El 'estremeñu', una lengua en peligro de extinción en Extremadura

Recapitulemos. Hace no mucho tiempo se correspondía con el idioma conocido como tamazight, cuya traducción sería “enterrar con ceniza”.

Bien, ahora me hallo ante el siguiente dilema. Tengo claro que las últimas palabras, “gazinain kheautu xuesco”, van al margen de “los güessus dér las llenguas”, pero en esta última frase dudo. ¿Pertenecen todos los términos al mismo idioma? De nuevo, necesito consultar: libros, artículos, profesionales del tema. Finalmente encuentro la respuesta. "Los güessus" se corresponde con el estremeñu; "dér las llenguas", con el panocho. Vamos por partes. ¿Qué significa "los güessus" y qué es el extremeño?

La historia del estremeñu, una de las tres lenguas minoritarias de Extremadura

Por lo general, los españoles tenemos consciencia de la existencia de tres lenguas cooficiales en nuestro país: el gallego, el catalán y el euskera. A estas, hay que añadirl el valenciano y el aranés. Pero, además, tal como señalábamos en el primer capítulo de Las lenguas en España, hay muchas otras lenguas minorizadas que se nos escapan a la vista.

Sin ir más lejos, en Extremadura hay tres: el portugués oliventino o rayano, hablado entre la villa de Olivenza  y Táliga, en la zona conocida como La Raya; el fala, variedad dialectal del gallego muy usado en los municipios de San Martín de Trevejo, Eljas y Valverde del Fresno; y el estremeñu, variante del asturiano o asturleonés usado, sobre todo, en zonas de la parte occidental de Extremadura.

Las bellas calles de San Martín de Trevejo, uno de los pueblos donde se habla el fala. | Shutterstock

Es esta tercera lengua, el estremeñu, la que nos interesa en este momento. Se trata, según señalaba el Órganu de Siguimientu i Cordinación del Estremeñu i la su Coltura (OSCEC) en su Informe sobre la lengua extremeña, de un “romance andalusí occidental, influido por el árabe hispano”. La inserción del leonés oriental se asentó en la zona en los tiempos de la conquista cristiana, entre los siglos XII y XIII. “Así tenemos, por ejemplo, el Fuero de Coria, promulgado en 1227 y redactado en un leonés antiguo, en algo que podemos considerar el origen del extremeño”, apuntan desde el informe.

Sin embargo, a pesar del nacimiento de esta lengua, la unión de Castilla y León propició que el castellano pasara a considerarse como la lengua culta y de referencia en la Corte. A la par, el leonés se va transformando hasta convertirse en estremeñu. “En el siglo XVI nos encontramos con la obra de Diego Sánchez de Badajoz, párroco natural de Talavera de la Real. En sus diálogos, el habla campesina y pastoril es extremeña frente al castellano culto del clero”.

Así, el castellano se hizo lengua fina y el estremeñu, lengua del pueblo. No es hasta finales del siglo XIX cuando llegaron los primeros intentos serios de transcribir esta segunda. Como ejemplo de ello quedan, por ejemplo, los poemas de José María Gabriel y Galán.

La desaparición de una lengua: “Así no se dice, está mal”

En su artículo La realidad lingüística de Extremadura, este mismo historiador indicaba que en la actualidad “existe una considerable masa de hablantes en el noroeste de la comunidad autónoma y localidades colindantes de la provincia de Salamanca”. Por contra, continúa, “al sur del Tajo, el idioma se encuentra más debilitado y sus hablantes, debido al menor aislamiento geográfico a lo largo de la historia, poseen menor conciencia de usar una lengua distinta del castellano”, calculándose que el número total de hablantes, la mayoría de avanzada edad, es de 10 000 personas, apenas un 1 % de la población extremeña.

Con variantes lingüísticas y nombres distintos según la zona, el estremeñu no se usa nunca para hablar con los forasteros que acuden, por ejemplo, a Serraílla, la única localidad que utiliza rótulos en esta lengua de forma habitual. Tampoco se usa en ningún tipo de ámbito público. Por todo ello, la UNESCO declaró el estremeñu lengua en peligro de extinción.

¿Y el futuro?

Pero no todo está perdido. Por suerte, hay organismos como OSCEC que intentan traer al estremeñu de vuelta: quieren que no sea un recuerdo, sino una realidad. “Lo que queremos es que haya poetas nuevos y haya gente nueva que se ponga a hacer canciones, a hacer novelas, a hacer textos y que se emplee en el día a día, en el ámbito social, y no solo en ese rincón nostálgico, en ese rincón de intimidad de las casas, en ese rincón del recuerdo”, indica Gordo.

El presidente de OSCEC, fundada en 2011, está contento con la acogida que están teniendo las iniciativas de la organización. La gente se sorprende de la existencia de una lengua propia, totalmente desconocida para ellos, para ver en ella palabras y expresiones de su día a día. “Hay demanda, te llaman para hacer cursos”, indica Gordo. “El futuro es este: seguir sembrando, seguir regando”, añade.

Los güessus

Dicho todo esto, solo queda una cosa: traducir la segunda parte de la frase. Su significado: “los huesos”. Unido a lo anterior, ya tenemos la mitad de la oración: “Enterrar con ceniza los huesos”. Quedan aún, al menos, dos lenguas más por descifrar. La siguiente ya la tenemos. Es el panocho.