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El barrio de Madrid que se independizó gracias a Cuba

Cerro Belmonte

El episodio que protagonizaron los habitantes de este barrio bien pudo ser el guion de una película de José Luis García Berlanga. Fue una especie de versión vecinal de la historia de David y Goliat protagonizada por un puñado de personas que le plantaron cara al Ayuntamiento de Madrid. Todo por una decisión que consideraban injusta.

Lo curioso no es el final, que es fácil de adivinar por esa analogía con el episodio bíblico, sino la nada convencional forma de vencer al gigante. Los vecinos idearon una estrategia por aquel entonces imaginativa y poco ortodoxa que consiguió que el nombre del barrio traspasara fronteras. Una estrategia de legalidad más que dudosa, pero muy efectiva.

Un barrio humilde en pie de guerra

Casa con decoración de estilo neomudéjar popular
Casa con decoración de estilo neomudéjar popular. | Olgaberrios, Wikimedia

Pocos habitantes de Madrid sabrían hoy situar en el plano de la ciudad Cerro Belmonte. De hecho, su nombre ha quedado casi en el olvido. Sin embargo, hace 35 años la insumisión del que era un barrio muy modesto de las afueras de la ciudad causó un auténtico revuelo.

Fue una rebelión en toda regla que se consumó con una peculiar declaración de independencia. Tal vez sea algo que ahora no suene extraño ni sorprenda demasiado, pero en aquel entonces fue un episodio de lo más sonado. Tanto, que protagonizó páginas enteras de diarios nacionales y hasta internacionales.

El origen de la rebelión de Cerro Belmonte

Casa donde se lee «Villa Esperanza»
Casa donde se lee «Villa Esperanza». | Olgaberrios, Wikimedia

Todo comenzó a finales de los 80, en pleno boom inmobiliario. El ayuntamiento de la capital ideó un ambicioso proyecto de desarrollo urbanístico que incluía expropiaciones en áreas que consideraba bolsas de pobreza. Uno de ellos era Cerro Belmonte, un diminuto barrio de viviendas humildes que habían levantado los propios vecinos mucho tiempo atrás.

Algo más de 5000 pesetas (unos 30 euros actuales) por metro cuadrado o el realojo, eso era lo que el ayuntamiento ofreció a los vecinos a cambio de sus hogares. Pero ese ofrecimiento lo que provocó fue un monumental enfado. Por un lado, porque consideraron injusta la cantidad que se les ofrecía, puesto que en ese suelo se iban a levantar viviendas casi de lujo. Y, por otra parte, porque el realojo se realizaría en pisos situados al otro extremo de la capital. Los ingredientes para la sublevación estaban servidos.

Primeras movilizaciones y un viaje a Cuba

Casa antigua de Cerro Belmonte.
Casa antigua de Cerro Belmonte. | Olgaberrios, Wikimedia

Los vecinos de Cerro Belmonte eran poco más de 200, pero no tardaron en comenzar a manifestar su enfado. A comienzos del verano de 1990 iniciaron las movilizaciones: protagonizaron encierros, huelgas de hambre, potestas callejeras al uso y lo que en aquel entonces era algo inaudito, acampadas en plena calle.

El ayuntamiento seguía haciendo oídos sordos a sus reivindicaciones y todo podría haber quedado ahí, en una simple protesta. Pero lejos de rendirse, los habitantes de Cerro Belmonte dieron un paso que nadie esperaba. Aprovecharon que las relaciones entre España y Cuba no pasaban por su mejor momento y enviaron una carta a la embajada del país caribeño solicitando asilo político.

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Fidel Castro debió de ver en ellos un arma propagandística de primer nivel. No solo invitó a gastos pagados a una delegación formada por 25 vecinos, sino que además los recibió como si de grandes mandatarios se tratara. Hasta dedicó 45 minutos a la cuestión en uno de sus interminables discursos.

Un barrio ‘independiente’

Casa en estado de abandono
Casa en estado de abandono. | Olgaberrios, Wikimedia

Tanto ruido seguía sin conseguir que el ayuntamiento diera marcha atrás en sus planes. Así que los vecinos idearon un golpe de efecto que resultó definitivo: proclamaron su independencia. Lo decidieron a principios de septiembre en referéndum. El colegio electoral fue la casa de una de las vecinas del barrio, la urna un sencillo recipiente y las papeletas estaban escritas a mano. Resultado: 212 votos a favor de la independencia y solo dos en contra.

Esta rocambolesca historia culminó con la proclamación del Reino de Cerro Belmonte. No quedó ahí la cosa. Acuñaron moneda propia, el belmonteño, cuyo valor era el de esas 5018 pesetas que el ayuntamiento pretendía pagar por cada metro de sus casas. Y además escribieron himno propio, diseñaron bandera y hasta redactaron una constitución.

La independencia se proclamó por todo lo alto. De la peculiar celebración y de la surrealista historia del barrio se hicieron eco medios tan prestigiosos como la BBC, Times o Der Spiegel. Tal vez fue esa publicidad la que hizo que el ayuntamiento diera marcha atrás en sus planes. Así que tan solo una semana después de su proclamación, el reino independiente de Cerro Belmonte pasaba a la historia.

Así es Cerro Belmonte en la actualidad

Barrio madrileño de Valdezarza.
Barrio madrileño de Valdezarza. | Malopez 21, Wikimedia

De aquella insurrección vecinal apenas quedan algunos ecos en un barrio que no tardó en perder esa esencia que le permitió ganar una batalla aparentemente perdida de antemano. Muchos vecinos acabaron vendiendo sus casas a un precio mayor del que inicialmente les habían ofrecido con la expropiación o bien renegociaron esta. Otros se mudaron a las viviendas públicas que les ofrecieron más cerca del barrio. Solo unos pocos mantuvieron su resistencia frente a la voracidad urbanística de la época y conservaron sus modestas casas.

Cerro Belmonte quedó engullido por el actual barrio de Valdezarza. Es una zona en proceso de expansión y modernización donde las nuevas viviendas nada tienen que ver con aquellas otras modestas que han quedado para el recuerdo, junto con el de aquella singular insurrección popular.

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