Las Meigas, las brujas gallegas contratadas por Satán

El escenario es este. Un pequeño pueblo perdido en el verdor de Galicia. La humedad y la niebla cubren el cielo y le dan un toque de misticismo al amanecer de un nuevo día. Una mujer joven sale de su casa y se pone a ordeñar a su vaca. Leche blanca como la nieve emana de las ubres del animal. De repente, la joven ve a una anciana que la observa. Debe de llevar ahí mucho tiempo, pero la muchacha no se había dado cuenta. “¡Buenos días!”, le espeta la chica. La anciana le echa una última mirada antes de irse, pero no contesta. Un escalofrío recorre el cuerpo de la joven. Para cuando vuelve a ordeñar a su vaca un rojo intenso sustituye al blanco anterior. De los senos del animal ahora mana sangre. La certeza acude entonces a la mente de la muchacha: aquella vieja no era otra cosa que una temible meiga, la quinta integrante de Asusta Niños SA.

Oficio: expertas en meigar

Las meigas son, ni más ni menos, que las brujas gallegas. Su denominación parece venir del latín magicus, una palabra que se empleaba, sobre todo en Galicia, para designar a personas con poderes y propiedades mágicas. A veces son curanderas que se dedican a sanar a personas enfermas y utilizan sus poderes para hacer el bien. A estas hechiceras se las suele llamar bruxas. Son como las meigas buenas. Por otra parte, están las meigas en sí, las que nos interesan en este artículo.

Ellas se dedican, como se dice en Galicia, a meigar o, lo que es lo mismo: a hacer el mal, ya sea a personas o animales. Con hacer el mal nos referimos a tareas como matar niños (razón por la que pertenecen al equipo de Asusta Niños SA), destruir los frutos de los campos o echar el mal de ojo. Además, las historias cuentan que estas brujas mantenían relaciones con el demonio con el que, al mismo tiempo, hacían pactos. Vamos, que en realidad trabajaban para Belcebú, aunque mezclaban un poco sexo y trabajo.

Lugar de nacimiento: las cazas de brujas

Ilustración de quema de una bruja
Ilustración de la quema de una bruja. | Shutterstock

Las meigas, como ya se ha dicho, proceden de Galicia, aunque también se pueden encontrar algunas en las zonas de León y Asturias. Pero, ¿cuándo se escucha por primera vez el nombre de esta bruja? La historia de las meigas viene de lejos y se enmarca en aquellos siglos en los que Europa veía brujas por doquier. Las persecuciones de estos seres comenzaron, en el viejo continente, en el Medievo tardío y se extendieron hasta bien entrado el siglo XVII e, incluso, principios del XVIII. Según señala la antropóloga Guadalupe Jiménez-Esquinas en su artículo Las meigas: la transformación de un estigma en recurso patrimonial, hubo un total de 45.000 ejecuciones, aunque fueron muchas más las brujas perseguidas. Sin embargo, hay algunos autores que afirman que, en realidad, se contaron por millones.

Aunque ya desde el siglo XIII se escuchara hablar en Galicia de personas que recurrían a la magia, no fue hasta el siglo XVI, en medio de la oleada de la caza de brujas europea y en pleno apogeo de la Inquisición española, cuando se dejó escrito por primera vez el término bruja. Entre finales de aquel siglo y principios del siguiente, poco después del famoso caso de las brujas de Zugarramurdi que aconteció en Navarra, se escucha por primera vez el término de meiga, término que ha perdurado hasta la actualidad.

Cueva de las brujas en Zugarramurdi
Cueva de las brujas en Zugarramurdi. | Shutterstock

Jiménez-Esquinas apunta que en Galicia llegaron a contarse “112 casos de magia, brujería y hechicería entre 1565 y 1683”. Sin embargo “para el caso gallego las cifras recogidas por Lisón Tolosana son solo la punta del iceberg”, añade. Hay que señalar que, de entre estas cifras, 82 eran mujeres que compartían perfiles similares: mayores, viudas, solteras, mendigas o parteras. Y que, además, solían ser mujeres que subvertían los mandatos sociales. ¿Una mujer soltera que regentara su propia casa y que fuera curandera? Eso solo podía significar una cosa… De hecho, que tuvieran habilidades médicas era casi lo peor visto desde la Iglesia y la sociedad. Y esto no es leyenda, sino historia.

Poder: hechiceras terroríficas

Volviendo al mito, es posible que de toda la plantilla de Asusta Niños SA las meigas sean los seres más poderosos. No solo pueden hacer todo tipo de hechizos, sino que, por supuesto, también pueden salir a volar en sus viejas escobas. Un medio de transporte muy eficaz que les viene de perlas a la hora de irse a buscar niños para comer.

Las viejas historias también dicen que las meigas practicaban el sabbath, reuniones de brujas presididas por Satán y en las que acontecían toda clase de perversiones sexuales. ¿Las famosas imágenes de varias mujeres alrededor de un carnero? Eso sería un sabbath. Nótese que lleva el mismo nombre que la fiesta judía, una religión que por entonces era considerada como una perversión para los cristianos.

Cuadro de El aquelarre, de Francisco Goya
Cuadro de El aquelarre de Francisco Goya. | Wikimedia

Las otras meigas

Pero los poderes de las meigas van más allá, dependiendo de qué tipo de meigas sean. En total, alrededor de unas 11. Las conocidas como meigas chuchonas o chupadoras son las más peligrosas: pueden transformarse en vampiros o insectos y sorben la sangre de los niños o les roban su grasa corporal para hacer con ella pociones. Las asumcordas son, por así decirlo, las chivatas del aquelarre: espían a las personas en sus casas y vigilan quién entra y quién sale. En tercer lugar, tenemos a las marimantas, las conocidas como meigas del saco y que compiten en profesión con el hombre del saco, del que hablamos en nuestro capítulo anterior. Por otro lado, la bruja lobismulle es una mujer loba; la feiticeira se encarga de hipnotizar a hombres a los que después ahoga en el agua; y la lavandeira pide ayuda al caminante para lavar la ropa y castiga a quien la escurre en el sentido contrario a ella misma.

Por suerte, hay algunas meigas que, si no llegan a ser benévolas, al menos no son malignas. Hablamos de las voladoiras, que vuelan y hacen piruetas acrobáticas en el aire; las cartuxeiras, que se dedican a echar las cartas; las vedoiras, que son esbeltas y adivinas, además de saber contactar con el más allá; o las agoreiras. La conocida como dama de castro es también un tipo de meiga que vive bajo tierra y que se aparece ante personas afligidas a las que ayuda.

Meigas volando
Meigas volando en la noche. | Paula Garvi

Las meigas en la actualidad

Han pasado muchos siglos desde que se mencionara por primera vez el nombre de meiga. Aún ha pasado más desde la primera vez que se hablara de brujas en Galicia. Pero, aunque las meigas no lleguen a la fama del Coco o del Hombre del saco, su Galicia es común, aún hoy, escuchar la frase de “Yo no creo en las meigas, pero haberlas haylas”.