En el extremo nororiental de la provincia de Albacete se encuentra uno de los espacios más sorprendentes de toda Castilla la Mancha: la Hoz del Júcar. Producto de la acción erosionante de las aguas del río Júcar antes de unir su cauce a las del Cardiel a la altura del embalse de Embarcadero.
En la región albaceteña de La Manchuela confluyen varias unidades geográficas que favorecen la aparición de un relieve no muy habitual en el resto de la provincia. Al norte de la Hoz del Júcar se sitúan las últimas estribaciones del Sistema Ibérico, al sur comienzan a repuntar las primeras alturas de la Cordillera Bética y, por último, al oeste se extienden las grandes llanuras manchegas. El cauce del río Júcar a su paso por esta zona evoluciona desde un terreno de explotaciones hortícolas y bosques de ribera hacia una espectacular sucesión de meandros que serpentean entre profundos cañones con paredes que en ocasiones superan los 100 metros de altura. La Hoz del Júcar es un espacio de gran valor natural en el que además destaca la presencia de varias localidades con un destacado papel den la historia de España e interesante arquitectura popular y monumentos.
Vegetación y fauna
Además del bosque de ribera presenta en las zonas más tranquilas del cauce del río, las laderas de la Hoz del Júcar están cubiertas por densas masas forestales de pino, encina y sabina. Las paredes de roca son un lugar de anidamiento perfecto para multitud de aves rapaces como el águila real o el buitre leonado. Además, el Júcar puede presumir de ser un río truchero.