Aquello que ver en Numancia está ligado a su interesante historia. Fue una importante ciudad celtíbera, que los arévacos fortificaron sobre un cerro.
En el año 153 a. de C., los habitantes estaban en práctica rebeldía. La causa era el mal gobierno al que les tenían sometidos los romanos. Por lo tanto, decidieron dar cobijo en sus murallas a unos guerreros de la tribu de los belos, provenientes de la ciudad de Segeda (comarca de Calatayud) y que eran fugitivos de los romanos. Y sería uno de estos, Caro de Segeda, quien lideró a los numantinos y belos. Así, derrotó el 23 de agosto del año siguiente a los 30.000 legionarios comandados por el cónsul Quinto Fulvio Nobilior.
Empleando nuevas tropas apoyadas por elefantes, el cónsul asedió sin éxito Numancia. No obstante, una salida por sorpresa de los arévacos les causó a los romanos unos cuatro mil muertos y la pérdida de varios paquidermos. Poco después el cónsul fue destituido en su cargo.
Tras casi veinte años sin conseguir someterlos, el Senado de Roma confirió la tarea al general Publio Cornelio Escipión Emiliano, llamado “El Africano Menor”. Éste planificó su campaña sistemáticamente. De esta manera, entre los años 134 y 133 a. de C. ordenó edificar alrededor de Numancia un cerco de 9 kilómetros de longitud. Contaba con torres, fosos y empalizadas.
El aislamiento provocó la hambruna y enfermedades de los pobladores, consiguiendo su rendición después de once meses. Pero su prolongada resistencia “numantina”, y el hecho de que la mayor parte se decidiera por el suicidio antes que la esclavitud, hizo que las propias crónicas de los romanos presentaran a sus moradores como héroes. Escipión solo pudo llevar a Roma a cincuenta numantinos como prueba de su gesta.
Al igual que la vecina ciudad de Soria, Garray debió de ser repoblada en los siglos XI y XII. Sus primeros pobladores debieron de ser de lengua vasca. Esto es porque los dos posibles orígenes de su nombre son vascos. Garai (“lugar elevado”) por estar situada en la ladera de una colina. O porque sus pobladores se dedicaran al transporte (la palabra garraio). Es también plausible dada la inmemorial vinculación mercantil de Soria con los puertos vascos.
Miguel de Cervantes la inmortalizó en su obra dramática El cerco de Numancia estrenada en 1585. Con esa gesta se identificó la resistencia española a los franceses en la Guerra de la Independencia, dando nombre a una unidad de voluntarios sorianos.