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Luna Miguel y el hogar: una relación poliamorosa

Luna Miguel

¿Qué es el hogar? ¿Puede haber más de uno? Para cada entrevistado y entrevistada de esta sección es un concepto diferente, pero siempre hay algo que se repite como un mantra: la infancia. La infancia que uno recuerda es esa que está irremediablemente asociada con una imagen del hogar, ese lugar en el que uno tiene sus primeros recuerdos, ese sitio que suele ir de la mano de una familia. Un sitio al que volver y en el que siempre hay alguien que espera, aunque tan solo sea su recuerdo. Pero un hogar es también ese lugar que te hace sentirte bien, que te brinda la oportunidad de seguir manteniendo tus tradiciones. Sobre todo esto y más hablamos con Luna Miguel, poeta, periodista, editora y escritora.

Hogar, una palabra polisémica que va mutando

Luna Miguel responde las preguntas desde el salón de su casa de Barcelona, donde reside desde hace ya más de 10 años. La entrevista es por videollamada, pero, a pesar de estar en casa, tiene los labios pintados de rojo, siempre rojo, y sus risas afloran con asiduidad a lo largo de toda la conversación. Ella nació en Madrid, en Alcalá de Henares, junto al río. Pero a los cinco años sus padres se mudaron a Almería, donde residió hasta los 17 años, cuando se mudó de nuevo a Madrid para estudiar la carrera de periodismo.

Alcalá de Henares
Vista aérea de la plaza de Cervantes en Alcalá de Henares. | Shutterstock

Así, la palabra hogar para Luna Miguel se convierte en polisemia: “Para mí Almería es hogar porque ha sido lugar de crianza. Para mí Madrid es hogar porque es donde viven mi pareja, mis mejores amigos y mi familia. Y para mí Barcelona es hogar porque es el sitio en el que de repente he empezado a trazar mi camino yo sola”. Incluso en una misma ciudad, la escritora ha encontrado diferentes matices de lo que esta palabra significa. “Creo que el concepto de hogar me ha cambiado muchísimo a los 30 años, cuando me veo teniendo por primera vez una casa propia para mí sola”.

Así, un concepto que ella había asociado a una compañía determinada porque siempre había convivido con alguien, se difumina tras un divorcio para dar paso a un espacio que le permite crecer en soledad. Bueno, en soledad, pero junto a su hijo, sus gatas y “todas las amigas que quieran venir”, apunta. “No sabría cómo definir el concepto de hogar, porque como que va mutando, va cambiando”.

Un sitio en el que escribir

En esta línea que dibujan los trayectos entre estas tres ciudades transcurre la vida de la autora de libros como Leer mata, su última obra publicada. Porque Luna viaja muy a menudo entre ellas. A Madrid por muchas razones: el trabajo, sus amigos, su familia y su pareja. A Barcelona porque es donde está su hijo y donde reside. A Almería para recordar y también para escribir. Porque para Luna hogar es también ese sitio donde puede escribir y en cada una de estas urbes ha encontrado un espacio que le permite hacerlo. Durante unos años “solo podía escribir si viajaba a Almería, si estaba en el escritorio en el que yo había estudiado selectividad”, afirma.

El Raval
Barrio de El Raval en Barcelona. | Shutterstock

Así, llegamos a algunos de los rincones más especiales para ella, rincones que le permitían desarrollar ese oficio al que hoy se dedica. Por ejemplo, las cuatro calles de los bares en Almería. “A mí me gusta mucho leer y escribir en los bares, ese ruido de fondo, esa sensación de que hay vida y de que si yo consigo concentrarme con tanto ruido, puedo”, indica la editora.

En Madrid, mientras sus compañeros de facultad se iban a estudiar a la biblioteca, ella se iba a las cafeterías de Malasaña y Lavapiés. Y en Barcelona, hace apenas unos meses que encontró ese rincón a la usanza de sus anteriores hogares: el bar Toro, un establecimiento en el barrio de El Raval  que la autora descubrió que atiende un camarero almeriense. “De repente es como que he encontrado eso que tenía de joven en Almería, que ha hecho que parte de lo que era entonces esté aquí”, indica. “Me siento muy en mi hogar cuando estoy en el bar Toro, siendo yo antitaurina”.

“El poliamor de las ciudades”

Nos queda claro que la madrileña de nacimiento tiene nada menos que tres hogares, aunque confiesa que Alcalá de Henares es con el que más le cuesta identificarse. De hecho, con la intención de reconciliarse con el municipio, la autora escribió El funeral de Lolita, su primera novela: “Hice un poco al revés: puse a una protagonista cuya familia era de Almería, mientras que ella era de Alcalá y estudiaba en Alcalá. Es decir, los años que yo jamás viví allí, puse a una prota más o menos de mi edad estudiando en Alcalá e intenté, a través de la ficción, reconciliarme con el lugar. Pero, por algún motivo, no lo consigo, no consigo sentir apego”.

Luna Miguel
Luna Miguel. | Shutterstock

“A lo mejor tres sitios, tres hogares por los que sentir apego, son muchos”, le comento. “El poliamor de las ciudades”, responde Luna riendo. Y así, sin pretenderlo, surge en la conversación el que podría ser perfectamente el nombre de un futuro libro. Por contra, para la autora Almería “es como el hogar más evidente, porque es el más lejano, el más desmantelado…” y al que menos puede regresar a voluntad.

Un paseo por la Almería de Luna Miguel

Como viene siendo habitual en la sección de El Hogar de, nos vamos de viaje al hogar del entrevistado. En este caso, la provincia de Almería es el escenario. Luna Miguel, que siempre piensa en bares y que se ha criado en ellos, señala que el primer lugar al que llevaría a una persona que nunca hubiera estado allí sería a la bodega de Aranda, “una bodega en la que mi madre desayunaba todos los días y que lleva una amiga suya, Isabel Aranda”, que además es la que le da siempre las llaves de su casa almeriense.

En segundo lugar, después de tomar algo con Isa, la escritora llevaría  a su huésped “a ver el mar porque es como obligatorio”. “Y lo tercero alquilar un coche e ir a Cabo de Gata”, asegura la autora. Una vez en el parque natural, a apenas media hora por carretera de la ciudad almeriense, Luna Miguel habla de visitar cuatro lugares imprescindibles, aunque no tengan que verse precisamente en este orden. Primero, las salinas, paisaje en el que se han  contabilizado más de 100 especies de aves y cuya observación es quizás la atracción más característica. Después, la escritora se refiere a los últimos pueblos del Poniente, uno de los cuales recibe el nombre de La Fabriquilla.

Iglesia de Salinas
Iglesia de las Salinas en Cabo de Gata. | Shutterstock

Muy próximo a esta localidad, está el tercer destino que la escritora señala: el arrecife de las Sirenas, la parte más oriental del sur de España. Por último, Luna se refiere a la Iglesia de las Salinas, mientras la señala en una foto: “Allí lanzamos las cenizas de mi madre y ese lugar para mí es sagrado”.

Un lugar donde siempre hay alguien esperando

Pero un hogar es más que sus lugares. Para Luna, Almería es una ciudad que sabe a americano, “pero no al café, sino a una bebida que hacen allí que es licor de cola y leche”. Es un lugar que huele “a humedad que te cagas”. Es, además, un sitio en el que escuchar… “¿Qué música se escucha en ese hogar?”, le pregunto. “David Bisbal”, dice entre carcajadas. Amenazo con ponerlo de titular y entonces pide clemencia y revela la auténtica música que le recuerda a Almería: “Me recuerda mucho el jazz”. Concretamente a discos de vinilo, una música “que se puede tocar”.

Pero, además de todo esto, el hogar tiene que ser un sitio en el que hay alguien esperando, “ya sea la camarera con las llaves en Almería, el novio desnudo directamente en la cama en Madrid o el hijo esperando que le traigan un huevo kínder”. “Y eso es lo que tiene el hogar también, ¿no?”, añade la autora, “aunque yo tenga mis espacios sola dentro de cada sitio, siempre hay alguien o el recuerdo de alguien que ya no está, como en Almería”.

– Tu hogar en tres palabras.

– Viento todo el rato, estar siempre despeinada. Soledad, porque al ser un sitio desértico ese sentimiento de soledad es amplio. Y madre, porque al fin y al cabo es donde me crié y su recuerdo sigue allí.

Foto de portada: Luna Miguel. | Fuente: Laura Rosal