La historia a veces tiene giros curiosos. Y son esos giros los que dan lugar a paradojas como que un pueblo que pertenece a Navarra se apellide Aragón. Podría parecer un sinsentido, pero no lo es si tenemos en cuenta que la localidad en cuestión está rodeada en sus cuatro costados por territorio de Zaragoza. Es una especie de isla en tierra firme que, sin embargo, no ha alcanzado fama por ello, sino por uno de sus vecinos, ni más ni menos que un Premio Nobel.
Historia de una deuda
El dinero suele ser origen de conflictos y que Petilla de Aragón pertenezca a Navarra se debe a una cuestión económica; en concreto, a una deuda. Para buscar su origen hay que remontarse a principios del siglo XIII, a una época de batallas que esquilmaban los recursos y vaciaban las arcas de los monarcas más guerreros. Fue lo que le ocurrió a Pedro II de Aragón.
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Andaba el monarca aragonés enfrascado en luchas y conquistas cuando se quedó sin fondos para financiar sus incursiones militares. La vecindad con el Reino de Navarra era por aquel entonces buena, así que pidió un préstamo de veinte mil maravedíes a Sancho VII. Este aceptó, pero con una condición: debía devolverse en un plazo de tiempo no superior a veinte años. Y, como en todo préstamo, se estableció un aval en forma de propiedades. Entre ellas se encontraba el castillo de Petilla de Aragón, que en aquel momento se alzaba en zona fronteriza y tenía valor estratégico.
En 1213, Pedro II de Aragón cayó en la batalla de Muret sin haber saldado su deuda. Tampoco lo hizo su sucesor, Jaime I. Así que, cuando expiró el plazo de veinte años previsto para la devolución del préstamo, Navarra ejecutó la garantía que se había pactado y se apropió de aquel castillo y de algunas de las tierras que estaban bajo su dominio. El Reino de Aragón intentó recuperar ese fuerte, pero ni acciones militares ni intentos de permuta llegaron a buen puerto.
Esa es la razón de que Petilla de Aragón sea desde hace ocho siglos territorio de Navarra, aunque su nombre siga recordando sus orígenes. Y por ese mismo motivo, localizar este diminuto pueblo en el mapa es muy sencillo. Solo hay que fijar la vista en el norte de la provincia de Zaragoza. Ahí aparecen marcadas dos islas. Una es Petilla de Aragón, y la otra es el cercano Barranco de Baztanes, que también sirvió de aval.
Petilla de Aragón, cuna de un insigne científico
Fue en Petilla de Aragón donde el 1 de mayo de 1852 nació Santiago Ramón y Cajal, hijo del médico rural que en aquel momento ejercía en la localidad. Solo vivió allí un par de años, pero su recuerdo se conserva en la casa que le vio nacer y en las calles donde dio sus primeros pasos. Aquel que fue su hogar es hoy un pequeño museo que rinde homenaje al que se considera como padre de la neurociencia moderna.
El recorrido expositivo propone un viaje por la vida y los logros del insigne científico, galardonado con el Premio Nobel de Medicina en 1906. En una parte de la vivienda se recrea cómo eran las estancias de una casa de mediados del XIX. En otra se muestran reproducciones de algunos de sus trabajos, así como de sus títulos y reconocimientos. Es una forma modesta, pero de enorme valor, de acercarse a la figura de Ramón y Cajal.
Otros lugares de interés de Petilla de Aragón
La casa-museo de Ramón y Cajal es el gran reclamo de Petilla de Aragón. Pero esta pequeña localidad de apenas tres calles tiene otro tesoro: la Iglesia de San Millán. Se trata de un pequeño templo de origen románico, aunque sucesivas modificaciones le dieran un aire gótico que es el que ha mantenido hasta nuestros días.
En cuanto a aquel viejo castillo que sirvió de aval, nada queda de él. Fernando el Católico ordenó su derribo tras la conquista de Navarra en 1512. No hay una sola piedra que fuera testigo de los avatares de su historia, pero aquel que quiera hacerse una idea de cómo era solo tiene que visitar el cercano el Castillo de Sibirana, que conserva dos magníficas torres levantadas sobre un peñasco.
Qué ver cerca de Petilla de Aragón
Petilla de Aragón está rodeado de bosques, ya en tierras del Prepirineo. Sus paisajes son, por ello, un reclamo fantástico para los amantes del senderismo. Y a tan solo unos kilómetros es posible disfrutar de espacios naturales tan asombrosos como la Foz de Lumbier, un cañón con paredes de hasta cuatrocientos metros de altura excavado por el río Irati. Para sumergirse en su portentosa belleza solo hay que seguir la vía verde que ocupa el trazado de una antigua línea de ferrocarril y que discurre entre túneles y desfiladeros.
Tampoco están lejos de Petilla de Aragón dos joyas históricas y monumentales de Navarra: por un lado, el imponente Castillo de Javier y, por otro, el monasterio benedictino de Leyre. Y en territorio de Zaragoza, dos pueblos de aires medievales que merece la pena visitar, Sos del Rey Católico y Uncastillo. Petilla de Aragón es, por ello, una buena base de operaciones para descubrir algunos de los rincones más bellos de Navarra y también de Aragón.
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