San Acisclo y Santa Victoria, la masacre de los patrones de Córdoba

Incluso algunos cordobeses desconocen este dato, pero aunque la fama ha recaído al completo en San Rafael, este santo es el custodio de Córdoba, los patrones son San Acisclo y Santa Victoria. Dos hermanos que se convirtieron en mártires tras una larga persecución en la época de Diocleciano, famoso por su fijación con los cristianos. Su final fue muy trágico y sangriento, pero Andalucía aún los recuerda y no solo con una leyenda. Una historia con torturas dignas de una película de terror.

¿Quiénes son Acisclo y Victoria?

Como se ha dicho, son los patrones de Córdoba y no el custodio. La festividad del 24 de octubre en honor a San Rafael acapara toda la atención que le falta al 17 de noviembre, efeméride de la muerte del año 313 de San Acisclo y Santa Victoria. Pero pese a ello, los hermanos no han pasado sin pena ni gloria por la provincia, todo lo contrario.

San Acisclo mártir

Según las escrituras de San Eulogio que fue un arzobispo, historiador y mártir cordobés en el siglo IX, estos hermanos pasaron por una gymkana de torturas, que obtuvo un premio envenenado al final del recorrido. Pudo ser una medalla y un ramo de flores, pero no, fue el acabar con su vida.

Las persecuciones a los que profesaban la religión católica eran cada vez más populares en el territorio. Incluso se denominó a la época como “la era de los mártires”. No fue algo aislado, el mismo emperador romano, Diocleciano, fue quien motivó tanto martirio. A Córdoba llegó de la mano del prefecto, Dión.

Santa Victoria mártir

Cuando llegó a sus oídos que los hermanos estaban dentro de este grupo los mandó llamar. Él, que estaba en todo y no se le escapaba ni una. Por su parte, los jóvenes que se mantuvieron en sus trece y le dijeron el dicho popular: “no hay tu tía”, se negaron a dejar a un lado su religión. Rechazaron también celebrar ritos de sacrificios paganos como los romanos acostumbraban a hacer. Por ello se les ordenó apresar y fueron torturados. Comienza así el trágico camino hacia el final de Acisclo y Victoria. Puro drama en Andalucía.

La tragedia del fin

El prefecto pensó todo tipo de muertes para los hermanos, que finalmente probaron todas en sus carnes. La primera fue introduciendo a los hermanos en un horno. Pero rezaron para subir limpios de pecados al cielo y lo único que consiguió así Dión fue todo lo contrario a su propósito, que se le quedara crudo el asado. Bueno, eso y enfadarse más.

El legado romano está muy presente en Córdoba

Con los humos cada vez más encendidos, y no por los que salían del horno, el prefecto llevó a cabo el siguiente intento de muerte de su lista. Ató piedras a los cuerpos de los jóvenes y los tiró al río para que la gravedad hiciera su trabajo. El estilo de la mafia siciliana acabaría con su vida. O eso creía él. No hace falta ser guionista para saber que este tampoco fue el fin de los hermanos. Cuenta la leyenda que unos ángeles aparecieron y llevaron a los hermanos a flote sanos y salvos y se evitó así que murieran ahogados. Aún quedaba el 3º acto.

Parece que el que cada vez estaba más hundido era Dión, pero no en el agua, sino de ánimo. Dentro de su peculiar 100 maneras de morir, eligió el fuego como próximo método. Su siguiente plan fue el de quemar a los hermanos, pero de nuevo todo fue mal. Hubo muertes sí, pero le salió el tiro por la culata. Bueno, salió el fuego por petenera. Las llamaradas se descontrolaron y se extendieron alcanzando a muchos de los allí presentes, convirtiéndolos en cenizas. Por supuesto y como ya muchos habrán adivinado, los protagonistas salieron sanos y salvos sin un rasguño.

Fracaso tras fracaso, Dión decidió tirar más de cabeza y optó por cortarle la suya a Acisclo. Fue a orillas del río, colocó al joven en posición y lo decapitó. Ahora sí, el prefecto logró su cometido. La historia cuenta que en este lugar tiempo después se han presenciado milagros que se relacionan con la muerte de los mártires. Otra curiosidad es que, por esta forma de morir, se representa al santo con una fina línea roja en el cuello llena de sangre.

Los santos mártires de Córdoba

El destino final de Victoria no fue diferente, aunque ejecutado con otra técnica. Trasladaron a la joven hasta el anfiteatro, aunque no como espectadora. Como si de una diana se tratase, le arrojaron flechas hasta que finalmente no pudo esquivar más a la muerte y obtuvo el descanso eterno.

El homenaje de Córdoba

Tras el final tan trágico y el sufrimiento vivido por los hermanos, les otorgaron el papel de Patronos de Córdoba, además del calificativo de Santos. Mucho se ha narrado de la historia de estos hermanos que esquivaron a la muerte con la gracia de Dios. Pero cuando finalmente se encontraron con la parca cara a cara en un callejón sin salida poco pudieron hacer más que ascender a los cielos. No está mal. Pero, ¿hasta qué punto la leyenda ha traspasado los escritos?

Tras un trabajo de cimentación y obras en la Parroquia de San Pedro de Córdoba, en el 1575 se encontraron las reliquias de los hermanos mártires. Previamente, las reliquias se habían donado en 1263 al monasterio de San Salvador de Breda en Girona por el vizconde Guerau IV de Cabrera.

Ermita de los Santos Mártires en Córdoba

En la actualidad los restos se encuentran en la basílica de San Pedro en la que se encontraron. Se pueden ver en una urna con acabados dorados en el frente del altar. Junto a ellas descansan las de más de 20 colegas mártires que también perdieron su vida en estas persecuciones y obtuvieron el mismo final.

Córdoba aún recuerda a las víctimas y tiene en honor a ellos diferentes edificaciones repartidas por la ciudad. La calle Ronda de los Mártires posee, muy próximo al Guadalquivir donde perdió la vida Acisclo, una construcción religiosa que lleva por nombre ermita de los Santos Mártires. Se levanta sobre el antiguo convento homónimo, desaparecido con la desamortización en el 1835. Tal es la importancia de este lugar que fue declarada el 22 de abril de 1949 como Patrimonio Histórico Español.

Muerte y martirio en Córdoba. Una leyenda esta con muchas partes de verdad, sobre todo la del sufrimiento por el que pasaron estos hermanos y sus compañeros. Es de las más trágicas de la provincia, pero actualmente compone gran parte de su historia. Tanto es así que son no solo denominados santos. Córdoba ha sabido recomponerse y cuenta con patrones que no renunciaron a sus creencias y lucharon hasta el final. Lucharon contra monstruos que acababan con la vida de aquellos que se interponían en su camino. Exactamente igual que los habitantes de Jaén con el aterrador Lagarto de la Malena. Su historia completa, próximamente.