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Los pueblos más bonitos de Castilla-La Mancha

Los pueblos más bonitos de Castilla-La Mancha

Aunque se hace inevitable pensar en los solemnes molinos de viento que Cervantes inmortalizó, lo cierto es que Castilla-La Mancha tiene una variedad en sus pueblos que no se puede pasar por alto. Para demostrarlo, nada mejor que asomarnos a algunos de los pueblos más bonitos de Castilla-La Mancha.

Castilla-La Mancha fascinante: sus pueblos más bonitos

Alcalá del Júcar

Alcalá del Júcar
Alcalá del Júcar. | Shutterstock

Sin duda, uno de los pueblos más pintorescos de Albacete, Alcalá del Júcar destaca por su emplazamiento en la hoz del río Júcar, en un paraje escarpado que ha condicionado la fisonomía de la localidad.

Así, lo más llamativo es la arquitectura popular, con casas que se adentran en el corazón de roca de la montaña y forman calles estrechas que serpentean en su ascenso hasta el gallardo castillo. El elegante puente remata la estampa de postal de este pueblo declarado Conjunto Histórico-Artístico.

Priego

Vista de Priego y sus característicos conos rojizos
Vista de Priego y sus característicos conos rojizos. | Shutterstock

Priego, en la provincia de Cuenca, conserva un carácter distinguido, un pasado ilustre que atestiguan las abundantes casas señoriales con sus blasones. El propio ayuntamiento fue en su día el espléndido palacio renacentista de los Condes de Priego.

Pero no todo es señorío en este pueblo: Priego mantiene muy vivas varias labores artesanales, y es un lugar inmejorable para ver en acción a los artistas del mimbre y la alfarería, entre otros oficios ancestrales. Los haces de mimbre utilizados para la cestería, por ejemplo, forman una de las imágenes más características de la localidad, conformando llamativos conos de color rojizo.

Pastrana

Pastrana
Pastrana. | Shutterstock

La Villa Ducal de Pastrana, en Guadalajara, estuvo ligada en su origen a la Orden de Calatrava y la repoblación cristiana de la Alcarria. Su esplendor comienza con quienes serían los duques de Pastrana, el secretario de Felipe II y su esposa, la célebre princesa de Éboli.

Además del palacio de estos insignes personajes, hay varios más que denotan esa pujanza pasada. Junto a sus conventos, casas nobles y otros restos forman un muy notable patrimonio en el que no faltan una antigua sinagoga y partes de la muralla medieval.

Villanueva de los Infantes

Villanueva de los Infantes
Villanueva de los Infantes. | Shutterstock

Esta localidad en el sureste de Ciudad Real no solo tiene ecos literarios, por aparecer en Don Quijote de la Mancha y haber sido el destino final de Francisco de Quevedo, sino que es también la capital del Renacimiento y el Barroco manchegos.

La Plaza Mayor por sí sola es un conjunto monumental deslumbrante que nos traslada de lleno al Siglo de Oro, pero el resto de las calles suman hasta 250 escudos nobiliarios, lo que da una idea del abolengo infanteño. Hoy en día, con 5000 habitantes, Villanueva de los Infantes es la capital del Campo de Montiel.

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Escalona

Castillo de Escalona
Castillo de Escalona. | Shutterstock

Este pueblo del norte de Toledo ofrece una estampa inolvidable, encaramado a una colina a 30 metros en vertical sobre el río Alberche. Su emplazamiento estratégico se percibe en el aire militar del conjunto fortificado, con un castillo-palacio en lo alto que es la joya del municipio.

El Castillo de Escalona, del siglo XV y de estilo mudéjar, es de los más bonitos de la región, pero también son notables el convento de las concepcionistas o la muralla. Tampoco en Escalona faltan resonancias literarias, y es que por sus calles deambuló Lazarillo de Tormes.

Ayna

Ayna
Ayna. | Shutterstock

Ayna es una pequeña joya medio oculta en lo profundo de un valle fluvial, el del río Mundo. Su ubicación en plena garganta le da una fisonomía singular dentro de la provincia de Albacete, y hay quien llama a este enclave la ‘Suiza manchega’.

Desde luego, el encanto natural rivaliza con el del propio pueblo, y ambos se funden en los miradores que salpican su término. El viejo castillo árabe en ruinas permite intuir la larga historia de Ayna, cuyo atractivo más popular, sin embargo, es la Cueva del Niño, un auténtico tesoro del arte rupestre.

Campo de Criptana

Campo de Criptana
Campo de Criptana. | Shutterstock

No podía faltar una de las imágenes más icónicas de La Mancha, la de los poderosos molinos blancos que combatiera el hidalgo Don Quijote. Campo de Criptana, en Ciudad Real, es uno de los mejores sitios donde admirarlos, pero guarda varias sorpresas más.

Desde la Casa del Pósito, del siglo XVI, hasta la interesante casa-cueva de La Despensa, pasando por el pintoresco barrio del Albaicín Criptano, todo nos habla de la vida en este pueblo a lo largo de los siglos. No faltan tampoco notables edificios religiosos, como la elegante Parroquia de la Asunción de Nuestra Señora o el barroco Convento del Carmen.

Valverde de los Arroyos

Valverde de los Arroyos
Valverde de los Arroyos. | Shutterstock

Los llamados pueblos negros de la Sierra de Ayllón son de los más vistosos de Guadalajara. Valverde de los Arroyos es el más pintoresco de ellos, una pequeña localidad muy bien preservada y de lo más coqueta. La pizarra cubre todas las construcciones del pueblo, y se hace protagonista tanto en la bonita plaza mayor como en las casas típicas. También, por supuesto, en la sobria Iglesia de San Ildefonso y en la ermita.

Los alrededores de este pueblo encantador no desmerecen en absoluto, y a poca distancia se disfruta de deliciosos paisajes de montaña, con el Pico Ocejón y las Chorreras de Despeñalagua como puntos estelares de la zona.

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