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Lithica, la cantera que vistió a Menorca de blanco

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Durante décadas el hombre arrancó miles de bloques de piedra del corazón de las Pedreres de S’Hostal. Una piedra caliza muy especial con nombre propio: el marés. Fueron esos bloques los que, tiempo después, dieron forma a una de las señas de identidad de Menorca: las casas blancas que salpican toda la isla. Pero Lithica no fue, ni es, una simple cantera.

La extracción de piedra en Las Pedreres de S’Hostal fue el germen de una singular obra de arte que la naturaleza se encargó de continuar construyendo cuando la cantera cayó en el abandono. Más tarde, volvió a ser la mano del hombre la que intervino en el paisaje para obrar el milagro. Conseguir que un espacio condenado al olvido resurgiera de sus cenizas para convertirse en uno de los lugares más sorprendentes que ver en Menorca.

Un poco de historia de Lithica

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Cantera de Lithica. | Shutterstock

Visitar Lithica es adentrarse en un lugar mágico donde la piedra habla. En sus paredes aún se perciben las marcas del trabajo de los trencadors, aquellos hombres que extrajeron la roca caliza de la cantera. Ellos fueron los responsables de ese primer boceto artístico de lo que hoy es este espacio.

La cantera, situada en Ciutadella, se explotó manualmente desde el siglo XIX hasta bien entrado el siglo XX, cuando la maquinaria pesada permitió una explotación intensiva. Había una razón poderosa para ello: el marés es una piedra que se trabaja con facilidad. De ahí que fuera tan apreciada en la época. Tras su extracción, a este material hay que encalarlo para que ni la erosión ni la humedad lo alteren. Así fue cómo surgió la arquitectura blanca, tan característica de Menorca.

Pero aquel trabajo frenético de las máquinas en la cantera no duró mucho. El urbanismo voraz hizo que el ladrillo y el hormigón sustituyeran al marés en la construcción. El cierre era casi inevitable y llegó en 1994. Pero no fue ese su final. Tal vez, su principio. Abandonada la explotación, una parte se rellenó, en otra la vegetación reclamó su lugar. Así comenzó la trasformación de las Pedreres de S’Hostal en Lithica.

Lithica: un proyecto artístico y de recuperación

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Lithica. | Shutterstock

Mantener vivo un espacio que era parte de la historia de Menorca, conservarlo, embellecerlo y darle un nuevo uso. El tiempo ha demostrado que aquel sueño de un grupo de amantes de la piedra encabezado por la escultora Laetitia Sauleau no era una utopía. Ellos constituyeron la Sociedad Cultural Lithica y consiguieron dar forma a lo que hoy es este lugar mágico.

Así, aquella antigua cantera se transformó en un paisaje en el que la piedra y la vegetación se confunden. Un lugar en el que el arte se manifiesta de una forma singular y en el que todo sorprende. Las viejas canteras manuales, con sus paredes irregulares y esas marcas que dejaron los trencadors al trabajar con sus herramientas, invitan hoy a la calma y la reflexión. Mientras, las otras canteras, las mecánicas, se han transformado en espacio para todo tipo de manifestaciones artísticas.

Lithica es, por ello, un espacio más vivo que nunca. Un rincón con alma y con historia, que mira al pasado sin perder de vista el futuro y que evoluciona continuamente. En las antiguas canteras ya no se oye el ruido de la maquinaria ni se respira el polvo de la piedra. En su lugar, se escucha música y se percibe el aroma de plantas aromáticas. Lithica es un lugar que invita a vivir nuevas experiencias a través de diferentes propuestas.

El Laberinto de los Vergeles

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Jardín de Lithica. | Shutterstock

Era habitual en Menorca que, cuando las canteras dejaban de trabajarse, se ocuparan con huertos que crecían al abrigo de las paredes talladas. Lithica rinde un pequeño homenaje a esta tradición en el Laberinto de los Vergeles, que ocupa el corazón de las antiguas canteras manuales. Este espacio esconde un tranquilo jardín medieval donde las plantas medicinales, el agua y un pequeño huerto son los protagonistas. Junto al jardín, se descubren dos hitos. Por un lado, un laberinto vegetal de plantas aromáticas inspirado en la mitología. Por otro, un jardín botánico destinado a la conservación y divulgación de la flora autóctona de la isla.

El Laberinto Mineral

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Laberinto de Lithica. | Shutterstock

Entre las imponentes paredes de la cantera nueva, de aquella zona donde la maquinaria cortó la piedra en una verticalidad casi perfecta, se esconde otro guiño a la mitología clásica. El Laberinto Mineral recuerda al del Minotauro. Un laberinto levantado con más de 3000 bloques de marés que casi se mimetiza con el entorno, pero que ofrece una experiencia única y diferente a quien se aventura a perderse en él.

Pero este Laberinto Mineral ha sido solo una de las intervenciones que se han realizado en Lithica. En sus años de transformación, la vieja cantera ha sido, y sigue siendo, un lienzo para la expresión artística. Es un magnífico ejemplo de ese land art en el que arte contemporáneo y naturaleza se dan la mano para crear obras que impactan, que emocionan y que despiertan conciencias. Unas efímeras. Otras, como ese Laberinto Mineral, aspiran a ser eternas.

Anfiteatro de S’Hostal, un espacio para la cultura

Anfiteatro de S’Hostal
Anfiteatro de S’Hostal. | Shutterstock

Esas mismas paredes de la cantera nueva esconden un singular anfiteatro de formas geométricas rectas, pero con una acústica magnífica. Por ello, Lithica es también escenario de interesantes eventos culturales de danza, de teatro y de música. Y no solo en este espacio, también el Laberinto Vegetal y el Mineral se convierten en escenarios magníficos para disfrutar de las artes escénicas. De hecho, Lithica tiene su propio festival, el Festival d’Estiu de Lithica.

Actividades en Lithica

Además de todos estos eventos culturales, la vieja cantera es lugar de talleres, que muestran cómo es el oficio de tallar la piedra. Es también espacio de encuentro para aquellos otros que, más que conocer, quieren experimentar qué se siente al trabajarla. Ese afán didáctico permite disfrutar de otras experiencias interesantes, como un espacio para conocer la técnica de las paredes de piedra seca, tradicional en Menorca y que es Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.

Lithica se ha convertido por todo ello en uno de los espacios más sorprendentes que se pueden visitar en Menorca. Un lugar que descubre una parte del pasado de la isla, que ayuda a comprender su arquitectura y que permite, a la vez, disfrutar de interesantes manifestaciones artísticas.