Frente al templo episcopal se divisan la Casa Pastors, actualmente Palacio de Justicia, levantada durante el siglo XVIII sobre la muralla. Cerca también está la Pía Almoina, hoy sede del Colegio de Arquitectos de Girona. Antiguamente dio cobijo a una institución benéfica, fundada en el lejano año de 1228. El edificio cuenta con una elegante fachada gótica de mediados del siglo XIV en la que se incluyen una serie de ventanas dispuestas en V. De este modo en cada nivel aumenta el número de vanos y disminuye la complejidad de su diseño.
Muy cerca están los Baños Árabes (s. XII) que, pese a su nombre, son unas antiguas termas románicas. En tan curiosa construcción destaca la pequeña cúpula sostenida por ocho elegantes columnas del frigidarium, una piscina de agua fría.
Al norte, a las afueras de la antigua ciudad medieval, se sitúa otra joya que ver en Girona capital. Es el Monasterio de Sant Pere Galligants (s. XII), actualmente es sede del Museu Arqueologic. Se trata de una antigua abadía benedictina cuya iglesia, con tres naves, crucero y cuatro ábsides, es un buen ejemplo del románico catalán. El campanario sobresale en el perfil de la ciudad con sus pisos de planta octogonal de aberturas dobles y decoración lombarda.
Otras dos muestras de románico brillan en Gerona. La primera es la Iglesia de Sant Nicolau (S. XII), de una sola nave y tres absidiolas dispuestas con forma trebolada. La segunda es la Iglesia de Sant Feliú (ss. XII-XIII), con estilizado campanario del gótico tardío y fachada barroca. Resultan imperdibles sus ocho sarcófagos romanos, conservados en las paredes del presbiterio.
Al sur del Barri Vell se extiende el antiguo barrio gremial, formado por angostas calles, pequeñas plazas y numerosas vías porticadas, con arcos anchos y bajos. Entre los soportales más destacables se pueden mencionar los de la Rambla de la Llibertat, a orillas del río, o los de la Fontana d’Or. Esta última es la galería románica más antigua de la ciudad, sobre la que se construyó un palacio gótico (ss. XIV-XV).
Fuera del núcleo histórico, dispersas por el ensanche, se distribuyen notables edificios que ver en Girona capital. Entre ellos abundan obras del excelente arquitecto gerundense Rafael Masó (1880-1935). Tal fue su importancia que cuenta con su propio museo en la Casa Masó. La modernista Fábrica Harinera Teixidor, de 1911, es digna de mención. Lo mismo ocurre con la novecentista Casa de la Punxa, de 1922, o la Farmacia del Antiguo Hospital Santa Caterina, con una rica colección de más de 350 botes de cerámica, jarrones y albarelos. A las afueras de la ciudad se sitúa el Parc de la Devesa, con más de 2.500 plátanos.
Asimismo, la nómina de museos que ver en Girona es otro de sus puntos fuertes. En el Palacio Episcopal se ubica el Museu d’Art, con piezas desde el prerrománico, como el ara portatio de Sant Pere de Rodes, hasta el siglo XX. Por otro lado, el Museu d’Història de la Ciutat está situado en un antiguo convento de Capuchinos (s. XVIII).
Por último, cabe destacar el interesante Museu del Cinema. Si uno quiere regresar a la ciudad, una tradición gerundense aconseja dirigirse la calle de Calderers, frente a la colegiata de Sant Feliú. Allí ha de plantársele un sonoro beso en el trasero de una pétrea leona. Conforme al dicho popular: “no ama Girona quien no besa el culo a la leona».
Esto es lo principal que ver en Girona.