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La ‘pequeña Alhambra valenciana’ y sus bellas salas árabes

La 'pequeña Alhambra valenciana'

Con su singular belleza, su historia y esa magia que la envuelve, la Alhambra de Granada es simplemente única. Sin embargo, existen lugares a veces insospechados que hacen inevitables las comparaciones. En Anna, una pequeña localidad del sur de Valencia, se descubre uno de esos rincones. Es un palacio de recios muros exteriores, pero solo hay que atravesarlos para sumergirse en un viaje en el tiempo y el espacio que nos traslada al embrujo del antiguo reino nazarí.

El origen de la ‘pequeña Alhambra valenciana’

La huella árabe en territorio valenciano es abundante. Y también se puede apreciar en Anna. De hecho, se tiene constancia de que los almohades ya se habían establecido aquí en el siglo XII. Conquistadas estas tierras, Jaime I donó a la Orden de Santiago el castillo, antiguo alcázar musulmán, además de las tierras circundantes.

La 'pequeña Alhambra valenciana'
La ‘pequeña Alhambra valenciana’. | Shutterstock

Estas posesiones cambiaron de manos a lo largo de los siglos posteriores, hasta que en 1604 se creó el condado de la villa de Anna. Fueron los primeros condes, Fernando Pujades de Borja y Francisca Alapont Relleu, quienes remodelaron el viejo castillo para convertirlo en un fabuloso palacio residencial.

A finales del XIX los condes de Cervellón vendieron en palacio a la familia Trenor y un siglo después pasó a manos del ayuntamiento de Anna. Fue entonces cuando se acometió una profunda rehabilitación para transformarlo en espacio museístico y darle el aspecto que ofrece en la actualidad el Palacio de los Condes de Cervellón.

La visita al Palacio de los Condes de Cervellón

Detalles de la ‘pequeña Alhambra valenciana’
Detalles de la ‘pequeña Alhambra valenciana’. | Shutterstock

La que fuera residencia de los Condes de Cervellón rinde ahora homenaje a la historia y la esencia de Anna. Reconvertido en Centro de Difusión Patrimonial, sus muros albergan el Museo Etnográfico y el del Agua, además de esas estancias de aires árabes y otras que recuerdan el pasado esplendoroso del palacio.

El patio y las salas árabes del palacio

Del viejo alcázar musulmán apenas se conservan unos basamentos en la parte posterior del palacio. Pero en el interior del edificio actual se han recreado con maestría rincones que de forma inevitable recuerdan a algunas de las imágenes más icónicas de la Alhambra. Es el homenaje a ese pasado árabe de Anna.

El patio se abre en el centro del palacio. Es un patio rectangular en el que los protagonistas son las fuentes y un pequeño estanque salpicado de surtidores. Pequeños arbustos, plantas aromáticas y una decoración geométrica crean un pequeño oasis que es un deleite para los cinco sentidos.

Patio del Palacio de los Condes de Cervellón
Patio del Palacio de los Condes de Cervellón. | Shutterstock

Pero hay que entrar a la gran Sala Árabe para sumergirse de lleno en un ambiente de Las mil y una noches. Su exquisita y colorida decoración es un bello ejemplo de lo mejor del arte nazarí. Arcos de herradura enmarcan el patio por un lado y, por el otro, unos grandes ventanales que ofrecen una vista magnífica del paisaje de Anna. Junto a esa sala hay otra más pequeña, pero igualmente hermosa.

En el recorrido no hay descanso para la vista: magníficos mosaicos cerámicos revisten paredes y columnas, mármol de colores dispuesto en formas geométricas recubre los suelos y un elaborado artesonado pintado a mano cubre los techos. Lámparas de inspiración árabe, pequeñas fuentes y vidrieras de colores completan una decoración en la que cada detalle deja ver el exquisito trabajo de manos artesanas.

Otras estancias del palacio

Sala árabe del interior del palacio
Sala árabe del interior del palacio. | Wikimedia

Son las salas árabes las que inevitablemente llaman más la atención. Pero la visita al palacio permite pasear por toda la historia de Anna. Una vez que se ha dejado atrás esa zona de aires árabes, la visita continúa por otras estancias también cuidadosamente decoradas. Son salas que muestran cómo era el palacio en época renacentista y barroca y cómo era la vida de sus ilustres propietarios.

Aún queda la visita al Museo del Agua, que se encuentra en el viejo aljibe y que muestra la enorme importancia que el líquido elemento ha tenido y sigue teniendo en Anna. El sótano es, precisamente, la parte más antigua que se conserva del viejo edificio. A él se accede por las caballerizas, en cuya parte superior se encuentra el Museo Etnográfico.

Qué más visitar en Anna

El Gorgo de la Escalera
El Gorgo de la Escalera. | Shutterstock

Ese agua que es protagonista en el patio árabe del palacio de los Condes de Cervellón y que ocupa un lugar de honor en el espacio museístico lo es realmente en todo el territorio de Anna. Sin salir del casco urbano, el agua mana de fuentes como la de Santa María o como el Surtidor, que es realmente una pequeña glorieta acuática revestida de azulejos.

De esa glorieta parte el Camino de las Fuentes. Es un idílico paseo en el que el sonido del agua acompaña en todo momento hasta llegar al Gorgo Catalán, un pequeño lago alimentado por manantiales. Y aún queda mucho más por descubrir. Por ejemplo, el Gorgo de la Escalera, llamado así por sus cascadas y que es una de las zonas de baño del interior de Valencia más encantadoras. También hay otras caídas de agua que se pueden visitar mediante una pequeña ruta que une este rincón con la cascada del Gorgo Gaspar y el salto de Anna.

Y no hay que olvidar uno de los mayores atractivos de Anna: su albufera. Es un lugar que los almohades convirtieron en embalse y que hoy es un remanso de paz rodeado de pinos y plataneros. Si el tiempo acompaña, es perfecto para descansar de la visita a los tesoros de Anna, dar un paseo en barca o reponer fuerzas con un pícnic.