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Valle de la Fuenfría, paseos entre poesía

Valle de la Fuenfría

El pino silvestre y el agua que discurre por pequeños, y no tan pequeños, arroyos son los protagonistas del madrileño valle de la Fuenfría. Situado en la vertiente sur de la zona central de Guadarrama, al norte del valle y a 1.792 metros de altitud se encuentra el puerto de la Fuenfría, frontera entre Madrid y Segovia. Al sur espera Cercedilla, población histórica donde las haya. De norte a sur y de este a oeste, recorrer este valle es un paseo poético e histórico, ideal para toda la familia.

Descubriendo el valle de la Fuenfría

Colores del valle de la Fuenfría
Colores del valle de la Fuenfría. | Shutterstock

Uno de los aspectos más destacables del valle de la Fuenfría es el pasado romano al que se remonta, del que todavía perviven huellas palpables. Una antigua calzada romana es, de hecho, una de las vías principales a la hora de lanzarse a descubrir la zona a pie. En su día se construyó para unir Titulcia con Segovia, hoy es un bonito camino empedrado. Cuatro puentes romanos completan esta huella de otro tiempo, levantados para salvar esos arroyos que serpentean por el valle.

El agua encuentra en este lugar otra forma de expresarse, en forma de las piscinas naturales del parque de Las Berceas. En este enclave el viajero más aventurero podrá disfrutar también de actividades como la tirolina o la escalada, tan popular en la vertiente madrileña de la sierra.

Es también muy popular la pequeña pero llamativa cascada formada en el arroyo de la Navazuela. Pasó a conocerse, con el paso del tiempo, como la Ducha de los Alemanes. En este punto coinciden de nuevo naturaleza e historia. A comienzos del siglo pasado, varios alemanes se convirtieron en los primeros montañeros de la sierra y aprovecharon este salto de agua para refrescarse. Su actividad en seguida pasó a ser conocida en un valle por el que, además, pasa uno de los múltiples senderos del Camino de Santiago.

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Una montaña llena de historias

Mirador del valle de la Fuenfría
Mirador del valle de la Fuenfría. | Shutterstock

Lo cierto es que este rincón de la montaña está repleto de historias. Otro hombre de origen germano, Eduardo Schmidt, se esmeró tanto en explorar y cuidar el lugar que hoy en día tiene su propio camino: el Camino Schmidt. El mismísimo Camilo José Cela lo inmortalizó en uno de sus libros más populares: Viaje a la Alcarria.

Cela, ganador del Premio Nobel de Literatura, cuenta con su propio rincón en el valle de la Fuenfría. Un reloj de sol que lleva su nombre y que puede encontrarse en la ruta que une los diferentes miradores de los poetas. Hay otro Premio Nobel aquí. Vicente Aleixandre quedó inmortalizado porque él mismo inmortalizó, en sus versos, la sierra: sobre esta cima solitaria os miro / campos que nunca volveréis por mis ojos / Piedra de sol inmensa, eterno mundo / y el ruiseñor tan débil que en su borde lo hechiza. Estas palabras pueden leerse sobre una de las piedras del mirador que lleva su nombre, en la conocida como Ruta de los Poetas.

Una última figura a destacar: la de Luis Rosales, que amó este lugar tanto como para quedarse a vivir en él. A comienzos de los sesenta de la pasada década, Rosales habitó en Cercedilla. Volvería tiempo después para pasar los últimos días de su vida. Desde uno y otro punto de los mencionados, se observa el valle en todo su esplendor.