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Tauromaquia y arte, una relación provechosa

Bullfighting and arts

“El toreo es probablemente la riqueza poética y vital de España (…) Creo que los toros son la fiesta más culta que hay en el mundo.” – Federico García Lorca –

Son pocos los aspectos de la sociedad española que hunden sus raíces tan profundamente en nuestra cultura como lo hace la tauromaquia. Se trata de una manifestación cultural que ha estado presente a lo largo de la historia, de manera transversal, por lo que no es extraño que haya tenido su reflejo en otras expresiones de nuestra cultura, como puede ser la literatura. No olvidemos que los escritores de la generación del 27 eran grandes aficionados a los toros, o en la filosofía, pues la tauromaquia ha sido defendida por filósofos como Ortega y Gasset. Pero quizá el arte es el fenómeno cultural en el que más repercusión ha tenido el mundo de los toros, tal vez debido a los paralelismos que se pueden establecer entre tauromaquia y arte en cuanto a su sed de espectacularidad, emoción y poesía.

Esta relación entre tauromaquia y arte llegó a su punto álgido entre los siglos XIX y XX cuando multitud de artistas se sintieron atraídos por las corridas de toros y las reflejaron en sus obras, posiblemente influidos por los sentimientos nacionalistas surgidos en el siglo XIX en Europa que ponían el foco en la cultura y costumbres de los distintos pueblos. Así, aunque con una postura respecto a la “fiesta nacional” que no está aún muy clara, Francisco de Goya fue uno de los primeros artistas en dar fama a los toros por haber creado una serie completa de grabados sobre el tema, conocidos como la serie de La Tauromaquia. En ellos, el pintor de Fuendetodos reflejó con toda crudeza gran variedad de cogidas, atrevimientos y lances, pero desgraciadamente (como sucedió con otras obras del pintor) estos grabados no fueron comprendidos por el público de la época.

Tauromaquia y arte

Más conocido es el interés por lo taurino de los artistas de nuestras vanguardias. Pablo Picasso fue un gran defensor y aficionado a las corridas de toros desde pequeño, cuando acompañaba a su padre a la plaza de Málaga. Esto influyó tanto al joven picasso que los toros están presentes a lo largo de toda su obra, en lienzos, acuarelas, esculturas o grabados. Llegó a ilustrar varios libros sobre tauromaquia e incluso diseñó trajes de luces para toreros amigos suyos. Para conmemorar esta relación tan estrecha con el mundo del toro, en Málaga se celebran las llamadas corridas picassianas, donde los toreros visten trajes inspirados en la obra del pintor. Por otra parte, su mayor rival artístico, Salvador Dalí, también fue un gran asiduo de las corridas en Barcelona y Figueres, llegando incluso a planificar una corrida surrealista (aunque nunca se realizó) que finalizaba con un helicóptero sacando al toro y al torero de la plaza.

Tauromaquia y arte

También es célebre el gusto por esta fiesta de otros artistas como el impresionista Darío de Regoyos o Ignacio Zuloaga, en cuyo lienzo “la víctima de la fiesta” denunciaba la carnicería en que se convertían las corridas con picadores cuando los caballos aún no llevaban peto que los protegiese. Por otra parte, es menos conocida la afición a los toros de Mariano Benlliure, el último gran escultor realista y uno de los pocos en tratar este tema. No obstante, sus figuras reflejan muy diestramente todo el dinamismo, la pasión y la belleza del toreo.

Tauromaquia y arte

Hoy en día es cierto que el interés por los toros ha decaído en cierto modo, sin embargo aún existen artistas que disfrutan de este espectáculo y nos hablan de él en sus obras sin ningún afán de crítica. Es el caso del mayorquín Miquel Barceló, quien ha pintado numerosas veces plazas de toros dentro de su estilo primitivista; e incluso puede verse este interés fuera de nuestras fronteras, donde el pintor Fernando Botero comenzó vendiendo acuarelas en la puerta de la plaza de toros de Medellín (Colombia), tras haber intentado sin éxito convertirse en torero. Años después, sus valiosos cuadros de toreros corpulentos, fieles a su estilo, nos demuestran una vez más que tauromaquia y arte son dos disciplinas que se reflejan y se retroalimentan.