En la Edad Media hubo bastantes casos de caballeros musulmanes que junto con su hueste se ponían al servicio de un rey cristiano; así como de caballeros cristianos que se convertían en vasallos de reyes moros. Rodrigo Díaz de Vivar había quedado sin el amparo de su «señor natural» al morir el rey Sancho de Castilla en Zamora casi ocho años antes. Su actitud desafiante hacia el nuevo rey Alfonso VI le acabó suponiendo el exilio de Castilla. Por ello había acudido al vecino reino taifa de Zaragoza (tributario del reino de Castilla) poniéndose al servicio de su rey.
Con gran confianza el ejército de Ramírez se dirigió a reforzar la plaza fuerte de Morella.
El resultado de la batalla fue una aplastante victoria de Rodrigo. Hasta el punto de que resultaron capturados gran parte de los famosos magnates y caballeros que formaban parte del ejército del rey de Aragón. Entre ellos se encontraban el obispo de Roda de Isábena, el gobernador del condado de Navarra, los alcaides de una gran parte de los castillos de Aragón, así como famosos caballeros provenientes de lejanos lugares, como Portugal, Galicia y Castilla, que se habían unido a la expedición leridano-aragonesa.
Tan importante cantidad y calidad de prisioneros supuso para Rodrigo y su mesnada una enorme suma de dinero por los rescates que tantos ricos hombres deberían de pagarle para lograr su libertad. Pero lo que es aún más importante, le brindó a Rodrigo Díaz de Vivar una enorme admiración de los zaragozanos; a partir de entonces estos pasaron a aclamarle como su señor. Además, con el paso del tiempo, ese apelativo de Sidi se iría castellanizándose en boca de los castellanos, convirtiéndose en Cid. Por lo que el significado de la palabra Cid proviene del Sidi que le gritaron en Zaragoza. Y con éste apelativo de el Cid Rodrigo pasará a ser uno de los héroes más celebrados de la historia.
Texto de Ignacio Suarez-Zuloaga e ilustraciones de Ximena Maier