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El castillo abandonado que se alza entre bosques cerca de Madrid

El castillo abandonado entre bosques cerca de Madrid

Su silueta destaca en medio de un interminable paisaje de monte, bosque y agua. Es una mole pétrea de esbelta figura que protegió sus dominios durante siglos, que resistió asaltos y batallas, pero que nada pudo hacer contra el paso del tiempo y el abandono. En sus muros aún resuenan los ecos de sucesos épicos, recuerdos de un pasado glorioso amenazado por el olvido. En una tierra de castillos, al sur de Guadalajara, es una fortaleza que podría pasar desapercibida, pero que tiene algo que la hace especial: unas vistas privilegiadas.

Un castillo que domina un paisaje espectacular

Castillo de Anguix
Castillo de Anguix. | AdriPozuelo, Wikimedia

El Castillo de Anguix destaca como un faro en el paisaje de la Sierra de Altomira, junto al Embalse de Bolarque. A sus pies, cien metros por debajo, el río Tajo serpentea en su camino hacia Toledo. Pero, aunque sus aguas ejercen un poderoso influjo, hay que levantar la vista para descubrir uno de los paisajes más bellos de la provincia de Guadalajara. Aquí el bosque de ribera da paso a superficies cubiertas de pino, de encina y de matorral hasta donde la vista puede alcanzar.

Esta es zona también de orografía abrupta, de barrancos, cerros y peñascos. En uno de estos últimos es donde se descubre el Castillo de Anguix, un castillo roquero, puesto que es ese promontorio rocoso el que condiciona su arquitectura. Tal vez la fortaleza carezca de elementos que sí se pueden apreciar en otras de mayores dimensiones, pero su aspecto recio y a la vez elegante, junto a ese entorno maravilloso que la rodea, hacen de ella un lugar que merece la pena descubrir

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El Castillo de Anguix, un singular ejemplo de arquitectura militar

Castillo de Anguix
Castillo de Anguix. | LBM1948, Wikimedia

Las piedras del Castillo de Anguix han sido testigos de grandes episodios de la historia. Y fruto de ellos es esa fortaleza que se resiste a que sea el olvido el que acabe con ella. Su elemento principal es una impresionante y casi inaccesible torre del homenaje. De hecho, su puerta de entrada está en alto, y era necesario ayudarse de una escalera de mano para alcanzarla, lo que complicaba el asalto de las tropas enemigas.

El interior de la torre lo ocupaban tres estancias superpuestas. Para llegar a ellas y a la plataforma superior se construyó una escalera de caracol en uno de cubos cilíndricos de las esquinas, el resto son macizos. En el sótano, un aljibe para almacenar agua que permitiera resistir asedios. Y en la planta noble, mirando hacia el sur, los muros dejan paso a un amplio ventanal desde el que se aprecia la belleza del paisaje.

La otra estructura que ha resistido el paso del tiempo es el muro perimetral. Todavía se puede apreciar su forma pentagonal, aunque ha perdido parte de sus elementos y está muy deteriorado en algunas zonas. Sí es posible comprobar el grosor de sus muros y contemplar los torreones cilíndricos que delimitan cada uno de los lados y rodean un pequeño patio de armas.

Historia entre las piedras de Anguix

Castillo de Anguix
Castillo de Anguix. | Shutterstock

Ya en el siglo X, existía una fortaleza en este lugar. De ella dejó constancia Abderramán III. Pero el origen del Castillo de Anguix hay que buscarlo en el siglo XII, cuando Alfonso VI cedió estas tierras para su defensa a Martín Ordóñez. Fue él quien ordenó su construcción, aunque a lo largo de los siglos pasaría por varias manos. Su viuda cedió la fortaleza a la Orden de Calatrava y más tarde quedó bajo el dominio de Huete.

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El duque de esta villa se sirvió del castillo para apoyar a Juana la Beltraneja en su lucha contra Isabel I y ese enfrentamiento dejó una profunda huella en sus muros. Pero no sería el final de la fortaleza. Las reformas acometidas en los siglos XIV XV le dieron su aspecto actual, aunque en él se deja ver el efecto que la Guerra de Sucesión y el abandono posterior provocaron. Ahora su mayor enemigo es el deterioro de años de abandono, aunque goza de protección como Bien de Interés Cultural.

Qué ver cerca del Castillo de Anguix

Pantano de Buendía
Pantano de Buendía. | Shutterstock

El Castillo de Anguix se encuentra en la localidad de Sayatón, a poco más de sesenta kilómetros de Guadalajara y cien de Madrid. Pero mucho más cerca de él hay un buen número de rincones que merece la pena conocer. No hay que recorrer mucho para llegar al Salto de Bolarque, un complejo hidroeléctrico con más de un siglo de historia que alberga un pequeño museo. Tampoco está lejos el Pantano de Buendía, un buen lugar para disfrutar de un baño si hace calor, practicar deportes acuáticos o recorrer la singular Ruta de las Caras.

En Zorita de los Canes se pueden seguir los pasos de Camilo José Cela en su Viaje a la Alcarria o admirar su castillo-fortaleza de origen árabe. Y quedaría visitar Pastrana, uno de los pueblos más bonitos de Guadalajara. En su Palacio Ducal residió la princesa de Éboli y Santa Teresa de Jesús dejó su legado en forma de dos conventos. Pero el patrimonio de la villa ducal, como su historia, es mucho más amplio. De él forman parte la Colegiata de Pastrana, la muralla o la fuente de los Cuatro Caños, entre otros tesoros.

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