Durante el siglo VII d.C., el pueblo malagueño de Pujerra, vio como entre sus campos de cultivo había un rey, que no sabía que era rey. O eso cuentan por allí. Un monarca en potencia al que no se le cayeron los anillos, bueno en este caso la corona. Wamba cultivó y labró sus tierras y cuidó a su ganado hasta el último día en el que el destino le llevó a cambiar el arado por un trono. ¿Cómo pone la vida esta oferta sobre la mesa?
El rey Wamba, el monarca que pasaba por ahí
