¿De cuántas maneras imaginaría su muerte Urraca, la Señora de Zamora, durante el asedio al que fue sometida? ¿Lo imaginó, acaso, o se mantuvo siempre confiada de la legitimidad que guió sus pasos? Tal vez, siguiendo los estudios centrados en su carácter, no tuvo siquiera la voluntad de pensar en semejante destino, a pesar de los difíciles siete meses que permaneció resistiendo en el castillo de Zamora. La ciudad estaba bajo el asedio de un Sancho II de Castilla que trataba, en vano, de rendir uno de los escasos reductos que le quedaban por conquistar. Zamora no se conquista en una hora y no se conquistó jamás. La muerte, a Doña Urraca, le llegó muchos años más tarde.
La Señora de Zamora y el cerco a su castillo
