En el barrio de la Villa Afuera, junto a la puerta de la villa se halla la Iglesia de San Mateo. Levantada entre los siglos XVI y XVII, es un edificio con elementos góticos, renacentistas y barrocos. La parroquia fue construida sobre el solar de una antigua ermita del mismo nombre.
En lo que eran los arrabales de la localidad está el Convento de la Madre de Dios. Posee un destacado claustro de arcos de medio punto sobre dobles columnas. De su iglesia, denominada Iglesia de San Francisco, sobresale el retablo mayor de estilo churrigueresco (s. XVIII). En la actualidad, dicho convento se encuentra dividido en tres dependencias. Una es privada, otra pertenece al obispado y otra al ayuntamiento. Es también interesante la Ermita de la Soledad, construida en 1717 en estilo barroco.
No todo se limita a qué ver en Alburquerque pueblo. A 2 km en dirección a Badajoz está el Santuario de la Virgen de Carrión. Ubicado en la margen derecha del río Gérova, queda muy próximo a la frontera con Portugal. Cuenta la tradición que en un lugar cercano al santuario, el Cerro de los Castillejos, tuvo lugar una batalla entre el caballero Francisco de Carrión y los moros. La Virgen intercedió por el primero, erigiéndole éste luego un santuario como agradecimiento. El templo actual es del siglo XVIII. Lo más destacado es la carpintería barroca que decora su interior. También llama también la atención una plaza de toros situada en la plazoleta anexa.
Algo más lejos, 12 kilómetros al este de la villa, se alza el Castillo de Azagala. Mitad fortaleza, mitad residencia de nobles y campesinos, es un lugar cargado de historia que hoy presenta un estado ruinoso. Cabe señalar la torre de Armas y la torre del Homenaje, coronada ésta por un campanil mudéjar.
Por otro lado, entre los numerosos restos prehistóricos existentes en la zona, destacan las Pinturas Rupestres del Risco de San Blas. Estas pertenecen a la Edad de Bronce, así como las de La Carava y Azalaga. Todas son valiosas muestras de arte que ver en Alburquerque. Para ver las pinturas del Risco, por estar a la intemperie y con poco relieve, se recomienda llevar unos prismáticos.
Finalmente, nada mejor para adentrarse en un tiempo caracterizado por la convivencia pacífica de árabes, judíos y cristianos que visitar Alburquerque en el mes de agosto. Entonces ha lugar la celebración del Festival Medieval Villa de Alburquerque. Durante estas fechas, las calles del barrio gótico se visten de gala para acoger a los miles de visitantes. Todos ellos disfrutan de un programa repleto de actividades como torneos a caballo, aquelarres y danzas cortesanas.