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Maravillas de Ávila que hay que ver al menos una vez en la vida

Maravillas de Ávila que hay que ver al menos una vez en la vida

Ávila es conocida por sus murallas, por la figura de Santa Teresa y por delicias gastronómicas como el cochinillo o las judías de El Barco. Pero esta provincia castellanoleonesa, sobria y mística a la vez, esconde infinidad de tesoros. Descubrirla es pasear por la historia a través de grandes y pequeños monumentos, deleitarse en lugares en los que la naturaleza se convierte en artista y saborear instantes únicos. Descubrimos algunas de las maravillas de Ávila, solo algunas.

Maravillas de Ávila con mucha historia

La muralla de Ávila, Patrimonio de la Humanidad

Muralla de Ávila
Muralla de Ávila. | Shutterstock

La muralla de Ávila abraza una de las ciudades con más encanto de España. Son dos kilómetros y medio de recias paredes e imponentes torreones con 900 años de vida. Su adarve es un mirador privilegiado para disfrutar de una imagen casi a vista de pájaro de otras joyas como la catedral, la Iglesia de San Vicente o el Real Monasterio de Santo Tomás.

Desde lo más alto o desde su base misma, es inevitable maravillarse con el poderío que emana cada centímetro de la muralla medieval mejor conservada de Europa. Sin embargo, hay que alejarse para admirar el conjunto monumental de una ciudad que es Patrimonio de la Humanidad. Ese mirador privilegiado es el Humilladero de los Cuatro Postes.

La belleza del arte mudéjar en tierras de La Moraña

Iglesia de Santa María en Arévalo
Iglesia de Santa María en Arévalo. | Shutterstock

No tan conocido como el aragonés, pero igualmente hermoso, es el arte mudéjar castellano. En Ávila tiene nombre propio: Arévalo. Basta un pequeño paseo por su casco histórico para toparse con maravillas como las iglesias de Santa María la Mayor o la de San Martín. Son solo una pequeña muestra de las joyas arquitectónicas que esconde la que fue una de las ciudades preferidas de Isabel la Católica.

A solo unos kilómetros se halla la localidad que vio nacer a la reina. Madrigal de las Altas Torres está protegida por una muralla de apariencia bien distinta a la de Ávila capital, aunque en sus tiempos de gloria casi podía hacerle sombra. Tuvo más de dos kilómetros de perímetro y 80 torres. No se conserva completa, pero es una de las escasas murallas mudéjares que han resistido el paso del tiempo.

Tras las huellas de los vetones: Guisando y Ulaca

Toros de Guisando
Toros de Guisando. | Shutterstock

Los Toros de Guisando son una de las maravillas de Ávila más enigmáticas. Cuatro enormes esculturas de animales se alinean a la perfección, mirando hacia el ocaso. Es un recuerdo de los primitivos habitantes de estas tierras, los vetones. Qué significado tenían y por qué se colocaron en ese lugar es parte del misterio que envuelve todo lo relacionado con este pueblo prerromano.

Algunas de las respuestas pueden buscarse cerca de Solosancho, donde se localiza el mayor castro vetón descubierto hasta ahora. Ulaca es una especie de ‘Pompeya vetona’, un yacimiento cuyas dimensiones dan una idea del esplendor que debió alcanzar. Sobre el terreno pedregoso en el que se levantó aún son visibles los restos de la muralla, de algunas casas y de una sauna ritual.

Un palacio afrancesado en Piedrahíta

Palacio de los Duques de Alba
Palacio de los Duques de Alba. | Shutterstock

La estrecha relación de Piedrahíta con la Casa de Alba se hunde en el tiempo. Testigo de ella es este pequeño palacio de estilo neoclásico francés, adornado con un jardín versallesco. Un edificio hermoso que destaca en un pueblo de construcciones típicamente castellanas como la Iglesia de la Asunción o la porticada Plaza Mayor.

El Palacio de los Duques de Alba, que fue residencia de verano, guarda el recuerdo de Francisco de Goya. Se dice que los paisajes serranos que son su telón de fondo le inspiraron en cuadros como La vendimia o La nevada. Hay quien sugiere incluso que sus estancias guardan el secreto de los amoríos de Goya con la duquesa de Alba y que fue aquí donde se gestó una de sus obras maestras, La maja desnuda.

El castillo con el nombre más peculiar: Aunqueospese

Castillo de Aunqueospese
Castillo de Aunqueospese. | Shutterstock

Mombeltrán, El Barco de Ávila o La Adrada conservan magníficos castillos, pero si hay uno singular es el de Aunqueospese. Es su nombre lo que llama la atención, aunque no es el motivo de incluirlo en este listado de maravillas de Ávila, sino que constituye uno de los ejemplos más notables de castillo roquero de toda España. Su estructura parece agarrarse y hasta mimetizarse con la roca que le sirve de cimiento.

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No es lo único destacable de esta fortaleza que se localiza cerca del pueblo de Mironcillo. La suya es una ubicación privilegiada a más de 1300 metros. Desde él se domina el Valle de Amblés y se divisa la ciudad de Ávila. Esta última característica, entremezclada con una leyenda de amores prohibidos, son el origen de su particular nombre.

Una pequeña corte en Arenas de San Pedro: el Palacio de la Mosquera

Palacio de la Mosquera
Palacio de la Mosquera. | Asqueladd, Wikimedia

La postal más icónica de Arenas de San Pedro es la del gótico castillo de Don Álvaro de Luna, pero no muy lejos de él se alza otra edificación magnífica, aunque de líneas más estilizadas. El Palacio de la Mosquera es una maravilla neoclásica que el infante Luis Antonio de Borbón mandó diseñar a Ventura Rodríguez.

El hermano de Carlos III había sido expulsado de la corte tras contraer matrimonio con una mujer que carecía de título nobiliario. Ordenó construir su palacio y lo convirtió en su pequeño reino. Don Luis falleció y las obras quedaron inacabadas. Después el palacio sufrió años de desidia y abandono, fue cárcel, hotel, seminario y colegio. No ha recuperado su antiguo esplendor, pero su monumentalidad lo convierte en lugar digno de visita.

Maravillas naturales de Ávila

La Laguna Grande, el espejo de Gredos

Laguna Grande de Gredos
Laguna Grande de Gredos. | Shutterstock

La provincia de Ávila no podría entenderse sin ese coloso que ocupa buena parte de su territorio y que es el Parque Regional de la Sierra de Gredos. Allí donde está su corazón, un circo glaciar esconde una laguna cuyas aguas reflejan las cumbres que la rodean. Destaca entre ellas el pico Almanzor, que con sus 2592 metros es el techo del Sistema Central.

La ruta para llegar a esta maravilla son 14 kilómetros de ida y vuelta en los que la vista no tiene descanso. En el camino se descubren algunos de los paisajes más agrestes de la sierra y rincones donde el líquido elemento también toma protagonismo en forma de fuentes y pozas de aguas tan cristalinas como heladas. Incluso es posible avistar algún ejemplar de cabra montés saltando entre los riscos.

Los colores imposibles del castañar de El Tiemblo

Castañar de El Tiemblo
Castañar de El Tiemblo. | Shutterstock

El otoño viste de dorados y ocres uno de los bosques más encantadores de Ávila. La imagen del castañar de El Tiemblo cuando llegan los primeros fríos es la de un lugar mágico donde las hojas de los árboles y la luz que penetra entre ellas crean efectos visuales fantásticos. No hay que mirar solo hacia el cielo, también a ese suelo que se cubre de los pequeños erizos que son las envolturas de las castañas.

En ese bosque vive un árbol muy especial: el Abuelo. Se trata de un inmenso y centenario castaño de aspecto algo fantasmagórico, aunque su tronco abierto ha sido cobijo de pastores y caminantes. Él es el dueño y señor de un rincón que merece la pena descubrir en todas las épocas del año para disfrutar de la inagotable variedad cromática que ofrece.

Un viaje a las entrañas de la Tierra: las Cuevas del Águila

Cuevas del Águila
Cuevas del Águila. | Shutterstock

Estalactitas, estalagmitas y cortinas colgantes de todos los tamaños y formas imaginables se suceden en las Cuevas del Águila. Con un poco de imaginación, incluso es posible adivinar en algunas de ellas las siluetas de algún animal, de flores o incluso de la Virgen del Pilar.

Este tesoro subterráneo es un escenario casi irreal que se descubrió por casualidad no hace mucho, en 1963, en Ramacastañas. No son las cuevas más grandes de España, pero las cumbres de la Sierra de Gredos a sus espaldas ponen un singular contrapunto que magnifica su belleza.

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