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Segovia es para el invierno

Segovia es para el invierno

Claro que Segovia es para cualquier época del año. Es para el verano, cuando las temperaturas nocturnas permiten refrescar cuerpo y mente mientras se disfruta de paseos tranquilos por el precioso casco antiguo de la ciudad. También es para el otoño, cuando las hojas empiezan a caer y las castañas inundan las aceras. Entonces la Alameda de la Fuencisla se tiñe de mil colores y merece la pena detenerse en cada uno de ellos. Es también para la primavera, época en que los títeres han invadido tradicionalmente las calles. Época de senderismo en los alrededores de la capital y de terraceos interminables. Pero Segovia, sobre todo, es para el invierno. O quizá es que el invierno sea de Segovia.

La mejor versión de un castillo de cuento

Impresionante Alcázar de Segovia
Impresionante Alcázar de Segovia. | Shutterstock

Para entender el porqué de esta afirmación debe uno posar la mirada, en primer lugar, sobre el impresionante castillo que protagoniza una de las imágenes más tradicionales de la ciudad. El alcázar de Segovia es uno de los monumentos más importantes de la geografía española y, dicen, inspiración para el famoso universo de cuentos de Walt Disney. Nadie podría culparlo: a veces la realidad supera cualquier intento de imaginación y este castillo parece sacado de un sueño.

Debe sus actuales formas a Felipe II, que gobernó a mediados del siglo XV. Mucho antes de su reinado, en cualquier caso, ya existía una fortaleza en el lugar. Se han encontrado en la zona restos de sillares tan antiguos como los que conforman el acueducto, por lo que los romanos debieron comprender, ya en su tiempo, la privilegiada localización del mismo. Ese imponente perfil que ha protagonizado numerosos homenajes al paisaje se alza sobre el valle del río Eresma, como si desafiara el precipicio.

Por su posición, pero también por la elegancia de sus formas, el alcázar de Segovia ha sido siempre admirado y aplaudido en todo el mundo. Pueden considerarse afortunados, por tanto, todos aquellos que hayan disfrutado de este castillo en su mejor versión. Esta llega cuando llegan los copos de nieve, tiñendo sus torres de blanco, perfilando aún más sus formas y concediendo al valle sobre el que se alza una estampa, como la de Disney, de cuento. Puede observarse desde diferentes perspectivas: desde la pradera de San Marcos, desde la iglesia de la Vera Cruz o desde el monasterio de Santa María del Parral. O desde las numerosas rutas de senderismo que se extienden en torno a la alameda de la Fuencisla. Desde todas ellas se coincide en una misma certeza: no hay otro castillo igual.

Segovia bajo un manto blanco

La Dama de las Catedrales cuando cae la nieve
La Dama de las Catedrales cuando cae la nieve. | Lopez_Grande, Pixabay

Cuando la borrasca Filomena causó estragos en la ciudad de Madrid y dejó imágenes de ciudadanos esquiando por las avenidas, los segovianos, en sus casas, debían estar sonriéndose. Es una práctica habitual, en los días de nevadas e incluso de heladas, lanzarse desde la cuesta de Teodosio el Grande, la misma que ve pasar a los competidores de la tradicional Carrera del Pavo, celebrada cada 25 de diciembre. En todos esos descensos, es el acueducto el que espera al final.

Segovia se encuentra a una altitud de 1.005 metros. Las primeras nieves del centro de la península suelen recalar en la ciudad, a la que no le cuesta cobijarse bajo un manto blanco que siente como propio. Los inviernos son largos y fríos, con el característico aire castellano curtiendo los rostros de los habitantes. No nieva todos los días, pero a veces nieva mucho. En las zonas más altas de la ciudad, las que se acercan peligrosamente a la sierra, la nieve impide que la rutina siga su curso. Se han visto, en los últimos años, montones que llegan por encima de las rodillas de cualquier adulto.

Se han visto también paisajes maravillosos. El acueducto, con la sierra al fondo, cubierto de blanco. La Dama de las Catedrales, tan serena como siempre, pero cubierta con una capa diferente. Las panorámicas desde esos rincones situados a mayor altitud, desde donde se obtienen bonitas imágenes de una ciudad que nunca se ha echado a dormir durante el invierno. Al contrario: las terrazas, quizá más hoy en día, están repletas de gente. Los segovianos no le temen al frío. Es uno más entre ellos.

Paisajes nevados

Jardines del Palacio de la Granja de San Ildefonso
Jardines del Palacio de la Granja de San Ildefonso. | Shutterstock

Abandonando la ciudad, la carretera conduce a escenarios semejantes. La sierra de Guadarrama, que también es segoviana y abulense, no sólo madrileña, espera al fondo. Con leyendas como la de la Mujer Muerta, que ha acompañado a los segovianos desde siempre, y desde noviembre a marzo, con mucha nieve. Antes, dicen los segovianos de mayor edad, duraba todo el año. Con ella se disfruta de los reales montes de Valsaín, cercanos a la capital, o del impresionante Real Sitio de La Granja de San Ildefonso. Las actividades que acompañan a este fenómeno meteorológico también esperan a un paso de Segovia, confirmando que es el invierno el que se rinde ante las características naturales de capital y provincia.

Así que, sí: Segovia es para el invierno. Puede disfrutarse en otros momentos del año, pero la imagen que estas líneas quieren atrapar, conservar y homenajear es la que se consigue cuando llega el invierno y la nieve empieza a caer, con todo lo que eso significa.