Rafael Luna, un refugio para escribir sobre prostitución

¡Por qué ellas llevan erguida la frente que nosotras tenemos que ocultar entre el fango! ¿Es Dios, es el mundo, quien nos marcó tan distintos destinos? ¿O es que el hombre, duro y egoísta, les impone a ellas su virtud, como a nosotras nuestra impureza?”. Este es uno de los fragmentos de María Magdalena: estudio social, la obra quizás más subversiva de una autora que se amparaba bajo el seudónimo de Rafael Luna. Hasta donde se conoce, este es el primer libro en España en el que una mujer se atrevió a hablar de la prostitución.

Firmado: Rafael Luna

Pero antes de María Magdalena, la última novela que dejaría la escritora antes de morir, Rafael Luna publicó muchas otras obras y pasó, como venía siendo habitual entre las autoras decimonónicas, por muchos géneros. Así, transitó por la poesía, el ensayo, el teatro, la novela y los artículos periodísticos. De hecho, la mayor parte de sus novelas las publicó por entregas en el diario El Tiempo bajo su apodo masculino.  Es lo que pasó con Ocaso y Aurora, reeditada ahora por Seix Barral, o con Novelas que parecen dramas.

La obra de Rafael Luna, de la mujer que se escondía tras aquel, mostraba y muestra la cultura y los ideales de una autora de la que se sabe muy poco. María de los Ángeles Rodríguez, una de las pocas historiadoras que ha indagado en el pasado de esta autora, explica en uno de sus artículos que “en sus textos se manifiesta su espíritu crítico así como sus ideas progresistas tanto en lo que se refiere a la política, a lo social y a la situación de la mujer en la segunda mitad del pasado siglo”.

Pero, sin duda, el trabajo más sobresaliente de Luna es la novela de María Magdalena, obra que versaba sobre la vida de una prostituta en un tono indudablemente crítico. La autora censuraba la postura social ante el tema y señalaba que la condición de estas mujeres venía derivada de la necesidad que a su vez tenía de ellas la sociedad, y criticaba, además, a los hombres que solicitaban sus servicios. Sin embargo, en esta época Luna no era la única que criticaba el asunto, ya que se trataba de un tema a debate. “La peculiaridad del autor radica, en realidad, en ser autora”, apunta Rodríguez. Por desgracia, la reacción que suscitó María Magdalena fue la del más absoluto silencio.

“La elección por una pluma femenina de una materia tan cruda convirtió, sin duda, a la novela en una cuestión controvertida y discutible en el momento de su publicación, alrededor de la cual se hizo el silencio”, apunta también la historiadora. Y añade: “Al ignorarla y hablar de ella, María Magdalena, se convierte en un tabú no mencionable, como ocurría con la propia prostitución o las enfermedades venéreas, temas todos ellos sobre los que no se hablaba en público, y menos, las mujeres”.

Rafael Luna
Ilustración de la autora que firmaba como Rafael Luna. | Paula Garvi

El seudónimo

La autora que se oculta tras Rafael Luna no fue, ni mucho menos, una mujer cobarde o tímida. Incluso, como se verá más adelante, llegó a enfrentarse a sus contemporáneos masculinos. Pero aún así la escritora firmó con un nombre contrario a su género. Lo más probable es que fuera, y ello es tan solo una conjetura, por el mismo motivo que siempre se ha repetido en los capítulos de esta serie: sabía que para llegar al gran público más le valía firmar como un hombre, ya que lo de que una mujer escribiera no estaba muy bien visto. Y menos aún si escribía en el tono reivindicativo que ella lo hacía.

Por ello, la escritora decidió jugar con su nombre y el de su padre para formar un alias. Utilizó su segundo nombre conjugado con el segundo apellido de su progenitor, Juan Cherner Luna. Al menos eso es lo que aseguraba el historiador Villar y Macías. Así nacía Rafael Luna, seudónimo que Cherner adoptó desde sus primeros escritos. Del libro de María Magdalena, firmado bajo este mismo seudónimo, la historiadora María de los Ángeles Rodríguez apuntaba que “el género masculino se utiliza en la justificación del tema y en la narración de los pasajes que nos ponen en antecedentes de la historia de Magdalena”, mientras que “el relato se convertía en femenino cuando sea la prostituta la que hable”.

La autora en la sombra: Matilde Cherner

Matilde Rafaela Cristina Cherner es la persona oculta tras Rafael de Luna. De su vida se sabe más bien poco. Todos los lugares consultados coinciden, sin embargo, en algunos puntos. De madre salmantina y padre gaditano, Cherner nació en Salamanca y pasó allí su infancia y su adolescencia. Parece que fue una mujer con amplios conocimientos de la historia griega y la mitología clásica, de los que hace múltiples alusiones en su obra. También se sabe que dominaba el latín y francés o que se mudó a Madrid una vez sus padres fallecieron. Allí desarrolló la mayor parte de su carrera literaria. Asimismo, Cherner, a la que también se la consideraba periodista, publicó en numerosas revistas. En algunas firmaba con su seudónimo, mientras que en otras lo hacía con su nombre.

De su vida ha trascendido un incidente que causó mucha polémica en la época. Cherner, de la que sí se conocía su nombre real en los círculos literarios, acusó de plagio al autor Agustín Fernando de la Serna, hijo del Barón del Sacro Lirio. ¿El motivo? El escritor estrenó una obra en el Teatro Español muy parecida a la que ella había presentado a la misma institución y que le fue rechazada. Enseguida Fernando de la Serna se revolvió contra ella con toda su artillería y amenazó con llevarla a los tribunales.

Esto le valió a Cherner numerosas críticas, muchas directamente relacionadas con su condición de mujer. Sin ir más lejos, el intelectual Leopoldo Alas Clarín arremetió contra ella en su artículo Las literatas, y la calificó como escritora de menor cuantía. Un artículo que, por cierto, contiene perlas como “la mayor parte de las literatas son feas”. Después de todo, Cherner terminó por retirar su acusación.

La autora murió finalmente en Madrid en el año 1880 a la edad de 47 años. La licenciada en Teoría de la literatura y Literatura Comparada Laura Rivas Arranz señala en su artículo Matilde Cherner, salmantina en el olvido. Biografía de una escritora que, al principio, la muerte de la autora disparó rumores de suicidio. “Se lanzan las primeras hipótesis: Matilde Cherner ha acabado con su vida incapaz de asimilar el desdén y la incomprensión hacia su novela más querida, María Magdalena”, señala. No obstante, la historiadora María de los Ángeles encontró en 1998 su certificado de defunción. La causa de su muerte fue un aneurisma de aorta ventral.

Una escritora olvidada en vida

No fue el tiempo el que relegó al olvido a Matilde Cherner, pues ya en vida estaba olvidada. La sociedad no estaba preparada entonces para una mujer escritora, soltera y que no dudaba en callar ante sus ideas ni protestar ante lo que creía que era injusto. Rodríguez apunta en su artículo Matilde Cherner y La Ilustración de la Mujer que “su obra, sustentada fundamentalmente en una postura ideológica, en unas ideas progresistas y en una mirada distinta, presenta varios puntos de interés y nos muestra a una autora que no se corresponde con los prototipos imperantes y que rompe algunos de los esquemas propuestos para las mujeres en la sociedad burguesa del siglo XIX”.