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Maravillas de Barcelona que hay que ver al menos una vez en la vida

Maravillas de Barcelona que hay que ver al menos una vez en la vida

La ciudad de Barcelona es uno de los principales destinos turísticos del mundo y a menudo eclipsa los otros encantos que ofrece la provincia, que son muchos y variados. Es de justicia hacer un repaso por todos los atractivos de una zona que tiene mar y montaña, algunas de las mayores joyas del patrimonio cultural pero también espacios naturales donde respirar libertad. Estas son algunas de las mejores maravillas de Barcelona.

Naturaleza a un paso de la ciudad

El Delta del Llobregat, un paraíso cercano

Delta del Llobregat
Delta del Llobregat. | Shutterstock

Si no fuera por el tamaño imponente con que aparecen los aviones en el cielo, nadie diría que este espacio está en las inmediaciones del aeropuerto. El silencio es profundo, las vistas se extienden por horizontes limpios y rutilantes. El delta acoge paisajes bastante variados, entre los que destacan los humedales donde se congregan garzas y flamencos. Hay también pinares y prados, dunas y cañizares, y pasear por este espacio protegido significa situarse a años luz del ajetreo urbano. Repartido entre los municipios de El Prat y Viladecans, son muchos los rincones donde disfrutar al máximo el entorno: miradores como el del Semáforo, la Bunyola o Cal Tet; playas alucinantes como la Pineda, el Remolar o Filipines; construcciones sorprendentes como la racionalista Casa Gomis o el antiguo Cuartel de los Carabineros. Las opciones son realmente infinitas.

Parc del Garraf, la unión de la roca y el mar

Parc del Garraf
Parc del Garraf. | Shutterstock

La modesta sierra que se alza junto al litoral barcelonés adquiere en la comarca del Garraf unas bellas formas ondulantes en que la roca luce cubierta de un manto verde. La piedra calcárea ha dado lugar en el Parc del Garraf a cuevas y simas, en un paisaje a veces escarpado que llega hasta la misma orilla del mar, donde es posible disfrutar de algunas playas tan singulares como Vallcarca o la Cala Morisca. Entre las especies vegetales más interesantes que podemos encontrar está el palmito, la única palmera autóctona de la Península Ibérica. El parque permite realizar un sinfín de recorridos a pie, e incluso ver un monasterio budista que se encuentra en el corazón del mismo.

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El Montseny, un gigante amable

El Montseny
El Montseny. | Shutterstock

La masa imponente del macizo del Montseny hace que se vea desde muy lejos, una presencia que acompaña a los catalanes desde siempre. El pico del Turó de l’Home, con 1712 metros, es el más elevado de las Cordilleras Costeras Catalanas y tiene suficiente altura para disfrutar de un ambiente de montaña a poca distancia de la ciudad. No faltan espléndidos bosques caducifolios, ni siquiera abetos, los más meridionales de Europa. El Parque Natural del Montseny es toda una institución en Cataluña, y cuenta con todo lo necesario y más para una fantástica escapada en plena naturaleza.

Santuarios en las alturas

Montserrat, la montaña mágica

Montserrat
Montserrat. | Shutterstock

Aunque no hubiera nada más que las extrañas formas de los picos, Montserrat seguiría siendo un punto emblemático de la geografía barcelonesa. Pero este macizo, que ha fascinado a la población local desde la prehistoria, alberga también el corazón espiritual de Cataluña y uno de los centros neurálgicos de la cultura catalana. La patrona, la famosa Moreneta, es la estrella del Santuario de Montserrat, pero también lo son el coro de niños, los monjes (que realizan una destacada labor cultural desde hace siglos) o la multitud de caminos con que los senderistas pueden recorrer este espacio único, mezcla de fe, patrimonio cultural y naturaleza a partes iguales.

Sant Miquel del Fai, un templo único

Sant Miquel del Fai
Sant Miquel del Fai. | Shutterstock

Sant Miquel del Fai es otro enclave que aúna los encantos de una naturaleza en pleno esplendor, incluyendo cuevas y espectaculares saltos de agua, así como templos tan especiales como Sant Miquel, una iglesia troglodítica construida bajo una gran gruta. Igual que Montserrat, los orígenes de este lugar mágico están relacionados con una comunidad de monjes, que eligieron este rincón privilegiado en medio de los Cingles de Bertí para establecerse. La abundancia de riscos, grutas y todo tipo de regalos de la naturaleza hace de este espacio una visita imprescindible de la provincia de Barcelona, de cuya capital se encuentra a menos de una hora.

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Santuari del Bellmunt, acariciar el cielo

Santuari del Bellmunt
Santuari del Bellmunt. | Shutterstock

El difícil acceso al Santuari de Bellmunt, por una carretera de curvas que asciende más allá de los 1200 metros, lo ha convertido en un preciado secreto, en el límite de la provincia. Donde antes hubo un castillo, se construyó una ermita que acoge a la maravillosa y diminuta figura de la Mare de Déu de Bellmunt. Las vistas desde este lugar son espectaculares: no solo se divisa toda la llanura de Vic y los valles vecinos, sino que la vista alcanza hasta los Pirineos e incluso a veces Montserrat. En este pico suspendido en las alturas hay una hospedería, por lo que es posible alargar la visita y disfrutar de las maravillas del entorno, que incluyen bosques monumentales, cascadas y miradores.

Pueblos de postal

Rupit i Pruit, dos pueblos en uno

Rupit i Pruit
Rupit i Pruit. | Shutterstock

Entre los pueblos más bonitos de Barcelona siempre se menciona Rupit i Pruit, dos pueblos que forman uno solo, y que ofrecen al visitante uno de los cascos históricos mejor conservados de España. Muchas de las casas tienen varios siglos de historia detrás, puesto que se remontan hasta los siglos XVI y XVII. Sin embargo, hoy en día siguen luciendo con un aspecto inmejorable gracias al mimo de sus habitantes, y nos brindan la posibilidad de asomarnos a la vida de un pueblo catalán del pasado. Además, el acceso a Rupit i Pruit es una atracción en sí misma, puesto que se realiza cruzando un puente colgante no apto para pusilánimes.

Mura y Talamanca, imágenes del pasado

Talamanca
Talamanca. | Shutterstock

Estos pueblos no están unidos como Rupit y Pruit, pero sí que están muy cerca uno de otro, enclavados en un parque natural privilegiado como es Sant Llorenç del Munt i L’Obac, en el límite de la comarca del Bages. Los dos ofrecen preciosas imágenes de lo que es un pueblo medieval, renacidos después de años de olvido. Las flores con que los vecinos adornan ventanas y balcones dan nueva vida a la piedra milenaria de las calles, donde prácticamente cada rincón tiene un poder evocador difícil de igualar. Por si fuera poco, la ubicación en plena naturaleza hace de Mura y Talamanca dos excelentes puntos de partida para explorar un sinfín de cascadas, fuentes y ermitas alrededor.

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