A-8, un viaje por lo mejor de la Autovía del Cantábrico
La última de las grandes autovías del país recorre la práctica totalidad del Norte de España. Desde la frontera con Francia, en Irún, hasta conectar con la A-6 en Bahamonde, Galicia. Una ruta de cortes épicos que discurre entre el mar y el monte. Sus impresionantes viaductos se mezclan con una variada cultura gastronómica y patrimonial. Gracias a ello los hitos que ver en la A-8, la Autovía del Cantábrico, son casi inabarcables. Por todo lo anterior, recorrerla de punta a punta es una fantástica opción de escapada para un fin de semana.
El tramo de peaje en Euskadi de A-8
Kilómetros 0 a 100
El kilómetro cero de la Autovía del Cantábrico se encuentra en Guipúzcoa. Concretamente, en el barrio irundarra de Behobia, en plena frontera con Francia. Ya desde el primer tramo se comprueba la tónica general que tendrá la A-8 tanto es su parte libre como de peaje. Discurre por el interior, a pocos kilómetros del mar, permitiendo sentir la tensión entre montaña y mar. Cabe destacar como curiosidad que, en puridad, se por su diseño se trata de una autopista en todo su recorrido.
Aproximadamente en los primeros cien kilómetros la denominación de esta carretera es AP-8. Sus peajes son caros, pero la alternativa son nacionales y autonómicas que no compensan por la carga de tráfico que llevan habitualmente. Sea como fuere, se trata de un segmento de gran interés mirando tanto a la costa como al interior.
Los puertos guipuzcoanos de la Autopista del Cantábrico
Kilómetros 0 a 57
Al igual que otras grandes carreteras del país, como la A-66 o la A-12, la Autovía del Cantábrico posee una gran unión con el Camino de Santiago. De hecho, en paralelo discurre íntegramente el Camino del Norte. Este parte de Irún, primera población de la A-8. A tiro de piedra queda Hondarribia, un colorido y animado puerto. Este tipo de localidades marcarán la travesía hasta Deva, por unos 60 kilómetros.
Poco después de empezar se pasa por Rentería, que da acceso a Pasajes, un conjunto de cuatro núcleos en torno a la bahía homonima. Los más destacados son los que se sitúan en la boca que conduce al mar abierto, uno a cada lado: pasajes de San Juan y San Pedro. Ambos se conectan por una lancha usada tanto por vecinos como peregrinos y turistas. Colindan con la Bella Easo, San Sebastián, una de las ciudades más bonitas de España gracias a su gastronomía, playas, paseos marítimos y arte.
La circunvalación de Donosti, por Astigarraga y Lasarte, es compartida con la AP-1 y tras ella discurre junto a la N-634 hasta su final, salvo algún tramo. Los pueblos portuarios cercanos a los que pasa la A-8 son muchos y la mayoría merecerían una parada, por lo que hay que ser selectivo. Así, aparecen los nombres de Orio, Zarautz, Getaria, Zumaia (famosa por su relación con el pintor Ignacio Zuloaga), Deva o Mutriku.
Todos ellos lucen comparte una relación indeleble con el mar cantábrico y pesqueros o traineras entrenando. Cabe también estar atento también a los grandes acantilados que marcan esta abrupta costa. En todo el trayecto sigue el mismo recorrido que el Camino de Santiago de la Costa.
Los montes vascos de la A-8 hasta Bilbao
Kilómetros 57 a 100
A partir de Deva, la A-8 gira hacia el interior. Remontado el curso del río que da nombra a esta coqueta población costera se pasa por localidades como Elgoibar. Antes de pasar esta, un pequeño desvío permite ir hasta Azkoitia, Azpeitia y el Santuario de Loyola. La vía fluvial se deja poco antes de Eíbar, la ciudad armera donde nació el mencionado pintor Ignacio Zuloaga.
En estos valles se puede sentir la importancia que tuvo la industria pesada, algo compartido con gran parte del País Vasco. Ya en Vizcaya, Durango o la cercana Elorrio son buenos ejemplos de ello. Una vez se pasa Amorebieta apenas quedan kilómetros para que la AP-8 desaparezca en favor de la A-8, terminando el peaje. Bilbao, con su Casco Viejo y demás zonas, puede ser tanto una parada de lujo como el punto inicial para aquellos que quieran evitar pagar autopista. Sus tabernas y restaurantes son muy reconocidos.
Las Rías de la A-8
Al ser una vía que circula cerca del Cantábrico, las rías son un elemento al que prestar especial atención. Estos valles marinos en la desembocadura de los ríos han sido vitales para el desarrollo de buena parte de las localidades por las que transita la A-8. De Orio al Eo, son algunos de los accidentes geográficos más notables que ver en la ruta por la autovía.
Ría del Nervión
Kilómetros 100 a 133
Aunque la de Orio es la primera que atraviesa la vía, la Ría del Nervión posee una entidad mucho mayor y cae en la parte gratuita. La A-8 va por la Margen Izquierda desde Basauri a Santurce y Ciérvana, pasando por Baracaldo, Sestao o Portugalete. Un viaje por la historia industrial del Gran Bilbao que desemboca en Pobeña, con su estupenda playa de la Arena y su vía verde de Itsaslur, muy breve e ideal para principiantes del senderismo.
Rías de Cantabria
Kilómetros 160 a 190
Aunque antes se pase por la de Oriñón, la ría de Treto es una de las más importantes de la comunidad autónoma cántabra gracias a que abastece a las Marismas de Santoña. Se cruza por un puente a la altura de Colindres y el pueblo que le da nombre. Los alrededores de Santoña y la misma población son muy llamativos, con fortalezas, faros y naturaleza a raudales. También está al lado Laredo, localidad vacacional por excelencia.
Las rías Tina Mayor y Menor se sitúan al final de Cantabria. La primera, de hecho, separa la comunidad e Asturias. Unquera, con sus famosas corbatas, se sitúa entre ambas. Ya en terreno asturiano Colombres posee grandes muestras de arquitectura indiana, como se verá más adelante.
Rías asturianas de la A-8
Kilómetros 190 a 480
En el Principado de Asturias hay varias rías muy notables a las que prestar atención. La primera es la de Villaviciosa, localidad que también será protagonista en el apartado dedicado a la cultura de la sidra a través de la A-8. Situada antes de Gijón, cerca de ella, en Tazones, desembarcó Carlos I en su llegada a España.
Aunque no pase por ella, la ría de Pravia queda muy cerca de la Autovía del Cantábrico. En la desembocadura del Nalón, cerca queda también Muros de Nalón. Está en el comienzo del Occidente de Asturias. Algo más adelante espera la ría de Navia. El encantador pueblo homónimo la escolta en un entorno espectacular.
Finalmente, la ría del Eo es la última que cruza la carretera, pasando a Galicia por un enorme puente. Forma una barrera natural que antiguamente se superaba por el sur, por Vegadeo. Este camino lo siguen aprovechando algunos peregrinos jacobeos. Cabe mencionar también la ría de Foz, la tierra del Bispo Santo, muy amplia y que ve por la margen derecha.
El idilio entre playa y monte del paso de la A-8 por Cantabria
Kilómetros 140 a 190
La Cordillera Cantábrica y el mar con el mismo apellido son una dupla inseparable en buena parte de la autovía. Esta relación se hace omnipresente en Cantabria. Allí la montaña coge más altura que en Euskadi, con los Picos de Europa como mejor exponente de este hecho. Los acantilados aportan bellos paseos, son abundantes. Además las playas, algunas en parques naturales, son otra constante.
En el primer tramo de la A-8 en Cantabria se sigue el mar muy de cerca. La histórica villa de Castro Urdiales con sus playas es el primer gran atractivo que se ve. Al tiempo, los kilómetros que conectan esta población con Islares dejan vistas de primera. Parar tanto en este bonito pueblo cántabro como en Cérdigo es una idea estupenda si gustan las panorámicas marítimas. Superado Oriñón se alcanza Laredo. Su puntal es una enorme extensión playera que acaba enfrente de Santoña. Pero si gustan los enormes arenales, lo mejor es tomar un desvío hasta Noja una vez pasada la ría de Treto.
A continuación toca dejar de ver la costa varios kilómetros, aunque esta no queda lejos. La razón es que se circunvalará Santander por el lado sur de la reserva de Cabárceno llegando hasta Villaviciosa. Es perfectamente posible desviarse a la capital cántabra por la SA-10 y aprovechar para disfrutar de Liencres y su entorno natural antes de reconectar con la autovía.
También por dentro se avanza, por Cabezón de la Sal, hasta las inmediaciones de San Vicente de la Barquera y Unquera, famosa por sus corbatas, donde el ambiente marino vuelve a dominar. De camino hay una miríada de posibles salidas que tomar. Por ejemplo, a Suances, Santillana del Mar, la cueva de Altamira o Comillas.
Los quesos de la A-8
A lo largo de toda la ruta
El ambiente montañoso que domina gran parte de las comunidades atravesadas por la A-8 es responsable en buena medida de que se produzcan unos quesos excelentes. Por ejemplo, algunos se curan en cuevas con condiciones perfectas para su elaboración. Además, los múltiples valles hacen que la ganadería tenga un desarrollo extraordinario de Euskadi a Galicia, lo que ha contribuido por siglos a que se de una gran tradición quesera. Esta ha cristalizado en multitud de D.O.
Quesos D.O. de Euskadi y Cantabria
En País Vasco la única es el Idiazábal. La población que le da nombre queda a media hora de la AP-8 en Eibar, aunque se puede comprar en toda la provincia de Guipúzcoa. Se caracteriza por ser ahumado y estar elaborado con leche de ovejas Latxa y carranzana.
Mientras tanto, en Cantabria hay tres quesos con Denominación de Origen. En la zona de Liébana, donde está Potes y al sur de Unquera, se producen dos de ellos. Los Quesucos de Liébana son pequeños, suaves o ahumados. Se hacen con leches de oveja, vaca, cabra o mezclas. Mientras tanto, el Picón es un excelente queso azul. Por último queda el Queso Nata de Cantabria, de vaca, compacto y blando.
Los quesos de la A-8 en Asturias y Galicia
Asturias es otra tierra quesera de primera. Su D.O. más conocida es la de Cabrales, en el interior del Oriente. Se trata del queso azul más famoso del país, muy fuerte y sabroso. Su vecino el Gamoneu también es azul y se hace con mezcla de leches. Ambos son algo picantes y mantecosos. El Afuega'l Pitu se elabora en zonas como Muros de Nalón y Pravia, por las que pasa la A-8. Más suave que los anteriores, es de vaca y admite diversos grados de maduración. Por su parte, en las inmediaciones de Langreo, Mieres y Oviedo se ejecuta el Casín, un potente queso de montaña.
Para acabar con este repaso a los quesos de la A-8 quedan los gallegos. Las DD.OO. Arzúa-Ulloa y Tetilla guardan muchas similitudes. Sus quesos son suaves, ideales para combinar con membrillo. Sus zonas de producción se encuentran cerca del final de la Autovía del Cantábrico, hacia Santiago de Compostela. En pueblos de la misma carretera, como Vilalba, brilla el San Simón da Costa, ahumado y de vaca. Finalmente, el Cebreiro se produce en los Ancares, bastante alejados de la autovía.
El eje Llanes-Avilés, naturaleza e industria en la Autovía del Cantábrico
Kilómetros 300 a 400
La primera mitad del paso por Asturias de la A-8 abarca el Oriente y su parte central. De esta forma, Llanes es la primera gran población que uno se encuentra. La carretera se despliega cerca de la costa de nuevo. Así, parar tanto en la localidad llanisca como en Ribadesella es muy sencillo. Ambas comparten excelentes playas, bonitos puertos y una masificación turística total. Si se busca tranquilidad, mejor mirar a otro lado.
Hasta Villaviciosa, la tónica general la marcan valles, desembocaduras y una costa quebrada pero mucho más calmada que la que espera una vez superado Gijón. La naturaleza, así, se fusiona con las poblaciones en estampas preciosas. Colunga, La Isla, Lastres o Priesca son posibles paradas.
Aunque el ambiente montés y marino sigue siendo notable, Gijón y Avilés hacen que el paisaje industrial coja mucho peso. Los grandes astilleros y las siderúrgicas han languidecido desde sus épocas gloriosas. Por ello, estas ciudades se han intentado adaptar a los nuevos tiempos siguiendo el modelo de Bilbao. Gracias a ello han hecho de la cultura su gran valor y protagonizan multitud de eventos a lo largo del año.
La cultura de la sidra a lo largo de la Autovía del Cantábrico
A lo largo de toda la ruta
Tanto Asturias como País Vasco tienen en la sidra un elemento cultural muy identificativo. Aunque en ambos territorios se ha intentado llevar los orígenes de la elaboración sidrera hasta la época romana, esto se basa más en hipótesis peregrinas que en hechos comprobados. Lo que sí está claro es la presencia de la manzana desde estas épocas en el norte de España.
Durante la Edad Media, desde el siglo VIII, ya se producía esta bebida alcohólica. Fueros, herencias o documentos eclesiásticos lo demuestran. La influencia Asturiana abarcaba Cantabria, Galicia y el propio Euskadi. Se cree que el Camino de Santiago fue una de las vías por las que llegaron las recetas desde el interior de Europa. De esta forma, tampoco se ha podido asegurar si la tradición fue de tierras vascas a astures o viceversa. Sea como fuere, desde entonces la sidra ha sido un continuo.
En el Principado de Asturias la bebida es menos ácida, se cambia de barril y se prensa menos. En ningún momento ha sufrido declives importantes. Hoy son habituales los festivales en torno a ella, espichas en las que se celebra el carácter comunal del consumo de sidra. Entre las mayores productoras se encuentra el concejo de Villaviciosa, aunque la producción abarca casi todo el territorio.
Mientras tanto, en Euskadi sufrió un grave receso en el XIX. Tras siglos en los que los marineros vascos la llevaron en sus viajes, estuvo a punto de desaparecer. Sin embargo, resistió en Guipúzcoa, en muchos de los pueblos que transita la AP-8. Sin ir más lejos, Astigarraga se considera la capital del sagardo, como se denomina la bebida en esukera. En los últimos años han prosperado las sidrerías. Estas salas comunales ofrecen manjares locales como txuletones y bacalao con pimientos mientras se bebe sidra de enormes barriles o kupelas. Sin embargo, de ir a una hay que estar atento y asegurarse de que efectivamente los productos son locales.
Un recorrido por la salvaje costa occidental asturiana
Kilómetros 420 a 550
Llegado el Occidente de Asturias, los acantilados se hacen protagonistas. El carácter del Atlántico va cobrando fuerza, lo que se ve reflejado en sus playas. La más reconocida es la del Silencio, cerca de Novellana. Sin embargo, si se quiere un lugar para contemplar esta costa en todo su esplendor hay que ir a la ermita de la Regalina en Cadavedo. Ubicada al final del pequeño pueblo, deja vistas espectaculares del litoral desde una buena altura.
En este tramo de la A-8 es muy habitual encontrar localidades conformadas en hondonadas que suponían puertos naturales. Cudillero es el más conocido de estos pueblos junto a Luarca. En este último sorprende su níveo cementerio, que permite ver desde lo alto la herradura que forma la población. También destaca su Quinta, en el Pitu. No hay que pasar por alto otras encantadoras villas marineras como Tapia de Casariego o Navia.
Cabe resaltar que entre Avilés y Cadavedo la N-632 es la que acompaña a la A-8. En tal población, retorna la N-634. Aunque hay pueblos muy interesantes hacia el interior, solo se han recomendado los que miran al mar debido a que el desvío hacia dentro supone asumir en la mayoría de los casos grandes desniveles. Aunque se esté a unos pocos cientos de metros de la costa, la sensación puede ser la de estar en mitad de una montaña. Por ello, alcanzarlos suele conllevar una cantidad de tiempo demasiado grande que solo compensaría si se dedicara un día entero a ellos. Un buen ejemplo de esto es Tineo y sus alrededores.
Los viaductos y túneles más espectaculares de la A-8
A lo largo de toda la ruta
La complicada orografía de la Autovía del Cantábrico ha supuesto que completarla haya requerido de colosales obras de ingeniería civil. La abundancia de valles y montes que da a la ruta su gran belleza natural también supone que se hayan tenido que ejecutar algunos de los viaductos y túneles más grandes del país. Respecto a los primeros, sobresale el de la Concha de Artedo. Muy cerca de Cudillero, tiene 110 metros de altura y más de 1.180 de longitud.
No lejos de Navia se halla el puente sobre el río Barayo, de 630 metros de largo y 65 de altura, así como el también enorme puente de Navia. Otros hitos sobresalientes de este tipo son los pasos de Retuerto, Eíbar, Cándano, San Antolín, Ontón, Abadín o el que cruza el Eo.
En lo tocante a túneles, el Ordovícico del Fabar, tras Ribadesella, alcanza en torno a kilómetro y medio. Resulta extraordinario porque en su construcción se sacaron a la luz multitud de fósiles de la época que le da nombre. Mientras tanto, también en Asturias, resultan muy notables los túneles de Santiuste y de la ría de Villaviciosa. En el resto de la ruta no faltan otros ejemplos de excavaciones impresionantes.
El montañoso segmento gallego de la Autovía del Cantábrico
Kilómetros 550 a 590
Los últimos kilómetros de la A-8 vienen marcados por la inmersión en los montes lucenses. Sin embargo, el Cantábrico tiene dos joyas marítimas finales que ofrecer. Por un lado está Ribadeo, primera población gallega y que se alza sobre la ría del Eo de forma muy vistosa. Por otro, la Playa de las Catedrales, un monumento natural único en el que la erosión ha formado intrincados arcos y cavernas en la costa.
Como en la mayor parte de la Autovía del Cantábrico, esta continúa siguiendo los pasos del Camino de Santiago del Norte. Sin embargo, tal sensación se intensifica al entrar en la sugerente terra galega. Un breve desvío permite conocer Mondoñedo, cuya catedral y pazos componen grandes atractivos. Abadín, Vilalba y Baamonde son las últimas poblaciones de interés antes de que la A-8 desemboque en la A-6.
Lugares medievales imprescindibles en la A-8
A lo largo de toda la ruta
La antigüedad de muchas de las poblaciones por las que pasa la Autovía del Cantábrico hace que los restos medievales sean muy abundantes. Casi en cada población hay algún elemento de tal época. El conjunto más notable es Santillana del Mar, en Cantabria. Su colegiata de Santa Juliana está acompañada de todo un casco histórico que conserva un aspecto del medievo. En la misma comunidad están la sobresaliente Santa María de los Ángeles en San Vicente de la Barquera o Santa María de Bareyo, una joya del románico.
Al oeste, en Asturias, hay diversos ejemplos de prerrománico como San Salvador de Priesca. Mientras tanto, en Galicia aguarda la antiquísima basílica de San Martiño de Mondoñedo a la altura de la ría de Foz, tras un pequeño desvío. El lugar a donde se trasladó la sede episcopal, Mondoñedo, posee una notable catedral. Sin embargo, la gran maravilla espera al final de la ruta: Sobrado dos Monxes. Se sitúa a media hora de Baamonde y es una muestra extraordinaria del estilo cisterciense.
La herencia de los indianos en la Autovía del Cantábrico
A lo largo de toda la ruta
Los indianos son una de las grandes características diferenciales del Cantábrico. Aunque el fenómeno no se ciñe solo al norte de España, fue allí donde más impacto dejó. De esta forma, la A-8 es un eje repleto de huellas de estos inmigrantes que hicieron auténticas fortunas en América.
El estilo indiano se caracteriza por la fusión entre la arquitectura de las zonas donde nacieron los comerciantes y la colonial. Así, las fachadas de colores planes, brillantes en muchas ocasiones, se mezclan con otros coloridos detalles en complejos realmente llamativos. Desde Euskadi se puede ver la mano de los indianos, tanto en puertos como en zonas del interior. Lo mismo puede decirse de Galicia.
Con todo, Asturias y Cantabria son las zonas donde más se ve la huella indiana. Comillas es el mejor ejemplo. El marqués de Comillas se considera el indiano por excelencia. El palacio del Sobrellano es una de las muestras más monumentales del poderío que tuvo, junto al edificio de la Universidad Pontificia. Un miembro de su familia política fue el responsable de encargar el Capricho a Gaudí, debido a la relación que el marqués tenía con el mecenas principal del artista, Eusebio Güell. Al tiempo, en Cabezón de la Sal destaca el palacio del Conde de San Diego.
Nada más entrar en Asturias, Colombres posee la magnífica Quinta de Guadalupe, sede del Archivo de Indianos. Llanes con su casino, Ribadesella, Villaviciosa, Navia... En todos estos lugares se pueden contemplar las bellas casonas y los edificios públicos que los indianos elevaron en sus pueblos de origen.
Los parque naturales más bonitos de la A-8
Kilómetros 46 a 520
En toda la ruta hay muchos parques naturales donde detenerse. Empezando por el final, en Galicia sobresale la Playa de las Catedrales. Tiene un carácter monumental basado en la erosión y requiere reserva, gratuita, para entrar. En Asturias, el paisaje más habitual es el de las zonas protegidas de la costa occidental y oriental. El Cabo de Peñas o la Ría de Villaviciosa son otros hitos asociados al mar. Por el interior, la Cordillera Cantábrica da cabida a grandes sierras y cadenas montañosas como los Picos de Europa.
Mientras tanto, en Cantabria está la conocida reserva de Cabárceno, con animales en semilibertad. En la costa resaltan las Marismas de Santoña, las playa de Oyambre y las dunas de Liencres. Por dentro, la vertiente cántabra de los Picos de Europa y Saja-Besaya son las zonas montañosas más bonitas.
Por último queda Euskadi. Urdaibai queda cerca de Bilbao, al igual que el entorno de Urkiola, una zona muy fronteriza. Pagoeta y las Peñas de Aya ya pertenecen a Guipúzcoa. Lo mismo pasa con el famoso Flysch de Zumaya.
Parar a comer en la A-8
El norte es muy conocido por su magnífica gastronomía y la Autovía del Cantábrico explota esta virtud al máximo. Marisco de primera, pescado fresco, lácteos a mansalva, carnes deliciosas... Hay mucho donde elegir.
Sidrería Gartziategi de Astigarraga
Kilómetro 19
En primer lugar, solo se recomienda este restaurante si no se va a conducir después. Al fin y al cabo, ir a una sidrería o Sagardotegi y no poder tomar sidra es absurdo. Es una de las más antiguas de Euskadi y lleva produciendo la bebida desde el siglo XVI. Junto al Urumea, el caserío donde se ubica es de la misma época. Abre al público general del 18 de enero al 5 de mayo, la época del txotx. Su menú consta de tortilla de bacalao, bacalao con pimientos, txuleta y queso con membrillo y nueces.
Bodegón Joxe Mari en Orio
Kilómetro 35
Orio es muy conocida por sus pescados a la brasa, especialmente el besugo. De entre sus muchos locales, sobresale el Bodegón Joxe Mari. Una auténtica institución local, es algo caro pero merece la pena. Lleva funcionando desde mediados del siglo XX. El noble pez se elabora al estilo local, con un refrito de aceite, cayena, vinagre y ajo.
Asador Olegario en Ortuella
Kilómetro 115
Cerca de Bilbao aguarda este asador. Un lugar muy típico donde degustar platos hechos al horno. Cabrito, cordero, cochinillo... Cualquier elección es buena. Al estar junto a la N-634 el acceso es muy sencillo.
Real Club de Regatas de Santander
Kilómetro 200
El señorial palacio Pombo, edificio del siglo XIX que ordenó levantar el marqués que lo nombra, es la sede de este club. Por dentro reina el ambiente que se espera de una asociación de este tipo. La sorpresa es que posee un restaurante muy económico. Con menús del día desde unos 9 euros, comer en su sala supone todo un lujo. Además, la comida está muy bien.
Casa Carmen en Gijón
Kilómetro 380
En el mismo Gijón espera uno de los mejores lugares para comer cachopo en Asturias. Se trata de Casa Carmen, un clásico en el que brilla sobre el resto la versión XXL de este plato tan de moda. La receta clásica es la más solicitada y agradecida. Además hace gala de diversas raciones muy originales por si un cachopo parece poco.
El Barómetro de Luarca
Kilómetro 460
La reserva es casi obligatoria en este restaurante del pueblo de Severo-Ochoa. Muy familiar y de tamaño contenido, está en el puerto de la ciudad. Sus croquetas son sencillamente espectaculares, de una textura muy suave. En carta ofrece fabas con distintas elaboraciones, entre las que destaca las que llevan almejas. Los pescados son asimismo excelentes y su flan de queso es un culmen estupendo a una comida que suele irse a los 25 o 30 euros.
El Álamo en Tapia de Casariego
Kilómetro 490
Con más de 20 años de experiencia, El Álamo es una opción muy buena para parar comer en la A-8. Se sitúa cerca de la frontera con Galicia, en un pueblo caracterizado por su entorno abrupto con playas y un castro. De nuevo a pie de la N-634, su carta es amplia y contiene pescados, carnes, arroces y fabas. Permite tanto una comida rápida como una más reposada.
O Piano en Ribadeo
Kilómetro 505
Según se entra en Galicia se encuentra este asador-parrilla. Separado del centro, el ambiente es muy tranquilo tanto en la terraza como en el interior. Las entradas se basan especialmente en productos del mar, como los chipirones. Del mismo modo, las croquetas son excelentes. Después, las carnes son la mejor opción. Su chuleta de vaca gallega es solo apto para valientes. En cuanto a los postres, también merece la pena pedirlos. En total, con bebidas, la comida suele costar unos 30 euros.