Verónica, la niña viejoven que acecha desde los espejos

La habitación está en penumbra. Tan solo algunas velas iluminan una estancia que ya no está claro si es de niña o de mujer. Como prueba de esta afirmación, una caja de compresas descansa al lado de un oso de peluche que corona la cama. En el suelo hay tres jóvenes de unos 13 años que debaten acerca de quién será la que se coloque delante del espejo que hay frente al escritorio y haga el ritual: decir tres veces la palabra “Verónica”. Al final, la anfitriona decide que será ella. Justo marcan las 12 de la noche cuando la adolescente se planta frente al cristal y pronuncia Verónica tres veces. Pasados unos segundos de tensa quietud, ella misma y sus amigas se ríen, sin ver que en el espejo una terrorífica figura comienza a moverse… Verónica, la última tripulante de Asusta Niños SA, ha acudido a la llamada.

La leyenda del fantasma del espejo es una leyenda extendida por todo el mundo. Al menos, en Norteamérica y la península ibérica hay poca gente que no conozca alguna de las versiones de esta historia. A este espectro, que puede tener diversas denominaciones, se le puede invocar al decir un número determinado de veces su nombre. Casi siempre el fantasma es una joven o niña que, en el caso español, suele llamarse Verónica o, en el estadounidense, Bloody Mary.

Oficio: orientadora de instituto

“Como observa brillantemente Sarah I. Johnston, los demonios son arcilla con la que la comunidad da forma imaginal a sus miedos y preocupaciones: para cumplir adecuadamente su misión, la arcilla debe permanecer maleable”. Esta frase que Alejandro Arturo González Terriza, doctor en Filología Clásica, escribe en su artículo Verónica, la virgen del espejo y las tijeras. Leyendas etiológicas y rituales de evocación  es lo primero que tenemos que tener claro al hablar del mito de Verónica, pues, tal como señala también este autor, “las leyendas y rituales asociados a Verónica nos dan una buena muestra de esa maleabilidad”. De esto, sin embargo, hablaremos más adelante.

Espejo antiguo en habitación. | Shutterstock

Por ahora, baste decir que de las muchas versiones de la leyenda que se han extendido por la península hay unos pocos elementos que siempre o casi siempre se repiten. El que nunca falla es el de la edad de Verónica, siempre una niña o una adolescente que muere de forma violenta y sangrienta. Según González Terriza, Verónica es “la figura ideal a la que referir los procesos sangrientos del paso de la niñez a la adolescencia, y de la virginidad a la madurez sexual.” El segundo elemento constantemente presente es el del espejo, comunicante entre el mundo de los vivos y de los muertos, entre el mundo del bien y del mal. Por último, aunque ausente en algunas versiones del mito, se repiten mucho las tijeras, el instrumento con el que Verónica se suicida o mata, con el que atacará a sus futuras víctimas.

Verónica cumple así en la plantilla de Asusta Niños SA la función de orientadora, esa persona a la que los estudiantes acuden para pedirle consejo cuando se sienten perdidos. Sin embargo, en este caso, la orientadora resulta ser un poquitín siniestra. Cuando las adolescentes acuden a ella, preocupadas por sus cambios físicos y la llegada de la menstruación, Verónica resulta algo brusca. Su apoyo consiste, básicamente, en dar un susto de muerte a las jóvenes o directamente acabar con sus vidas. Quizás piense que para vivir sangrando cada 28 días mejor pueden morirse.

Lugar de nacimiento: espejos y sangre

Retomando la premisa a la que se refería González, la de la maleabilidad del mito, la historia de Verónica encuentra decenas de variantes. Quizás hasta cientos. Quizás hasta miles. El caso es que resulta muy difícil establecer las raíces de una leyenda urbana que se ha traspasado desde hace no se sabe cuánto de generación en generación. Como tantas otras leyendas de tradición oral, su lugar y época de origen se pierde en la memoria colectiva y, sin embargo, sigue perviviendo.

Pero sí se puede afirmar que hay varias costumbres a las que se asocia esta historia de miedo, costumbres que han estado vigentes en el pasado a lo largo de siglos. En primer lugar hablaríamos de la importancia de la sangre en la historia de Verónica, concretamente de la sangre menstrual. Así, Aristóteles recogía en su tratado Sobre los sueños esta creencia: “En los espejos perfectamente limpios, cuando las mujeres les dirigen su mirada durante la menstruación, la superficie del espejo se torna cual nube sangrienta”.

Ilustración de Verónica. | Paula Garvi

La misma creencia de asociar la menstruación con algo oscuro se mantiene durante la Europa Medieval y aún hasta nuestros días con esa curiosa teoría de que las mujeres menstruantes pueden provocar que la mayonesa se corte. El sangriento paso de Verónica por los juegos que llevan a cabo las adolescentes se convierte en una ruptura de la inocencia. En un supuesto paso a la adultez.

Otra creencia que tiene su reflejo en el mito de Verónica es la de que cuando un enfermo está a punto de morir su alma puede quedar encerrada en un espejo. Es por eso que tanto en España como en otras partes del planeta se tapaban con frecuencia los espejos cuando había algún moribundo en la casa.

Espejo y sangre coinciden, en fin, en casi todas las historias sobre esta terrorífica mujer. Sin embargo, su naturaleza e historia es distinta en cada mito. Así, podemos hablar de una Verónica que es la misma hija del diablo, otra que es el espíritu de una bruja quemada en la hoguera, otra que es el espectro de una adolescente que se suicidó por mal de amores (la versión más extendida)… Aunque también hay otras, como la historia que habla de una Verónica asesinada o la de una niña que murió en un accidente de tráfico.

Poder: apariciones

La pobre Verónica, más que tener poderes, es una niña-adulta o una viejoven, como se prefiera, cuyo espíritu quedó encerrado para siempre en un espejo. Es un buen motivo para estar enfadada y andar dando sustos o matando a la gente la verdad. Además, ¿qué hace el resto del tiempo allí metida? Debemos entender que es este su único entretenimiento. Por eso, tiene el poder de aparecerse cuando la invocan y conectar, desde ese mundo de sombras, con el mundo real.

Las otras Verónicas

En España son muchos los nombres con los que se conoce a Verónica. María Sangrienta, María La Paralítica o La Vieja del Quinto son algunos de ellos, aunque no los únicos. Carolina y Micaela son dos nombres también bastante usados para identificar a este fantasma del espejo. Incluso en algunas variantes el personaje se multiplica en forma de dos hermanas o amigas. Pero, sin duda, la otra Verónica por excelencia es la que se mueve al otro lado del océano Atlántico: Bloody Mary.

En Estados Unidos Bloody Mary también tiene sus tropecientas interpretaciones. En una de las historias que circulan es una vanidosa niña de 15 años que peina su cabello constantemente. Cuando le cortan su querido pelo con la intención de hacerle una broma, Bloody Mary termina, después de unas semanas, quitándose la vida.

Por otra parte, este fue el nombre con el que apodaron a la reina María I de Inglaterra. Hija de Enrique VIII y Catalina de Aragón, María acometió la reforma cristiana de un Reino Unido protestante a través de sangrientas y sumarias ejecuciones, lo que le valió el apodo. Bloody Mary también es, por cierto, un cóctel. Pero esa es otra historia.

La leyenda de Verónica en la actualidad

Cartel de la película Candyman. | Shutterstock

En 1992 se llevó al cine la película Candyman, una adaptación cinematográfica del libro de Lo prohibido de Clive Barker, cuyo argumento es básicamente el mismo que el del mito de Verónica: si se dice cinco veces el nombre de Candyman delante de un espejo se invocará al susodicho. González Terriza apunta que “como resultado de la influencia de estas películas, es posible recoger hoy como leyenda urbana entre los niños y adolescentes norteamericanos una creencia en Candyman que sigue las líneas trazadas por el guion cinematográfico”.

Sin embargo, añade el autor, “antes de ser guion y cuento de terror, la historia del ser fantasmal que se aparece en el espejo al ser invocado un número determinado de veces tenía ya una larga trayectoria en el folklore”. La leyenda de Verónica sigue, pues, muy viva. ¿Qué millennial no oyó hablar de alguna de las muchas versiones de Verónica en sus años de primaria o secundaria?