Antes de repasar lo que ver en Estepa lo ideal es conocer algo su historia. Desde el comienzo de la invasión árabe formó parte de la Cora de Écija. Sin embargo, a finales del siglo IX fue conquistada por Omar Ben Hafsún, descendiente de godos convertidos al Islam que encabezó una rebelión contra el califato cordobés. Posteriormente, los Omeyas construyeron una alcazaba, una mezquita y una medina en la llamada Istabba.
Al descomponerse el califato a comienzos del siglo XI, formó parte de la Taifa de Carmona y después de la de Sevilla. Fue reconquistada en 1241 por las tropas de Fernando III el Santo. Más tarde, alcanzado 1267, Alfonso X entregó la plaza para su defensa a la Orden de Santiago. Durante los dos siguientes siglos sería una de las plazas fuertes de la llamada Banda Morisca, frontera contra los nazaríes.
En 1344, Yussef de Granada asaltó Estepa y se retiró. Los granadinos regresaron en 1462, cuando Ali Muley Hacen, hijo del Sultán Mohamed XI de Granada, lideró otro asalto. Se llevó consigo a quienes encontró en los arrabales, pero fue perseguido y derrotado en la Batalla del Madroño por Rodrigo Ponce de León. Su valor fue superado por las estepeñas Inés Pérez y Altonia Martín la Cana. Al saber que sus maridos habían sido capturados en una escaramuza con los moros, convencieron a numerosos villanos para salir juntos a la captura de musulmanes de renombre para canjearlos por sus esposos. Lo consiguieron.
Durante 1559, Felipe II recuperó el control de la villa. Sin embargo, ese mismo año la vendió por 800.000 ducados a un banquero genovés de la Casa de los Centuriones. Al hijo del noble le entregaría Felipe II el Marquesado de Estepa en 1564. De esta forma, la localidad pasó a ser la capital de las posesiones de estos. Precisamente en esta época alcanza Estepa su mayor esplendor artístico y cultural.
Debido al imparable crecimiento urbanístico y demográfico que experimenta la ciudad, en el siglo XIX se convierte en un nudo de comunicaciones entre Andalucía y el resto de España. Por ello sería escenario clave durante la Guerra de la Independencia. Estepa vio morir fusilada a “La Torralva”, una patriota que arengó a la población contra los franceses. Tanto los antinapoleónicos como los bandoleros utilizaron la localidad como lugar de escondite.
Entre los bandidos locales destacó Juan Caballero, El Lero. Consiguió vivir plácidamente de los frutos de sus fechorías, siendo incluso objeto de una biografía. También consiguió salvarse, emigrando a la Argentina y publicando sus memorias, Joaquín Camargo, El Vivillo. Aún más célebre fue El Pernales, considerado el último bandolero romántico de España. Su leyenda de generosidad le creó un aura tal que la gente se negó a dar por auténticas las pruebas de su muerte a manos de la Guardia Civil en 1907.