Resulta interesante, antes de pasar a lo que ver en Arcos de la Frontera, conocer algo de su historia. Esta es muy antigua, habiendo poblaciones desde la prehistoria gracias a su privilegiado enclave. Arx-Arcis o «Fortaleza en altura» es el sintagma romano que acabaría conformando su actual topónimo. Sin embargo, como colonia fue llamada Coloniae Arcensium. En sus inmediaciones están los vestigios de la villa conocida como Santiscal.
Los musulmanes le pusieron el nombre de Arkos. En aquellos momentos pertenecía a la cora de Málaga. Al descomponerse el califato cordobés, en el año 1012, la familia bereber de los Banu Jizrun proclamó la Taifa de Arcos. Dicho linaje fortificó y urbanizó la localidad con una estructura aún visible en la antigua zona amurallada. El famoso rey de la Taifa de Sevilla, Al-Mutadid tomó el territorio en el 1069 como parte de su intento de unificar Al-Andalus.
Alfonso X el Sabio logró tomarla primero en 1255 y luego, definitivamente, en 1264. Para asegurar su defensa se la entregó al Infante Don Enrique, volviendo posteriormente a manos reales. Hacia el 1300 se organizaría un concejo local. Gracias a ello, sus pobladores recibieron subsidios y privilegios para asegurar las fortificaciones.
Alcanzado 1408, durante la regencia de Fernando de Antequera y Catalina de Lancaster, la población quedó en manos del condestable de Castilla Rui López Dávalos, conde de Ribadeo. Tras caer en desgracia el territorio volvió a la Corona. Fue en 1431 cuando Juan II creó el condado de Arcos para Pedro Ponce de León. Tal noble edificará la Torre del Homenaje del castillo. Más tarde, sus sucesores lo adaptarían con estancias palaciegas.
La expansión demográfica del siglo XVIII motivaría la edificación, fuera del recinto amurallado, de dos expansiones que hoy sobreviven. Se trata del Barrio Bajo de San Francisco y el más monumental Barrio de la Corredera. Este último se benefició de la preferencia de los nuevos potentados, que edificaron allí sus mansiones. El terremoto de Lisboa de 1755 afectó gravemente a varias iglesias. Además logró derribar un muro del castillo, tapándose con los escombros su foso, sobre el que está la Calle Nueva.
Durante la invasión napoleónica en Arcos de la Frontera se acuarteló un contingente francés. Los galos transformaron las murallas del castillo, causando importantes destrozos. Con el tiempo acabaría integrado en la provincia con capital en Cádiz. Hoy es un bello lugar en el que pasar unas vacaciones algo aisladas y, al tiempo, señoriales.
A continuación, los mejores lugares que ver en Arcos de la Frontera.