El Hombre del saco, el despiadado maestro de los niños confiados

Es un día cualquiera, en un sitio cualquiera. Sobre las calles de este lugar sin nombre, que podría ser Madrid, León o un pueblo perdido de Jaén, la noche cae con la seguridad de que a esta vida se viene a morir. Pero, aunque la noche caiga, algunos niños se resisten a la evidencia del fin del día. Quieren seguir jugando. Eso es lo que le ha pasado a Lucas, que vuelve una hora más tarde de lo pactado por las vacías calles de este indeterminado lugar.

El ambiente está viciado por una extraña quietud que azuza el ritmo de los pasos del niño. De repente, el crío escucha otros pasos que no son los suyos, acelerando a la par que sus cortas piernas. Unas gotas de sudor le recorren la frente. Lucas, henchido de valor, decide mirar atrás para hacer frente a quien quiera que sea. Una rápida visión, la última: un hombre alto y desgarbado portando a hombros un enorme saco. El chaval ha desaparecido para siempre entre las temibles garras del Hombre del saco, el tripulante más terrorífico de Asusta Niños SA.

Niña asustada frente a una sombra
Niña asustada frente a una sombra. | Shutterstock

Oficio: maestro desempleado

El Hombre del saco es el nombre que ha sacudido las mentes de tantos críos desde tiempos inmemoriales. Es, por detrás del Coco (también integrante de este disfuncional equipo) el asusta niños más famoso y comparte con éste la misma profesión: la de educar a los niños a través del miedo. Más concretamente, la mención del Hombre del saco tiene la función de conseguir que los críos no se fíen de los desconocidos si no quieren que el temido ser se les lleve y se los cargue.

A diferencia del Coco, lo más probable es que a este integrante de Asusta Niños SA no le contraten los padres, puesto que en el caso del Coco los niños no acaban secuestrados ni con las tripas fuera, como sí lo hacen las pobres víctimas del Hombre del saco. Es por eso que decimos que es el integrante más cruel del equipo, pues el Coco en realidad no hace más que asustar, la Guaja solo bebe unos sorbitos de sangre y los martinicos, aún menos peligrosos, solo se dedican a chinchar.

¿De qué vive entonces este señor tan siniestro? Pues diremos que se trata de un desempleado, que no de un mendigo. El Hombre del Saco no pide limosnas. Es un chico emprendedor y, como tal, tiene su propio negocio de niños. ¿Se los come? ¿Los vende? Nunca lo sabremos.

Lugar de nacimiento: un mito con base científica

Los orígenes de este señor son un poco confusos y no resulta fácil establecerlos. Guarda mucho en común con otros monstruos de la infancia como el Tío Saín, de tradición murciana, o el Sacamantecas. De hecho, este último sea probablemente la versión vintage del moderno Hombre del saco, ya que de él se escuchan historias desde la Edad Media.

El Sacamantecas era un personaje de folclore hispánico, que asesinaba a niños y mujeres para después comerciar con su grasa. Esto hay que entenderlo en un contexto en el que se pensaba que la grasa corporal de las personas jóvenes y sanas tenía poderes curativos.

Pero es que, además, tanto el Hombre del saco como el Sacamantecas tienen su propia base científica. Es decir, que se alimentan de hechos reales. En el caso del Sacamantecas fueron varios los crímenes acaecidos en el siglo XIX que recordaban tanto al pérfido personaje como a Jack el Destripador, por tener sus asesinatos componentes similares. Los homicidas Manuel Blanco, Juan Díaz y Enriqueta Martí (casos individuales) se dedicaban a extraer las entrañas de sus víctimas, ya fueran niños o mujeres, para hacer ungüentos supuestamente curativos.

Ya en el siglo XX, concretamente en el año 1910, tuvo lugar un crimen que compartía características tanto con el Hombre del Saco como con el Sacamantecas. De hecho, algunos sitúan en este delito el origen de la figura del Hombre del saco y no al revés. Se trata del conocido como crimen de Gádor, un asesinato perpetrado en este pueblo de Almería que conmocionó a la sociedad de entonces. Este crimen tenía todos los elementos: un niño, un saco y extracción de tripas.

Poder: en realidad es un pringado

Hombre del saco
Ilustración del Hombre del saco. | Paula Garvi

Podría decirse que el poder del Hombre del saco es ganarse la confianza de los críos, pero la verdad es que sería hacerle un cumplido que ni siquiera se merece. El Hombre del saco, a pesar de ser el más cruel de todo el equipo, es el único de la plantilla de Asusta Niños SA que no tiene ninguna clase de poder sobrenatural, como Batman pero en malo. Vamos, que es un pringado que se vale de la inocencia infantil para perpetrar sus crímenes.

Los otros hombres del saco

Al igual que el Coco, el Hombre del saco tiene una fama internacional. Su temible figura está extendida, tal como se señala desde el artículo Figuras de miedo en la infancia: el hombre del saco, el sacamantecas y otros “asustachicos,  “al menos por toda la península ibérica e Iberoamérica, aunque a menudo con variaciones en su nombre”. Así, en algunas zonas de América Latina el Hombre del saco toma la forma de una mujer conocida como la Tata Duende. Esta señora, que se dice que es la protectora de la selva, tiene los pies hacia atrás y le faltan los pulgares, por lo que intenta robárselos a los niños.

Hombre disfrazado de Namahage, versión japonesa del Hombre del saco
Hombre disfrazado de Namahage, versión japonesa del Hombre del saco. | Shutterstock

En Java Central nuestro malvado personaje se convierte en un salvador, el Wewe Gombel. Aunque se dice que este ser es malvado por naturaleza, solo secuestra a los niños maltratados o descuidados con la intención de que los padres aprendan a quererlos. En Japón, el Namahage aprovecha el año nuevo para secuestrar y comerse a los niños desobedientes. En el Mediterráneo Oriental es el L’uomo Nero el que se encarga de secuestrar a los niños que se han portado mal. Y así podríamos seguir hasta la extenuación.

El Hombre del saco en la actualidad

Como ningún buen progenitor quiere que su hijo o hija sea secuestrado por este terrorífico personaje, el Hombre del saco sólo es invocado, no contratado. Para los niños sigue siendo una especie de Voldemort, cuyo nombre les infunde terror. Con el tiempo la figura del Hombre del saco ha terminado destronando a la del Sacamantecas y aún hoy sigue, inmutable, en el imaginario colectivo de muchos.