgas
Firgas. | Shutterstock

Dos tesoros inesperados para el visitante se esconden en Firgas. Aquí se han transformado las pendientes del terreno en paseos cargados de simbolismo. En el de Gran Canaria es el agua la gran protagonista. Agua de renombre que nace en los manantiales de la zona y que en este paseo cae a lo largo de una sucesión de cascadas y pequeñas pozas de piedra. A solo unos metros, en el paseo de Canarias, enormes mosaicos en el suelo representan lo mejor de cada una de las islas.

Pero merece la pena prolongar el recorrido para descubrir otros pequeños tesoros del municipio, entre ellos la iglesia de San Roque y su mirador o la casa de la cultura. Y si aún quedan ganas de caminar, en sus alrededores hay fantásticas rutas.

Arucas, mucho más que ron

Arucas
Arucas. | Shutterstock

Hablar de Arucas es hablar de ron porque a esta bebida debe gran parte de su fama. Y para encontrar la razón hay que viajar en el tiempo. Fue aquí donde se abrió la primera destilería de ron en Europa, que hoy es también la más grande. La fábrica se puede visitar, como el museo que recuerda el papel que ha tenido la fabricación de ron para el municipio.

Pero Arucas tiene mucho más, tiene un casco histórico de estilo colonial encantador. Y en su corazón se alza la iglesia de San Juan Bautista, imponente por su estilo neogótico y el color oscuro de la piedra autóctona con la que se construyó. Es uno de los templos más impresionantes de Canarias, pero no el más antiguo. A muchos sorprende que apenas tenga un siglo de vida.

Fataga, un pueblo rodeado por mil palmeras

Fataga
Fataga. | Shutterstock

Este es uno de esos pueblos apacibles donde la vida parece detenerse. Sus casas, de un blanco inmaculado, destacan en el paisaje como un auténtico lucero. Un paisaje de barrancos, pero también de vegetación tropical porque Fataga se alza en medio de un pequeño oasis: el valle de las Mil Palmeras. Este pequeño pueblo es un lugar ideal para quienes ansían tranquilidad, pero también un tesoro para los amantes del senderismo. Y no solo calma y belleza, Fataga también tiene su pequeño papel en la historia de la isla, ya que fue uno de los últimos reductos de resistencia ante la conquista castellana.

Pueblos de aires marineros: Mogán y Puerto de las Nieves

Puerto de Mogán
Puerto de Mogán. | Shutterstock

El puerto de Mogán es uno de los más fotogénicos de Gran Canaria, gracias a sus casas blancas con contraventanas de colores y a las buganvillas que adornan las calles. Una pequeña red de canales cruzados por puentes y una coqueta playa de arena dorada completan una de las postales más idílicas de la isla. Pero nada tiene que envidiarle el pintoresco Puerto de las Nieves, con sus piscinas naturales, su playa de arena negra y unos inmensos acantilados que mueren en el mar. Por cierto, los mejores atardeceres de Gran Canaria se disfrutan desde aquí.

El valor de la capital: rincones imprescindibles de Las Palmas de Gran Canaria

Catedral de Santa Ana
Catedral de Santa Ana. | Shutterstock

La ciudad se fundó en 1478, en el momento en el que el capitán Juan Rejón iniciaba la conquista castellana de estas tierras. En pocos años Las Palmas de Gran Canaria adquirió una enorme relevancia gracias al comercio y se convertiría en capital de las islas. Un florecimiento que llamaría la atención de piratas y corsarios, entre ellos Francis Drake o Pieter van der Does, que no dudaron en atacarla y saquearla.

El núcleo fundacional es el barrio de Vegueta. Aquí aún se puede pasear por calles que recuerdan esos tiempos pasados de esplendor y descubrir joyas como la catedral de Santa Ana. Comenzó a levantarse en 1497 y su mezcla de estilos ya advierte que su construcción no fue rápida. De hecho, las obras no se dieron por finalizadas hasta el siglo XX. Otro edificio magnífico que no pasa desapercibido es la Casa de Colón. Esta casona del siglo XVI representa lo mejor de la arquitectura tradicional canaria. Hoy es museo dedicado a la historia de la ciudad y a los viajes del ilustre navegante del que tomó el nombre y que, por cierto, nunca la habitó.

Aún hay mucho que visitar: el Obispado, las Casas Consistoriales, la Casa Regental, la ermita de San Antonio Abad o el Gabinete Literario, entre otros rincones. Vegueta representa 500 años de historia escrita en muros de piedra, razón más que suficiente para convertirlo en uno de los primeros lugares que hay que ver en Gran Canaria.

Playa de Las Canteras
Playa de Las Canteras. | Shutterstock

Y cuando la visita haya mermado las fuerzas, Las Palmas de Gran Canaria tienen el mejor lugar para descansar y relajarse: la playa de las Canteras. Es una playa urbana de dos kilómetros y aguas tranquilas, gracias a una barrera natural de rocas que la protegen de mareas y oleaje. Una playa para olvidarse de todo, darse un chapuzón y descubrir la belleza de su fondo marino practicando esnórquel.

Llegado este momento, merece la pena recordar esas otras playas maravillosas que también hay que ver en Gran Canaria y, por supuesto, disfrutar: Maspalomas, Amadores, Anfi del Mar, Tufia o Guguy, todas ellas auténticos paraísos playeros.

Espacios naturales que hay que ver en Gran Canaria

La naturaleza ha sido especialmente generosa en Gran Canaria. Y para admirarla en todo su esplendor, la isla está sembrada de miradores de nombres a veces curiosos: Degollada de la Yeguas, Pico de los Pozos de la Nieve, Bandama, La Sorrueda o el Guriete, entre otros. Pero la mejor forma de disfrutar de los paisajes de la isla es sumergirse en ellos.

Las dunas infinitas de Maspalomas

Dunas de Maspalomas
Dunas de Maspalomas. | Shutterstock

Al sur de la isla y a los pies del océano se conservan 400 hectáreas de dunas de arena dorada. Es un paisaje que envuelve, que seduce y atrapa a quien lo contempla. Un paisaje protegido de enorme valor no solo paisajístico, también natural. Merece la pena olvidarse del tiempo y pasear tranquilamente por él hasta llegar al faro, que guía a los navegantes desde 1890.

El Roque Nublo, emblema de Gran Canaria

Roque Nublo
Roque Nublo. | Shutterstock

Lugar de culto de los antiguos aborígenes, esta imponente roca volcánica de 80 metros de altura se alza a más de 1800 metros sobre el nivel del mar. No es el punto más elevado de la isla, aunque sí uno de los de mayor valor simbólico. Para llegar al Roque Nublo hay que hacer una pequeña caminata, pero la recompensa es una imagen inolvidable. Y los pies del roque, encaramándose de manera casi imposible a una ladera volcánica y rodeado de almendros, otro de esos pueblos encantadores: Tejeda.

Un paseo entre barrancos: Guayadeque y las Vacas

Barranco de Guayadeque
Barranco de Guayadeque. | Shutterstock

El barranco de Guayadeque está considerado como monumento natural. Sus 11 kilómetros son una sucesión de paisajes magníficos que esconden una parte importante de la biodiversidad de la isla, pero también de su historia. La razón es que caminando por sus senderos se sigue la pista de los primitivos pobladores a través de cuevas, espacios funerarios y estaciones rupestres. Mientras tanto, el barranco de las Vacas es uno de los rincones más pintorescos de toda la isla. Se trata de un cañón donde la fuerza del agua ha ido moldeando la roca de una forma sinuosa y absolutamente caprichosa.

Otros espacios singulares: la caldera de Bandama y los Tilos de Moya

Cráter de Bandama
Cráter de Bandama. | Shutterstock

La lista de rincones de interés paisajístico y natural de Gran Canaria puede ser interminable. Merece la pena mencionar dos más. Por un lado, la caldera de Bandama, fruto del hundimiento de un volcán e impresionante por su perímetro de tres kilómetros y sus más de 200 metros de profundidad. Una curiosidad: su nombre deriva de Van Damme, apellido de un comerciante flamenco que lo compró para plantar viñedos en su interior.

Muy diferente es la Reserva Natural de Los Tilos de Moya. Es un espacio perfecto para la práctica del senderismo. Pero su peculiaridad radica en que es uno de los últimos reductos de laurisilva que se conservan en la isla.

Una mirada a la historia de la isla: Risco Caído y Cueva Pintada

Cenobio de Valerón
Cenobio de Valerón. | Shutterstock

No se tiene constancia exacta de la llegada de los primeros pobladores a Gran Canaria, pero de ellos se conserva una buena cantidad de restos arqueológicos repartidos por todo el territorio. Cualquier amante de la historia debe hacer parada en el Risco Caído y las Montañas Sagradas, considerados paisaje cultural de la humanidad por la Unesco.

Cuevas excavadas en la roca permiten imaginar cómo vivían esos hombres primitivos que, llegados del norte de África, tuvieron que adaptarse al peculiar territorio de esta isla. La más singular está en Risco Caído, se trata de una cueva ceremonial con una apertura por la que el paso de la luz marca de una manera misteriosa los solsticios y los equinoccios. Otro de los sitios arqueológicos que es inevitable mencionar está en la localidad de Gáldar.

Allí se encuentra la Cueva Pintada, con una de las más increíbles muestras de arte rupestre de las Canarias, además de restos de un antiguo poblado a su alrededor. Y, para acabar este paseo por la historia primitiva de Gran Canaria, hay que hacer una parada en el cenobio de Valerón. Es un impresionante conjunto de 350 oquedades excavadas en una pared de roca. Su función estaba muy lejos de ser ceremonial: eran pequeñas despensas para proteger las cosechas.