La rebeldía de un matrimonio que hizo nacer a Vilanova

Ya sabemos que por el Mediterráneo vagan bellas Nereidas dispuestas a salvar al marinero que lo necesite. Mientras, Posidonia cuida de las praderas submarinas. Sin embargo, los protagonistas de la presente leyenda se las valieron solos para dar portazo a un malvado señor al que debían vasallaje. Su rebeldía fue, según cuenta una leyenda popular que se extiende cientos y cientos de años atrás, el motivo por el que hoy podemos disfrutar en la provincia de Barcelona de la ciudad de Vilanova i la Geltrú...

Puerto de la ciudad de Vilanova i la Geltrú
Puerto de la ciudad de Vilanova i la Geltrú | Shutterstock

El malvado barón de La Geltrú

Había una vez, muchos, muchos siglos antes, un lugar llamado La Geltrú. Un barón gobernaba con mano de hierro la villa y regentaba a sus vasallos con cruel convicción. Pero la peor parte les tocaba a sus vasallas. La tradición dictaba que los señores feudales gozaban del llamado “derecho de pernada”, según el cual  los nobles tenían la potestad de pasar la noche de bodas con la mujer de sus súbditos. Vamos, que tenían el derecho a violarlas en la que era, supuestamente, la primera experiencia sexual de las jóvenes. El señor de la Geltrú practicaba, cómo no, este privilegio con especial devoción.

Vivía en la villa un muchacho que quedó prendado de una joven, ambos súbditos del barón. Después de hablarlo con sus padres, el chico decidió casarse con ella sin pedir permiso al noble, pues quería evitar que su futura mujer pasara la noche con el malvado hombre. Todo esto, por supuesto, lo decidió antes de hablarlo con la máxima interesada, porque para qué. El caso es que la joven accedió, no se sabe si por inercia o por amor, a la proposición del muchacho y a su plan de desacato. Sin embargo, los padres de ella no aprobaban la desobediencia a su señor, pues tenían miedo de las consecuencias. Además, lo más seguro es que el sacerdote tampoco accediera a casarles sin el consentimiento del barón. Ante tales dificultades, la pareja trazó una nueva confabulación.

La leyenda de la fundación de Vilanova

Así, antes de contraer matrimonio, el muchacho  construyó una pequeña casa en la cercana playa a La Geltrú, donde no llegaban los dominios del señor. Vaya, que se construyeron una choza en plena primera línea de playa. ¡No eran listos ni nada! Lo de proteger las costas en pleno medievo no se contemplaba. Antes de realizar dicha hazaña, tuvieron que pedirle permiso a otro barón, el que regentaba el actual municipio de Cubelles. Por suerte, el noble no practicaba el deleznable derecho de pernada y accedió al traslado.

Ilustración de la leyenda de la fundación de Vilanova
Ilustración de la leyenda de la fundación de Vilanova | Fuente propia

Una vez organizado todo este pifostio, del cual el señor de La Geltrú no se enteró, seguramente porque pasaba de la vida diaria de los villanos, el muchacho pidió permiso al barón de La Geltrú para casarse con su amada. El noble accedió, relamiéndose los labios, pues sabía lo que eso significaba. El día de la boda los novios se casaron en la capilla de La Geltrú. Acudieron amigos y parientes e, incluso, el malvado señor se pasó a tomar unas copichuelas. Pero, al llegar la noche, la recién casada no se presentó ante el noble que, enfurecido por sus frustrados anhelos, envió a sus súbditos a buscarla. Nadie los encontró en ningún rincón de sus dominios.

Días después, se supo que la pareja había ido a vivir a las orillas de la villa, alejadas de la jurisdicción del malvado barón. Muchos vasallos del lugar siguieron los pasos del rebelde matrimonio. Fue así como nació Vilanova, que tiempo después terminaría incorporando a la propia La Geltrú. Y, suponemos, vivieron felices y comieron perdices. O, quizás, se tiraron los trastos a la cabeza, nadie sabe.

El derecho de pernada: entre la realidad y el mito

La existencia o no del derecho a la pernada, también conocido como droit de cuissage o ius primae noctis, es una cuestión constantemente debatida por los historiadores. Aunque algunos defienden su existencia, son muchas las voces que afirman que se trataba de una ley más bien teórica, pero que no se llevaba a práctica. La periodista Ana E. Ortega afirma en National Geographic que “desde luego, los abusos de esta clase han sido una constante de la historia, pero cabe plantear si realmente existió tal derecho en la Edad Media”.

Atardecer en una de las playas de Vilanova i la Geltrú
Atardecer en una de las playas de Vilanova i la Geltrú | Shutterstock

Para defender esta posición, los expertos aluden a la escasez de pruebas testimoniales. Bien es cierto que la Sentencia arbitral de Guadalupe de 1486 afirma que quedaban abolidos malos usos como el que permitía al señor acostarse la noche de bodas con la recién casada o, como rezaba el documento, "la primera noche quel pages prende mujer, dormir con ella". Pero también quedó constatado que los señores feudales afirmaban desconocer la existencia de tal práctica. Puede ser que los nobles mintieran. Sin embargo, de nuevo, el bajo número de pruebas que acreditan esta horrible costumbre indican que se acercaba más bien al terreno de la leyenda.

De hecho, una de las teorías que se baraja es precisamente esa. El derecho a la pernada no habría sido más que un mito que existía en las mentes de los campesinos y vasallos. No hay que olvidad que en ocasiones sí estaban obligados a pagar al señor para poder casarse.

La Habana chica

Centro de Vilanova i la Geltrú
Centro de Vilanova i la Geltrú | Shutterstock

Ya en el mundo real, el aburrido, ese en el que no hay ni dragones ni Nereidas ni existe un colegio de magia llamado Hogwarts, la historia indica que Vilanova fue fundada en el siglo XIII. Fue el rey Jaime I el que concedió la Carta Puebla al enclave en el año 1274. Antes, desde el siglo X o, incluso, más atrás, estaba La Geltrú. En el siglo XIV se constituyó el municipio de Vilanova de Cubelles, Cubelles y La Geltrú, pero debido a la Guerra de Sucesión la distribución quedó dividido. Por un lado, Cubelles, por otro, Vilanova i la Geltrú.

En los años que le siguieron la que es hoy capital de la comarca del Garraf experimentó un notable crecimiento económico, acompañado de una amplia inversión en cultura. Ello, junto con la construcción de grandes jardines y el ambiente festivo que inundaba las calles y que se mantiene hasta nuestro días, hizo que Vilanova i la Geltrú fuera conocida como La Habana chica en el siglo XIX.

Fiestas en la ciudad de Vilanova i la Geltrú
Fiestas en la ciudad de Vilanova i la Geltrú | Shutterstock

Volviendo a la ficción, fue debido a una pareja que Vilanova existe y a ellos hay que darles las gracias por regalarnos una ciudad como ésta, siempre en plena ebullición cultural, agraciada y a orillas del hermoso Mediterráneo. No muy lejos de Vilanova i la Geltrú, una leyenda más siniestra tuvo lugar en las inmediaciones de la capital catalana, una leyenda de hartazgo y muerte