La pirámide que honra a Cataluña en la frontera con Francia

Un coche transita por una interminable carretera de hormigón. Una infinita línea gris que algunos viajeros llevan horas y horas recorriendo, tantas horas que incluso han dejado de estar en España para estar en Francia. Discurren por la autopista A9, también conocida como la Languedocienne o la Catalane. Y, de repente, en uno de los laterales de la misma, aparece una figura en lo alto de una colina. Parece un castillo, pero no lo es. Se trata de la Pirámide de Bofill, un monumento que el barcelonés erigió en 1976 como homenaje a su comunidad y como un apunte de color entre la monotonía del paisaje de frontera.

Un poco de historia de la frontera hispano-francesa

La frontera entre España y Francia se definió formalmente a mediados del siglo XVII con la firma del Tratado de los Pirineos en la isla de los Faisanes, un documento que ponía fin a una guerra entre ambos países. Después hubo algunos cambios, aunque es con la firma de los Tratados de Bayona, expedidos entre 1856 y 1868, cuando se establecieron los límites definitivos que hoy siguen vigentes (a excepción de pequeños cambios).

Así, la frontera hispano-francesa se extiende a lo largo de más de 650 kilómetros entre el suroeste de Francia y el noreste de España. De oeste a este, la delimitación empieza en los municipios de Hendaya y Fuenterrabía, el primero francés y el segundo español. Después, la frontera se prolonga a lo largo de los Pirineos hasta llegar a Andorra, donde se interrumpe a lo largo de decenas de kilómetros. Esta imaginaria línea termina a la altura del mar Mediterráneo, en los municipios francés y español de Cerbère y Portbou, respectivamente.

Las claves de la Pirámide de Bofill

Pirámide de Bofill desde lejos. | RBTA

Apenas traspasada la aduana entre ambos países, se erige en el lado este una alta colina, salpicada por unas largas escaleras que culminan en un edificio de colores rojizos, bautizado como la Pirámide de Bofill. En los años 70, la Sociedad de Autopistas del Sureste de Francia encargó al Ricardo Bofill Taller de Arquitectura (RBTA) un proyecto que no estaba definido ni era explícito.

Pero sí se tenía clara una cosa: se quería romper, aunque fuera fugazmente, con la monotonía de la autopista. «Se trataba de diseñar un proyecto que contribuyese a la humanización de las Autopistas del Sureste, como respuesta a la monotonía de interminables kilómetros de alquitrán y hormigón», señalan desde el RBTA.

En un principio, el proyecto iba a ser un paseo de más de un kilómetro, pero esto resultó demasiado ambicioso y se optó por el plan B: la pirámide. Además de con la intención de darle más heterogeneidad al paisaje, el arquitecto quiso hacer un homenaje a Catalunya. Para ver esta parte del monumento hay que subir a la cima del mismo. Allí, aparecen representadas las cuatro barras de su escudo y su bandera. Además, desde el estudio añaden que «simboliza y materializa la cooperación internacional y la fraternidad».

Las columnas de la Pirámide de Bofill que representan un homenaje a Catalunya. | RBTA

Otra de las curiosidades de la Pirámide de Bofill es que la colina sobre la que se asienta está construida con los escombros de la tierra que hubo de retirarse para la construcción de la carretera. El tamaño de la misma es de 80 metros de altura, mientras que su base alcanza los 100 metros.

Lugares cercanos al monumento de Bofill

Al encontrarse en la frontera hispano-francesa, desde la Pirámide de Bofill es posible visitar enclaves tanto de Francia como de España. La sierra de la Albera, que administrativamente forma parte tanto de Gerona como de los Pirineos Orientales de Francia, está al lado del monumento, si bien es cierto que depende de a qué zona de la misma se pretenda ir. En cualquier caso, las rutas que ofrece son muy variadas. Además, monasterios, monumentos megalíticos, castillos e iglesias aparecen con asiduidad en la zona.

Les Cluses, una localidad enclavada en dicha sierra, se ubica a apenas siete minutos en coche de la pirámide y posee varios monumentos de interés, como los vestigios del fuerte romano, un puente medieval o la iglesia parroquial. Destacan los restos de la Vía Domitia, la primera calzada romana construida en Galia.

Localidad de Colliure, en el sureste de Francia. | Shutterstock

Algo más lejos, a 30 kilómetros del monumento de Bofill, se encuentra la comuna costera de Colliure. Su ubicación junto al Mediterráneo, su tradición artística o sus bonitas calles y fachadas son motivo para hacerle una visita. Aquí murió, por cierto, el poeta Antonio Machado durante su exilio en la Guerra Civil Española.

La Pirámide de Bofill constituye un trazo original que eleva las cabezas de los conductores y de sus acompañantes durante al menos un segundo y les hace preguntarse qué están viendo. Vigilante desde las alturas, este monumento está diseñado por uno de los grandes arquitectos contemporáneos de España y supone un descanso en el camino, un sitio en el que coger fuerzas para continuar con el resto del viaje.

También puedes leer este artículo en inglés y francés.

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