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La fronteriza capital de la Baja Cerdanya fue, durante décadas, heroico bastión liberal en las guerras carlistas y sufrió numerosas violencias. Su entorno, su clima y su atractivo lago artificial la convirtieron en pionero centro de veraneo a finales del siglo XIX. Este municipio capital de la comarca de Cerdaña es fronteriza con Francia. Puigcerdà posee un interesante casco histórico y unos alrededores perfecto para dar largos y tranquilos paseos.
Además es un lugar ideal para disfrutar de la naturaleza haciendo turismo activo en invierno y verano, tanto en las dos cadenas de montes que rodean la localidad: el Pirineo al norte como en el Parque de la Sierra del Cadí Moixeró al sur.