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Ermita de Santa María de la Piscina, el legendario templo románico de La Rioja

Ermita Santa María de la Piscina, en La Rioja

La ermita de Santa María de la Piscina se localiza en el municipio riojano de San Vicente de la Sonrierra, en la ladera sur de la sierra de Cantabria. Las vistas desde su localización son de excepción, encontrándose como se encuentra sobre una colina que domina el valle del Ebro. Rodeada de viñedos, no puede evitar destacar entre tanta naturaleza, casi como si no perteneciera al lugar, como si hubiera sido lanzada a esa colina ayer mismo. Pero esta ermita lleva en pie desde el siglo XII, albergando una gran historia y siendo el mejor ejemplo de románico de La Rioja.

La joya del románico riojano

Ermita Santa María de la Piscina
Ermita Santa María de la Piscina. | Shutterstock

La ermita de Santa María de la Piscina está considerada uno de los mejores y más bellos ejemplos de arquitectura románica de La Rioja, también uno de los más antiguos. Una de sus muchas virtudes es el buen estado de conservación en el que se encuentra, motivado en parte por el lugar aislado en que fue levantada. Fue declarada Bien de Interés Cultural en 1931.

Su edificación se inició hacia mediados del siglo XII y no ha sufrido, desde entonces, ningún añadido de gran importancia. Se construyó, en piedra de sillería, a lo largo de tres fases que abarcaron también parte del siglo XIII. En primer lugar se llevó a cabo la cabecera, a mediados del siglo XII, para posteriormente, a finales de esa misma centuria, construirse la nave central. Ya en el siglo XIII se añadió la cámara septentrional, además de la pequeña torre.

El templo está decorado siguiendo temáticas diversas. En las ventanas, por ejemplo, pueden apreciarse diferentes motivos vegetales. En el muro sur se han conservado dos canecillos (soportes de las cornisas) decorados con una figura humana. Esta tiene el brazo apoyado en la cintura y un perro atado a un palo, símbolo de la envidia y la avaricia. Los canecillos del muro norte, por su parte, muestran también formas vegetales y geométricas.

En el ábside y presbiterio perviven restos de pinturas románicas que podrían pertenecer al mismo siglo XIII. Dado que a mediados del siglo XX todavía se conservaban, han llegado hasta la actualidad testimonios que afirman que estas decoraciones eran las encargadas de representar la historia del origen del templo, la que incluye a Don Ramiro Sánchez de Navarra y su viaje como cruzado a Jerusalén.

Una ermita legendaria

La ermita está en un paraje insuperable
La ermita está en un paraje insuperable. | Shutterstock

Don Ramiro Sánchez de Navarra fue hijo de Sancho Garcés IV, rey de Pamplona entre 1054 y 1076. No es mucho lo que ha trascendido de la vida del príncipe, salvo que en 1098 contrajo matrimonio con una de las dos hijas del Cid Campeador y que pocos años más tarde se situó al frente de Monzón. No hay, por tanto, documentos históricos que certifiquen su implicación en la primera cruzada en Tierra Santa, pero la leyenda ha trascendido hasta nuestros días.

Según esta, Ramiro Sánchez de Navarra atacó Jerusalén por la piscina Probática o el estanque de Bethesda, lugar asociado a la curación situado frente al templo de Salomón. Sus campañas fueron tan exitosas que el príncipe se trajo consigo una astilla perteneciente a la cruz donde fue colgado Cristo, además de una imagen de la virgen tallada, supuestamente, por el apóstol San Lucas. Para conservar y consagrar ambas reliquias, ordenó la construcción de un templo. Es decir, esta ermita de Santa María de la Piscina. Quería que fuera una reproducción exacta de esa piscina de Bethesda de Jerusalén, tal como dejó escrito en su testamento, que fue leído en 1110.

Ramiro Sánchez de Navarra pasó sus últimos años en el monasterio de San Pedro de Cardeña, pero todavía tuvo tiempo de organizar una especie de orden religiosa de caballería. La llamó la Divisa, fundada con el objetivo de acoger a sus descendientes y proteger su legado. Su hijo se convertiría en el primer patrón de la Divisa, cuyo simbología quedaría posteriormente reflejada en el templo. El obispo de Calahorra lo consagraría, finalmente, el año 1137, siguiendo los deseos de su impulsor.

Conjunto Arqueológico de Santa María de la Piscina

La ermita, en la distancia
La ermita, en la distancia. | Shutterstock

Aunque la ermita de Santa María de la Piscina se lleva la atención de todos los viajeros que llegan a la zona, no hay que olvidar que el templo pertenece al llamado Conjunto Arqueológico de Santa María de la Piscina. Tras las obras de restauración del edificio, a mediados del siglo XX, se realizaron una serie de excavaciones a su alrededor que descubrieron la existencia de un poblado medieval y una necrópolis.

Los restos arqueológicos señalan la existencia de un poblado, cuyos muros indican que pudo estar habitado del siglo XI al siglo XIII. Está formado por paredes de piedra caliza perpendiculares al suelo, en torno a las que se construyeron viviendas. La necrópolis, por su parte, se sitúa en el lado este de la ermita, asentada sobre una ladera que desciende hacia el valle. Data del siglo X, lo que señala que hubo pobladores en la zona antes de la fundación de la ermita. Este lugar se despobló hacia el siglo XIV. Tras ello, sus habitantes fundarían la cercana aldea de Peciña, que hoy está en riesgo de correr la misma suerte.

Con todo, la ermita de Santa María de la Piscina, y sus alrededores, es un lugar que satisface las necesidades curiosas de los viajeros. Si se tiene la oportunidad de visitar La Rioja, no hay que dejar de lanzarse a por este rincón bello y lleno de historia.