¿Sabías que dependiendo de cómo sostengas el abanico o de su abertura, significa una cosa u otra? El lenguaje del abanico es muy sutil y se usaba en España para comunicarse, especialmente con los hombres. Aunque en sus inicios los varones también portaban una especie de abanico de menor tamaño, con el paso del tiempo su uso fue exclusivo de la mujer. Gestos y movimientos que demostraban desde amor incondicional hasta los más airados celos. Un juego de miradas con el abanico de complemento podía resultar de lo más sugerente. El lenguaje del abanico ha llegado hasta nuestros días.
Muy utilizado entre los siglos XVIII y XIX, esta serie de señas se empleaban para comunicarse con pretendientes o amigos. Pintores como Goya, Velázquez, Sorolla o Zuloaga, entre otros muchos, han plasmado en sus cuadros la conexión entre una mujer y su abanico. Actualmente, la mayoría de los artesanos dedicados a la elaboración de abanicos se encuentran en Aldaya, Valencia. Algunos de estos talleres cuentan con más de 300 años de antigüedad. Lejos de lo que pudiera parecer, la confección de un abanico requiere tiempo y son muchos los que intervienen en el proceso de fabricación: calador, pintor, pulidor, fondista… De muchos colores y estilos, los abanicos son un indispensable del verano y del mundo del flamenco. Expresar los sentimientos a través de un abanico es todo un arte. ¿Te atreves a aprender el lenguaje del abanico?