Antes de conocer lo que ver en Peñalba de Santiago lo mejor es repasar su historia. Esta inicia en el siglo VII, cuando el joven noble visigodo Fructuoso decidió retirarse como ermitaño en este lugar. Allí edificó un pequeño oratorio. Más tarde fue imitado por muchos otros, que se instalaron en cavidades y edificaciones de los alrededores. Su fama motivó que fuera nombrado obispo de la Diócesis de Braga y finalmente fue canonizado. San Valerio de Astorga, su discípulo, amplió el edificio antes de retirarse al próximo Monasterio de San Pedro de Montes.
Hacia el año 892, Genadio, seguidor de Fructuoso y Valerio, restauró ese monasterio acompañado de doce hermanos. Ansiando mayor recogimiento, buscó para cavar un retiro en una de las numerosas cuevas del contorno. Para evitar que el ruido le desconcentrara prohibió al río todo rumor. De este modo, se cuenta que la corriente se introdujo bajo tierra para reaparecer unos metros más abajo. Tal es el motivo de que al lugar se le conozca como “Valle del Silencio”.
En su autobiografía, conservada en un documento llamado Testamento (919), narra que “fundé algo más apartado y en recuerdo de Santiago, un tercer monasterio llamado Pennalba”. La fundación se produjo a principios del siglo X. Por otro lado, la Iglesia debió de ser obra de sus sucesores abaciales, Fortis (920-931) y Salomón (931-951) en la tercera década de ese siglo.
Parece que el edificio se concluyó en 937, aunque en el interior de la Iglesia se conserva una consagración de 1105. Después de abandonar el Obispado de Astorga, Genadio se retiró a Peñalba de Santiago, donde vivió diecinueve años más. Al igual que Fructuoso, Genadio acabó santificado, siendo enterrado en el contra ábside occidental de la Iglesia. Durante el siglo XVI la duquesa de Alba trasladó sus restos a Villafranca y, posteriormente, a Valladolid.
En el siglo XIII, Alfonso IX cedió todos los bienes del Monasterio al cabildo catedralicio de Astorga. A partir de ese momento desaparecen las noticias relativas al Monasterio y sólo hay referencias a la Iglesia. Fray Prudencio de Sandoval lo calificó como “la cosa más curiosa y digna de ser vista entre las antigüedades que tiene España”.
Este pueblecito fue elevado a la categoría del Conjunto Histórico Artístico Nacional allá por 1976. La principal razón fue la buena conservación de su arquitectura popular, propia de una localidad de montaña. Más tarde sería declarado Bien de Interés Cultural, concretamente en 2008.
A continuación, lo mejor que ver en Peñalba de Santiago.