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La plaza mayor de mayor tamaño de España no se encuentra en ninguna capital. Sin embargo, sus sorprendentes dimensiones dan una idea de la importancia histórica que ha tenido durante siglos la villa que la acoge. Para visitarla, es necesario acercarse a la provincia de Valladolid. Allí, a unos 50 kilómetros de la capital provincial, está enclavada desde tiempos remotos Medina del Campo, cuya magnífica plaza está resguardada por el abrazo de nobles edificios y es testimonio de la riqueza cultural del municipio.
Una plaza mayor que sintetiza la historia medinense
Con más de 14 000 km², la Plaza Mayor de la Hispanidad en Medina del Campo supera a las de Salamanca o Madrid, y se convierte en la más extensa de España y de las más grandes de Europa. La plaza mayor ha sido siempre el corazón de la ciudad, pero lo fue especialmente durante la Edad Media y el Renacimiento, por la importancia de las ferias que se celebraban en tan magnífico espacio. Estas ferias tenían carácter internacional y reunían a miles de comerciantes, cuyos negocios terminaban necesariamente con un rito eclesiástico que los oficializaba. De ahí proviene la expresión todavía tan usada de «esto va a misa».
En la plaza mayor están representados desde aquellos tiempos los tres brazos de la sociedad del Antiguo Régimen: Iglesia, Municipio y Corona. La Iglesia está presente a través de la imponente Colegiata de San Antolín, de estilos gótico y renacentista principalmente. Además de sus dimensiones, destaca en ella el balcón de la Virgen del Pópulo, que está orientado al interior para poder recibir misa desde él, y que es precursor de las Capillas de Indias.
El municipio está presente en la Casa Consistorial, justo al lado de la oficina de turismo, y la monarquía, por el que fue Palacio Real. En este palacio falleció nada menos que Isabel de Castilla, después de firmar su testamento.
Viaje del Medievo al presente
Además de los avatares históricos de la villa de Medina, la plaza mayor es un fantástico compendio de la historia de toda España. Particularmente, ilustra muy bien la evolución de las ideas urbanísticas en Castilla, que luego fueron trasladadas al Nuevo Mundo.
Los primeros rasgos se dibujan hacia el siglo XIII, en el cruce de la antigua cañada de Salamanca y el viejo camino de Ávila. Esa antigua plaça de Sanantolin ve cómo crecen edificios de diverso tipo junto a los monasterios y parroquias que había en el lugar. El siglo XV será el de las primeras ferias, que traen una época de esplendor a Medina del Campo. De esa actividad comercial quedan los nombres de las aceras actuales: el Potrillo, la Joyería, la Armería…
Sin embargo, también tienen lugar varios incendios, en especial uno que se produce durante la Guerra de las Comunidades, en 1520. Estos sucesos dan lugar a un nuevo tipo de edificaciones, en que la altura, los pórticos y los aleros pasan a estar regulados. Con el declive de las ferias, no obstante, llega el de la propia ciudad, pero mucho después, con la llegada del ferrocarril en 1860, el progreso toma nuevos bríos. El aspecto del centro de la ciudad sufre cambios profundos, y la estética de la plaza, que había sido comparada con la de San Marcos de Venecia, se resiente un poco.
Las últimas décadas, por suerte, han devuelto una gran vitalidad a la plaza de Medina. Después de ser Plaza de la Constitución, de la República y de España, la Plaza Mayor de la Hispanidad ha vuelto a revivir su esencia, la del gran escenario que acogía animados mercados, pero también eventos religiosos, fiestas, corridas de toros o los populares juegos de «lanzas y cañas».
Los otros encantos de Medina del Campo
La plaza mayor de Medina del Campo es, sin duda, un excelente punto de partida para conocer no solo la villa, sino la historia de toda España. Sin movernos de la plaza se puede visitar tanto la Colegiata de San Antolín, con su portentosa torre, como el Palacio Real Testamentario, un espacio donde acercarnos a la figura de Isabel la Católica. La vida cotidiana y comercial, sin embargo, está fantásticamente recogida en un museo único en su especie, el Museo de las Ferias, excelente para comprender la importancia del fenómeno desde antiguo. Y otro museo clave es el Centro de Interpretación Huellas de Pasión, más centrado en la Semana Santa.
Con todo, la visita no puede estar completa sin conocer el gran monumento de la ciudad: el impresionante Castillo de la Mota, que vela por Medina del Campo desde el siglo XII y es su mayor emblema. Después de este paseo asombroso por la historia, la mejor opción será degustar el delicioso tostón asado o lechazo, o simplemente un verdejo de la D.O. Rueda.
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