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María Soliña, la bruja que murió por la avaricia de sus vecinos

maria soliña

Justo en frente de Vigo, al otro lado de la ría del mismo nombre, se encuentra el pueblo de Cangas de Morrazo, históricamente ligado a la pesca. Si un viajero se diera una vuelta por sus calles no podría evitar fijarse en monumentos como la iglesia de San Cibrán de Aldán, la excolegiata de Santiago de Cangas, la iglesia de Coiro… Quizás, en su deambular, el nombre de María Soliña pasara entonces desapercibido.

Pero si uno agudiza la vista, encontrará este apelativo al menos en tres ocasiones: en una calle, en un colegio y en una estatua. Esta última consiste en una escultura de una mujer con un pañuelo en la cabeza y las manos en el corazón, con una inscripción a sus pies: “María Soliña”. Nombre que ha pasado a la historia como la meiga que nunca fue meiga, pese a que algunos así lo aseguraron. Esta es la historia de una mujer que fue torturada hasta morir, contada desde sus tres puntos de vista.

La verdad según la acusación

Me llamo Eloi Gutiérrez. Soy vecino de Cangas desde el día de mi nacimiento, donde he crecido y vivido durante toda mi vida. Todo le iba a bien a esta villa hasta el día en el que ocurrió el desastre, un desastre que estoy seguro nunca se borrará de nuestras mentes. El lunes 4 de diciembre de 1617, atracaron en las costas de Cangas de Morrazo un contingente de piratas, bárbaros venidos del Imperio Turco y el norte de África. Arrasaron todo lo que pudieron, violaron a nuestras mujeres y mataron a todo aquel que se les puso por delante.

 

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