La Viajera del Arte emerge del túnel que le brindaba el escape de una obra espectacular, la de Un mundo de Ángeles Santos. Sale asustada y agitada ante la oscuridad de la que acaba de ser testigo y cae de bruces en un suelo de arena de tonos ocres. El sol brilla ahora con fuerza y acaricia su rostro. La muchacha alza entonces la cabeza y se levanta, sacudiendo su cuerpo de tierra. Respira agitada, pero poco a poco se va calmando. El paisaje que contemplan sus ojos invita al sosiego y ella lo recibe con los brazos abiertos.