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Qué ver en Córdoba, la ciudad que nunca deja de brillar

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En Córdoba, el entramado de las calles y las flores de sus célebres patios son herencia andalusí, al igual que su imponente mezquita-catedral, modificada por la intervención cristiana. Una intervención que también ha dejado su huella en las numerosas iglesias que hoy se extienden por la ciudad. Que, a su vez, se entremezclan con un pasado aún más antiguo: el del Imperio Romano. De este último, su legado perdura en monumentos aún vivos, como el Templo Romano o el Puente Romano. La antigua Corduba es, en fin, una ciudad en la que la historia puede estudiarse al aire libre. Esta se refleja en cada uno de sus muchos, muchísimos monumentos. A través de este artículo pretendemos dar las claves principales sobre lo que ver en Córdoba. Un repaso que debe pasar, necesariamente, por su historia.

Una ciudad importante en todas sus épocas

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Mezquita-catedral de Córdoba. | Shutterstock

Los primeros asentamientos de la zona de Córdoba capital datan de los siglos IX y VIII a. de C. Les siguieron enclaves fenicios y griegos. A mediados del siglo II a. de C., el general romano Claudio Marcelo fundó Corduba para ser capital de la Hispania Ulterior. Su gran esplendor durante dicha época se plasmó en la construcción de grandes edificios como el foro, el circo, el teatro o el templo, algunos de los cuales todavía siguen en pie. Asimismo, la importancia de Corduba entonces cristalizó en un renacer cultural gracias a pensadores como Séneca o poetas como Lucano, ambos nacidos en Córdoba.

Tras un periodo de unos 200 años en el que los visigodos dominaron Córdoba, entre el 572 y el 756, Abderramán I nombró a Córdoba como capital del emirato de Al-Andalus. Al mismo tiempo, se iniciaron las obras del que podemos considerar como el edificio más importante de la ciudad: la mezquita. Durante estos años, la urbe se vio sometida, además, a una transformación urbanística: las calles se estrecharon y la judería se extendió. Asimismo, siguiendo la idea de jardín paraíso, los patios de las casas se llenaron de flores y fuentes. He aquí el origen de la tradición de los patios cordobeses, un imprescindible que ver en Córdoba.

Más tarde, en el año 929, Abderraman III proclamó a esta ciudad andaluza como capital del califato independiente de Damasco, convirtiéndose Córdoba en el principal centro cultural de Occidente del momento. Se dice que durante aquella época la ciudad llegó a contar con una medina de 1000 mezquitas, 800 casas de baños, un avanzado sistema de alumbrado público, una famosa universidad y una biblioteca pública con más de 400 000 volúmenes.

No es de extrañar que semejante ambiente propiciara el surgimiento de grandes talentos creadores. Un par de ejemplos son el filósofo y médico Averroes y su discípulo, el judío Maimónides, también médico y teólogo. La ciudad estaba adornada con jardines, cascadas y lagos artificiales. Mediante un acueducto, se suministraba agua dulce en abundancia a las fuentes y a los baños públicos. Por toda la ciudad podían verse suntuosos palacios, como el de Medina Azahara, situado a las afueras de Córdoba.

Pese a ello, el año 1031 trajo consigo la división del califato en los reinos de taifas. Fue el fin del esplendor de la Córdoba musulmana, que vivió su caída definitiva en el año 1236 cuando las tropas de Fernando III el Santo tomaron la ciudad. Córdoba volvía a ser cristiana.

El siglo XIV trajo consigo, por su parte, años duros para la población cordobesa. Entre 1366 y 1369 tuvo lugar la guerra civil que enfrentó a los partidarios de Pedro I el Cruel y a los de su hermano bastardo Enrique de Trastámara. Ya en 1349 Córdoba sucumbió ante la Peste Negra, hecho que se repetirá 15 años después. Los altos índices de mortalidad, unidos a la falta de alimentos y de dinero, sometieron a la ciudad a una gran crisis. Por suerte, la llegada de los Reyes Católicos en el siglo XV supuso una pequeña recuperación para la ciudad. Con todo, el decreto de expulsión de los judíos a finales de aquel mismo siglo supondría un golpe importante.

Como puede verse, Córdoba fue una de las ciudades más importantes tanto del Imperio Romano como de al-Ándalus. Esto aún se refleja en sus calles y monumentos. Ello, unido al buen estado de conservación de la metrópolis, ha hecho de Córdoba una ciudad Patrimonio de la Humanidad.

Un recorrido por lo más importante que ver en Córdoba

Como se ha visto, Córdoba es una ciudad en la que las capas de diferentes culturas y civilizaciones se superponen unas a otras, creando un mapa de historia, desde Roma hasta la actualidad. Por eso, hemos dividido el qué ver en Córdoba según las diferentes culturas que han pasado por ella.

Corduba: lo que aún queda en pie de la Córdoba romana

puente de córdoba
Puente Romano de Córdoba. | Shutterstock

Durante el dominio del Imperio Romano en Hispania, Córdoba fue, como se ha dicho, la capital de la Hispania Ulterior. Más tarde, también lo sería de la provincia conocida como Bética. De este tiempo se conservan, como es lógico, menos monumentos y construcciones que del resto de civilizaciones posteriores. Aún así, todavía hay en pie algunas repartidas por la ciudad o localizadas en el Museo Arqueológico y Etnológico. También en el Alcázar de los Reyes Cristianos. Además, la Córdoba romana sigue siendo una Córdoba por descubrir, pues sus restos asoman cada cierto tiempo, tras una excavación o una obra.

Uno de los ejemplos de esta Córdoba romana es el Puente Romano. Se cree que se construyó en el siglo I a. C. y durante muchos siglos ha sido el único puente de la ciudad. Comunica la fortificación de Calahorra con la puerta de la ciudad conocida como Puerta del Puente o Arco del Triunfo, salvando más de 330 metros sobre las aguas del río Guadalquivir.

Otro de los grandes ejemplos de Corduba lo encontramos en el Templo Romano, del que se conservan algunas columnas de gran tamaño que dan idea de lo que antaño fue este edificio. Además, en el Alcázar de los Reyes Cristianos se halla un sarcófago romano, cuya importancia histórica y artística lo han convertido en Patrimonio de la Humanidad.  Por su parte, bajo el Museo Arqueológico y Etnológico podemos encontrar lo que queda del magnífico teatro romano, del que se dice que fue el segundo más grande del Imperio, solo por detrás del Teatro Marcelo de Roma.

Qué ver en la Córdoba andalusí, el periodo de máximo esplendor de la ciudad

Mezquita de Córdoba
Interior de la mezquita-catedral de Córdoba. | Shutterstock

Si bien Córdoba ya brillaba con luz propia durante la época romana, durante la época de al-Andalus su esplendor llegó a límites insospechados, especialmente durante el Califato de Córdoba. Durante estos años, las calles se estrecharon y los patios de las casas se llenaron de flores y fuentes. Una tradición que se fundamenta en esa belleza interior que la cultura árabe buscaba para sus edificios y que ha llegado hasta la actualidad.

Pero, aparte de los patios cordobeses y la estrechez de las calles, las huellas andalusíes brillan especialmente en dos monumentos de visita obligada y que tienen sus propias páginas especializadas: la Mezquita-Catedral y la ciudad de Medina Azahara, esta última situada a las afueras de Córdoba y erigida por Abderramán III.

Lo más importante que ver de la Córdoba cristiana

alcázar de los reyes católicos
Alcázar de los Reyes Cristianos. | Shutterstock

Tras la caída del califato de Córdoba y de los posteriores reinos de Taifas, Fernando III se hizo con la ciudad andaluza. Así se inició la etapa cristiana de Córdoba. De entonces datan la mayoría (si no todas) de las iglesias que se reparten por la urbe. Pero si hay un edificio de dicha etapa que destaca por encima de otros, ese es el Alcázar de los Reyes Cristianos, un complejo palaciego de hermosos y grandes jardines que fue la fortaleza de los Reyes Católicos durante la campaña de Granada. También fue el lugar donde Cristóbal Colón solicitó ayuda para emprender el viaje que le terminaría llevando a América.

La plaza de la Corredera, uno de los centros neurálgicos de la ciudad, es otro de los imprescindibles que ver en Córdoba. Se trata de una de las plazas más bonitas de España, porticada al estilo castellano y surcada de hoteles y bares.

Junto a la plaza de la Corredera y al alcázar, el Palacio de Viana y las Caballerizas Reales son otros dos monumentos de obligada visita en una estancia en Córdoba. El primero es un palacio situado en pleno barrio de Santa Marina con hasta 12 patios y decorado con una amplia colección de pinturas y tapices. Las caballerizas, por su parte, situadas junto al alcázar, se crearon en el año 1570 con la intención de crear una nueva raza de equinos. Hablamos del pura raza español o caballo andaluz. En sus instancias, aparte de espectáculos ecuestres, hay una interesante colección de coches de caballos antiguos.

La judería, un laberinto de calles salpicado de flores

calle judería
Calle de la judería de Córdoba. | Shutterstock

Entre las civilizaciones que han poblado Córdoba, no podemos olvidar al pueblo judío. Perseguidos durante el breve periodo que los visigodos dominaron la ciudad y expulsados tras la llegada de los Reyes Católicos, los judíos son una parte muy importante de la historia cordobesa. La judería es, de hecho, el distrito más antiguo de la ciudad y una de las paradas imprescindibles.

Ubicada en el corazón de la ciudad, la judería está conformada por una estructura laberíntica de calles que se estrechan, se retuercen y se entremezclan de una forma que es casi imposible no perderse en ellas. Pero perderse en la judería no es motivo de agobios o enfados. Por el contrario: hay que hacerlo. Ahí reside su magia.

Eso sí, aunque el viajero se pierda oliendo las flores que decoran las callejuelas de este precioso distrito, hay algunos rincones que son de obligada visita. La Sinagoga, una de las cuatro sinagogas históricas que aún quedan en España; el Zoco Municipal, un patio cordobés abierto al público; la Calleja de las Flores, la más famosa de Córdoba; y la Calleja del Pañuelo, una de las más estrechas.