Aquello que ver en Bagà está ligado a su historia. A pesar del agreste entorno, no hay dudas de que durante la lejana Prehistoria había comunidades primitivas asentadas en esta zona de Barcelona. Así lo demuestran los vestigios materiales de hace unos 5000 años.
Sin embargo, poseemos poca información acerca de esa temprana ocupación. Eso sí, hasta hoy han llegado antiguos ritos paganos como el celebración del fia-faia. Dicha celebración todavía se representa en la localidad en la víspera de la Navidad.
Ese mismo silencio histórico prevalece durante toda la Antigüedad y la primera Edad Media hasta que en el siglo IX aparece el lugar nombrado en un documento. Así, los tiempos iniciales de la historia de Bagà están unidos al conde de Cerdanyà y a sus extensos dominios, entre los que se contaba. Diseminadas había algunas iglesias y cenobios que dependían directamente del Obispado de Urgell.
El señorío sobre el lugar fue ejercido por la familia Pinós, que daría lustre a la localidad debido a su vínculo con los Condes de Barcelona y la monarquía aragonesa. Esa relevancia propició que el conde Galceran II de Pinós, junto con guerreros de la comarca, en el año 1147 desempeñara un activo papel como almirante. Era responsable de las naves aragonesas enviadas para la conquista de Almería.
En 1233 se desarrolla plenamente este centro urbano al serle concedida la carta puebla de manos del conde Galceran IV. De esta manera, se trasladan desde la ladera del monte a un emplazamiento más cómodo para sus pobladores, junto al río Bastareny. Este noble diseñó el entramado urbano de la localidad, promoviéndola con privilegios como la celebración de un mercado semanal.
A partir de 1244, numerosos cátaros (herejes cristianos que buscaban una fe más auténtica) escaparon del sudoeste francés hacia Cataluña. Muchos de ellos se establecieron en Bagà y sus alrededores.
En el primer tercio del siglo XIV la población había crecido tanto que el pueblo ya tenía un arrabal. A causa de la residencia allí de sus nobles señores, el pueblo recibió en 1344 la visita del Pedro III, último rey de Mallorca.
A mediados del siglo XIV, en el monasterio cisterciense de Santes Creus, se pone por escrito la leyenda del conde Galcerán de Pinos. Según la leyenda San Esteve lo liberó milagrosamentede su prisión en Almería. De esta manera se evitó la entrega de cien doncellas de su comarca de Bagà. Por esta razón la historia y su personaje es muy popular entre las mujeres del lugar.
En los siglos XIV y XV la población sufriría epidemias de peste, guerras, terremotos e incendios. No obstante, se había consolidado como núcleo urbano de referencia para sus contornos, prosperando gracias al comercio de lana.
La población tiene un lugar destacado en la historiografía catalana, pues el caballero Pere Tomic allí escribió, en 1438, la primera historia de Catalunya. Con el final del Medievo se acabó también el dominio de los Barones de Pinós. Paulatinamente esta villa pasaría a depender sucesivamente de la casas ducales de Alba y Medinaceli. A diferencia de los anteriores, estos no residieron en la villa.
Los siglos XVI y XVII volverían a estar marcados por las epidemias. También por las consabidas guerras dels Segadors y de Sucesión, si bien la villa fue capaz de mantener su importancia. En cambio, en el siglo XIX la Guerra de la Independencia y los conflictos carlistas acentuaron su decadencia y despoblamiento.
En la centuria pasada Bagà fue relevante por la explotación de las minas de carbón, lo que la permitió recuperarse demográficamente.
A continuación, corresponde leer el apartado Qué ver en Bagà.