fbpx

La Canadiense, la huelga que consiguió establecer la jornada de 8 horas

La Canadiense

Principios de febrero de 1919, Barcelona. La empresa Riegos y Fuerzas del Ebro, filial a la empresa de origen canadiense Barcelona Traction, Light and Power Company, Limited, introdujo algunos cambios en las condiciones del personal de facturación. Entre estos había una reducción salarial de 25 pesetas, lo que hoy en día suponen apenas 15 céntimos. Sin embargo, aquellos céntimos fueron la chispa que prendió la Ciudad Condal y que derivaron en una de las huelgas más famosas de España, la huelga de La Canadiense. Una protesta que terminó por implantar la jornada de ocho horas por ley por primera vez en Europa Occidental.

Contexto de una huelga histórica

Aquellos años el contexto global venía regido por varios puntos. En primer lugar, el Tratado de Versalles acababa de poner fin a la Primera Guerra Mundial y entre sus muchos puntos había uno que decretaba precisamente eso: la reducción de la jornada laboral a las ocho horas. Asimismo, el mundo había asistido al acontecimiento histórico de la Revolución rusa, que había derrocado a su zar. Además, tiempo antes, en 1886, Estados Unidos había experimentado una huelga donde una de las principales exigencias había sido esta misma medida. De hecho, es por este último caso que el Día del Trabajo se celebra el uno de mayo.

Mientras tanto, en Barcelona, la Confederación Nacional del Trabajo (CNT) se hacía cada vez más fuerte. Ante la bajada salarial mencionada al principio, los trabajadores de La Canadiense pidieron asesoramiento y soporte al Sindicato de Agua, Gas y Electricidad de esta misma confederación. Esto no sentó muy bien a la empresa que respondió despidiendo a ocho trabajadores, sin saber que aquel acto sería el detonante de un hito histórico, ya que a aquellos despidos les siguieron una cadena de acciones y reacciones.

Acción, reacción: la paralización de Barcelona

El cinco de febrero de 1919, ante el cese de sus compañeros, el resto del personal de facturación de Riegos y Fuerzas del Ebro se declaró en huelga. La Canadiense volvió a responder, esta vez despidiendo a 140 obreros de este mismo sector, puestos que se intentaron cubrir con personal de otros departamentos. Pero entonces se fueron sumando más y más sectores hasta que el día 21 de febrero la CNT declaró la huelga general de toda la empresa.

Ferocarril de Sarrià
Ferrocarril de Sarrià liderado por ingenieros militares durante la huelga de La Canadiense. | Europeana bajo licencia CC BY-NC-ND 3.0 ES

Hay que entender que la función de La Canadiense era vital para la Ciudad Condal, pues se encargaba de gran parte del suministro y la distribución de la luz. De esta forma, dejaron de funcionar los tranvías, los periódicos no se imprimieron, la luz se cortó… Y a la huelga de La Canadiense se le fueron uniendo más y más obreros: aquellos que no podían trabajar sin luz, aquellos que se solidarizaron con la causa. Uno de los momentos clave fue la incorporación a la misma de los trabajadores de la Compañía General de Aguas de Barcelona, que abastecía de agua a al menos un 90% de los hogares de la capital catalana.

A principios de marzo la ciudad estaba paralizada. Fraser Lawton, director general de La Canadiense, amenazó, desesperado, con despedir a todos sus empleados si no  regresaban a sus puestos. La respuesta fue la ausencia de la mayor parte de ellos. Ante la situación, el nueve de marzo se declaró el Estado de Guerra. Miles de huelguistas fueron encarcelados. Barcelona se sumía una vez más en el caos.

Tropas en las calles de Barcelona
Tropas en las calles de Barcelona durante los días de La Canadiense. | Europeana bajo licencia CC BY-NC-ND 3.0 ES

Las victorias de la huelga de La Canadiense

Aparte de lo que supone un paro de tales dimensiones para una ciudad, al Gobierno español le preocupaba que aquella huelga se extendiera a otras zonas de la península con presencia cenetista como Valencia o Zaragoza. Asimismo, existía el peligro de que la UGT decidiera solidarizarse con sus compañeros. Antes tales amenazas, el Estado envió a la Ciudad Condal al subsecretario de la presidencia con el objetivo de pactar con los huelguistas.

El resultado fue muy favorable para estos últimos, que consiguieron la libertad para los trabajadores encarcelados, la readmisión de los huelguistas y, por supuesto, la reducción de la jornada hasta las ansiadas ocho horas. Eso sí, contando con que los sábados podrían ser día laborable. Con esto la huelga de La Canadiense había llegado a su final…

Una guerra entre sindicatos y patronales

Parecía que la historia no se alargaría más y que los obreros tendrían su propio y adaptado final de cuento. Pero una cosa es la teoría y otra la práctica. Lo cierto es que tras la firma de los acuerdos, no fueron liberados todos los presos ni tampoco se dio tiempo al consenso. Así que el 24 de marzo los sindicatos llamaron de nuevo a la huelga general, que en un principio tuvo una asistencia multitudinaria.

Entrega de armas a la milicia
Entrega de armas a la milicia durante la huelga general posterior a La Canadiense. | Europeana bajo licencia CC BY-NC-ND 3.0 ES

Pero esta vez el Gobierno actuó con mucha más dureza. El ejército salió a las calles desde el primer momento y las vías se llenaron de ametralladoras y cañones. Por su parte, las patronales armaron a su propia policía paramilitar: la somatén, una institución que tenía por objeto aprovisionar la ciudad, abrir establecimientos y detener obreros. Las empresas usaron, además, armas de otra índole: despidos masivos, listas negras e incluso el cierre de compañías enteras.

Aún con este triste telón de fondo, el dos de abril de 1919 se promulgó el decreto que imponía la jornada de ocho horas desde octubre. Muchos trabajadores volvieron entonces a sus trabajos y la huelga fue perdiendo fuerza hasta que finalmente se dio por terminada el 14 de abril. Pero lo descrito en el párrafo anterior no desapareció de la noche a la mañana, sino que se convirtió en el carácter endémico de la capital catalana. Lentamente, se fue fraguando una especie de guerra entre sindicatos y patronales que acabaría por provocar el resurgimiento del pistolerismo en la ciudad.

De España al mundo

A pesar de que, obviamente, quedaron muchos frentes por resolver, la jornada de ocho horas fue una victoria indiscutible para el movimiento obrero. Una condición que se extendió como una llama por el resto de España y Europa Occidental y que se mantiene, al menos sobre el papel, hasta nuestros días. De hecho, según señalan diversas fuentes, España fue el primero de los países europeos en aprobar la medida haciendo que la huelga de La Canadiense sea considerada como una de las más importantes de España.

Imagen de portada: Misa de campaña durante La Canadiense. | Europeana bajo licencia CC BY-NC-ND 3.0 ES