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Lezo, un pintoresco pueblo marinero cerca de San Sebastián

Lezo, Lezo, un pintoresco pueblo marinero cerca de San Sebastián

Lezo es uno de esos pueblos de sabor marinero que están casi encajonados entre el mar y la montaña. Pueblos pequeños que esconden grandes encantos y que están salpicados de rincones donde historia y leyenda se entremezclan. A Lezo lo bañan las aguas de la bahía de Pasaia y lo protegen las faldas del Monte Jaizkibel. Una situación privilegiada en la que se descubre un casco histórico que seduce y atrapa, que sorprende y que lleva a épocas pasadas de esplendor. Y todo ello a apenas diez kilómetros de San Sebastián.

Algunos apuntes de la historia de Lezo

Casco histórico de Lezo
Casco histórico de Lezo. | Shutterstock

El poblado de Mukitar, en el monte Jaizkibel, es la prueba de que en el territorio de Lezo ya hubo asentamientos prehistóricos. Más adelante llegarían los romanos para crear un puerto en su costa, o al menos eso se cree, puesto que no se han hallado restos que puedan confirmarlo.

Hay que viajar hasta la Edad Media, más concretamente al siglo XIII, para tener testimonio escrito de la existencia de una población estable. Lezo aparece mencionada en el documento fundacional de la villa de Hondarribia de 1203. De hecho, permanecería bajo la jurisdicción de esta localidad hasta 1833.

El puerto se encuentra entre Lezo y Pasajes
El puerto se encuentra entre Lezo y Pasajes. | Shutterstock

Durante esos siglos, los habitantes de Lezo vivieron sobre todo del mar, de la pesca de bajura y de ballena, del comercio con América y Andalucía y de ciertos privilegios que tenían sus habitantes en la carga y descarga de mercancías en el puerto. También los astilleros tuvieron gran importancia. De hecho, los Astilleros Reales de Lezo, que fueron el sustento de buen número de habitantes de esta localidad, tuvieron una enorme importancia a partir del siglo XVII.

Fue una época de bonanza que dio paso a penurias durante buena parte del siglo XIX, con el trasfondo de las guerras carlistas. Lezo volvería a tomar impulso gracias a la industrialización, que permitió el asentamiento en su territorio de empresas dedicadas a actividades diversas.

Qué ver en Lezo, un pueblo pequeño con muchos secretos

La Plaza del Santo Cristo

Plaza del Santo Cristo
Plaza del Santo Cristo. | Shutterstock

El casco histórico de Lezo no es grande, pero guarda una sorpresa casi en cada rincón. Su corazón es la Plaza del Santo Cristo. Es una plaza cuadrada en la que destaca una pequeña basílica del siglo XVI, cuyo interior guarda un auténtico tesoro. Se trata de la talla de un Cristo barbilampiño, algo realmente excepcional, puesto que solo hay tres imágenes en Europa que representen a Cristo sin el rostro cubierto por una barba.

El Santo Cristo de Lezo es objeto de enorme devoción, no solo en esta localidad, sino en todo el País Vasco. Cuenta la leyenda que la imagen apareció flotando en la bahía y que varias poblaciones se la disputaron. Disputa que quedó resuelta de forma milagrosa cuando la talla desapareció y se encontró más tarde en el lugar donde hoy se alza la basílica.

Su fama milagrera creció y se extendió. Tanto, que muchos marineros se encomendaban a la imagen y realizaban ofrendas antes de abandonar puerto y echarse a la mar. En el templo aún se conserva uno de esos exvotos en forma de maqueta de barco, aunque hay que levantar la vista para contemplarlo, puesto que decora el techo del templo.

La Basílica del Santo Cristo es el gran tesoro de la plaza, pero no hay que pasar por alto otro edificio singular. Es la Casa Consistorial, una pequeña pero encantadora construcción de piedra del siglo XVI.

La Calle Mayor de Lezo

Las calles de Lezo tienen un encanto especial
Las calles de Lezo tienen un encanto especial. | Shutterstock

De la Plaza del Santo Cristo parte esta calle, arteria principal del casco histórico de Lezo. La Kale Nagusia o Calle Mayor está envuelta en un aire señorial, el que le dan las casas blasonadas que la flanquean. Son casas en su mayoría construidas en el siglo XVI, en el periodo de mayor esplendor de Lezo. Merece la pena hacer paradas para admirar la elegancia de los escudos que presiden sus fachadas. Y uno de los más impresionantes se descubre al final del recorrido, en el pequeño palacio Andreone.

La Iglesia de San Juan Bautista

Iglesia de San Juan Bautista
Iglesia de San Juan Bautista. | Shutterstock

Sobre un pequeño promontorio se alza esta imponente iglesia que domina el casco histórico de Lezo. Destaca por su recia construcción, con unos grandes contrafuertes que le dan aspecto de fortaleza. El contrapunto son algunos elementos góticos, como las gárgolas que ha conservado a pesar del paso del tiempo y las remodelaciones. En su interior, la iglesia guarda otro de los tesoros artísticos de Lezo, un magnífico retablo de cuatro pisos presidido por una imagen de San Juan Bautista.

El Monte Jaizkibel y sus preciosas vistas

Vistas desde el Monte Jaizkibel
Vistas desde el Monte Jaizkibel. | Shutterstock

Esa pequeña cumbre que se puede contemplar desde cualquier punto de Lezo es el monte Jaizkibel. Guardián y protector de la localidad, desde él se obtiene la vista más hermosa de la Bahía de Pasaia, del azul profundo de ese mar bravo que es el Cantábrico y de los acantilados que van a morir a él. Y en el camino hacia la cúspide se descubren recuerdos de la historia de estas tierras en forma de yacimientos arqueológicos y de torreones de vigilancia que se alzaron durante las guerras carlistas.

El Monte Jaizkibel es también un lugar perfecto para disfrutar del contacto con la naturaleza. Varias rutas lo atraviesan y permiten no solo admirar el paisaje, sino también descubrir otra cara de Lezo. El motivo no es otro que sus laderas están salpicadas de caseríos. Estas construcciones tradicionales no hablan del mar, sino de la tierra y de esa agricultura también importante en Lezo. Y para aquellos a los que el paseo les parezca poco, siempre pueden continuar el camino hasta llegar a la bonita localidad de Hondarribia.

El carnaval de Lezo, una tradición llamativa

Escenificación del juicio de Trapujale en Lezo
Escenificación del juicio de Trapujale en Lezo. | HIRIAN ALDIZKARIA en Flickr

Una de las fiestas más significativas y también peculiares de Lezo es el Carnaval. El protagonista es Trapujale, un personaje que tiene por cabeza una calavera de caballo y que va vestido con harapos. Baja del Monte Jaizkibel el Jueves de Carnaval acompañado de música y de antorchas, lanzando nueces y avellanas y llevando la algarabía al pueblo.

Pero la fiesta acaba el Martes de Carnaval. A este singular personaje se le acusa de robar ovejas, aunque realmente la culpable ha sido Marinazkane, una bruja que habita en el monte Jaizkibel. Desconocedor de este hecho, el pueblo juzga a Trapulaje y lo condena. Es entonces cuando se le corta la cabeza y se lanza al fuego.