La Raya (I): orígenes y curiosidades de la frontera más antigua de Europa

Con más de 1.200 kilómetros de longitud, la frontera entre España y Portugal no solo es la más larga de Europa: es también la más antigua. Nueve siglos de historia para La Raya, que ha ido estableciendo sus límites a partir de acontecimientos históricos más que en función de motivos orográficos, aunque sí hay un porcentaje delimitado por ríos como el Miño en el norte o el Guadiana en el sur. De estas y otras particularidades queremos hablar en esta nueva serie narrativa: Historias de Frontera. ¿Qué ocurre cuando se establece una línea invisible entre personas que habitan un mismo espacio?

La Raya, que protagoniza este primer episodio, encuentra su origen en la Edad Media. A medida que los reinos musulmanes fueron perdiendo fuerza en la Península Ibérica, Portugal empezó a definirse como reino independiente y demarcó así su espacio con el de León o el de Castilla. No fue hasta el Tratado de Lisboa de 1864, sin embargo, cuando se conformó la frontera actual. Pueden imaginarse los numerosos conflictos que se han dado hasta llegar a ese punto y cómo el constante contacto entre vecinos que no comparten estado pero sí espacio ha dado origen a una relación peculiar. Relación que se repasará con testimonios en primera persona tras ofrecer el contexto histórico. Vamos, en primer lugar, con esa historia.

El nacimiento de Portugal

Guimarães fue la primera capital del temprano Reino de Portugal

En la península ibérica del siglo IX los reinos cristianos luchaban contra el imperio musulmán. Fue en estas circunstancias cuando nació el primer condado de Portugal, incorporado al Reino de Galicia tiempo más tarde. El segundo condado se formó unos veinte años después de esta anexión, bajo el mandato de Alfonso VI de León. Estas tierras fueron entregadas a Enrique de Borgoña.

Tras la muerte de García II, el Reino de Galicia pasó a Raimundo de Borgoña, pero este no supo defender su territorio frente a los musulmanes, al menos no como reclamaba el monarca Alfonso. Así, una parte de estos terminó también en manos del citado Enrique, mucho más capacitado, a ojos del rey, para la guerra que se estaba librando. Pero este ya estaba a otros asuntos. Concretamente, a buscar la autonomía de las tierras que tenía a su cargo. Este es el origen del Reino de Portugal.

Enrique fundó villas en estos terrenos con el objetivo de aumentar la población. Cuando falleció, en 1112, su esposa Teresa de León fue la encargada de gobernar los condados durante la minoría de edad de Alfonso Enríquez, que terminaría siendo el primer rey de Portugal. Armado caballero a los 14 años, en el año 1127 inició una guerra que le enfrentaría a su propia madre, pues esta no concebía como él la independencia del reino. Tras la victoria en la batalla de San Mamede en Guimarães, Alfonso Enríquez se hizo con el control del condado. Comenzó entonces su lucha particular contra los musulmanes.

En 1139, tras importantes victorias, Alfonso I se proclamó rey. Así nació oficialmente el Reino de Portugal, que se independizó de León en el año 1143, a través del Tratado de Zamora. En 1147 conquistó Lisboa. Desde 1166 y hasta 1168, Alfonso I robó territorios a la corona leonesa, pero su sueño terminó en 1169, cuando Fernando II de León lo apresó en Badajoz. El rey portugués entregó entonces esta ciudad, así como Tuy, Cáceres o Trujillo, que habían estado en su poder por un corto periodo de tiempo.

Pero treinta años más tarde celebraría una gran victoria. El papa Alejandro III reconoció la independencia de estos territorios, pasando a formar parte del conjunto de países vasallos de la iglesia cristiana. Portugal era ya un estado independiente. Los vaivenes de fronteras no habían hecho más que empezar.

La historia de nunca acabar

Iglesia de San Felices de los Gallegos

Este nuevo estado expandió sus dominios, hacia el norte, hacia el este y hacia el sur. En sus primeras décadas de existencia se conformaron regiones como Beira Interior, donde se estableció la frontera con las actuales Extremadura y Castilla y León. La Raya con Galicia, al norte, la marcó el río Miño. Otros como el Limia fueron delimitando pequeños tramos al este. Mientras tanto, Alfonso I continuó la labor de su padre: fundó villas a las que concedió ciertas ventajas atractivas para los nuevos pobladores.

Sancho I de Portugal, el Poblador, hijo y sucesor de Alfonso, se dirigió hacia el sur. Su guerra contra Alfonso IX de León concluyó con una tregua y la repoblación de parte del interior del país. Contrajo matrimonio con Dulce de Aragón, hija de Ramón Berenguer IV y Petronila de Aragón. Fruto de este matrimonio nació Teresa, que terminaría siendo esposa del rey Alfonso IX de León. Es decir: los conflictos se mantenían, pero también nacían las primeras uniones.

Especialmente importante es la que protagonizó Alfonso II de Portugal, que, aunque tuvo continuos enfrentamientos con el Reino de León, se unió a los de Navarra, Castilla y Aragón para ganar la batalla de las Navas de Tolosa, en 1212. Quizá esto supuso un punto de inflexión para ambos lados de la frontera, pues su sucesor Sancho II firmó durante su reinado la paz con León. Alfonso III hizo lo propio con la Corona de Castilla, gracias a su matrimonio con Beatriz de Castilla, ya hacia mediados del siglo XIV. Años antes, en 1267 y con el llamado Tratado de Badajoz, había quedado establecida la frontera entre Castilla y Portugal.

El reinado de Dionisio I se caracterizó por ser un gran periodo de paz, pero a finales del siglo XIII aprovechó la debilidad de la Corona de Castilla para ampliar su territorio. Con el Tratado de Alcañices de 1297, las fronteras entre León y Portugal quedaron fijadas. Los portugueses se llevaron localidades como Olivenza, hoy perteneciente a la provincia de Badajoz, o San Felices de los Gallegos, hoy Salamanca. La historia medieval en La Raya es una historia de conflictos y traspasos continuos, como puede verse. También hay constancia de rincones que terminaron por no sentirse parte de nada.

Ni una cosa ni la otra

Llegada a Tourem, localidad portuguesa con la que Couto Mixto estaba conectada

La relación entre españoles y portugueses ha sido siempre demasiado compleja como para terminar reduciéndola, simplemente, a un trato bueno o malo. Sí podría decirse que ha sido siempre estrecha, para bien o para mal, sobre todo en las zonas más próximas a la línea invisible que comenzó a trazarse como se ha descrito. Así nacieron, durante esta Edad Media, espacios como el Couto Mixto, en la frontera norte entre ambos. Este lugar, hoy tres pueblos gallegos, no se integró en ningún país hasta mediados del siglo XIX. Funcionó al margen de ambos estados y sus leyes, viviendo en una especie de limbo en el que ni España ni Portugal tenían autoridad. Tampoco la necesitaban: este territorio apenas ocupaba 2.700 hectáreas, por lo que no suponía un problema para ninguno. Hoy en día, como se ha adelantado, forma parte de Galicia, pero lleva menos tiempo siendo español que siendo algo entre medias.

Un caso también curioso es el que plantea las llamadas Casas de la Duda o as Casas de la Dúvida, en portugués. Son hogares construidos tan en la frontera que el dormitorio podía pertenecer a España y el salón a Portugal. En el caso de España, las susodichas se encuentran en Valencia de Alcántara, Cáceres. A partir de este emplazamiento ambiguo podían darse situaciones de lo más rocambolescas: entrar en casa perseguido por la ley en territorio español y salir sin posibilidad de ser arrestado en territorio portugués. Es el caso también de los pueblos promiscuos del Norte, a unos treinta kilómetros del Couto Mixto. Soutelinho de la Raia y Lama d’Arcos, hoy en territorio portugués, se encontraban antaño sobre la misma frontera. A veces esta tenía que moverse unos metros para atender las necesidades de los lugareños.

Existen poblaciones que durante buena parte de la Historia han vivido entre un estado y otro, sin pertenecer realmente a ninguno. O perteneciendo a ambos, como quiera mirarse. Es lo que tiene esta Raya ambigua y antiquísima de la que todavía quedan acontecimientos por repasar. Solo hemos llegado hasta la Edad Media.