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Las trobairitz: trasgresión y erotismo en la Edad Media

trobairitz

En la Edad Media no existían las redes sociales ni tampoco Netflix. No había películas y los libros eran un bien escaso que sabía leer poca gente. Las historias tenían que sobrevivir de otra forma: a través de la palabra, a través de la transmisión oral. Los trovadores y juglares eran los que se encargaban de custodiar y transmitir aquellas narraciones, que más tarde fueron recogidas en romanceros. Sin embargo, aquellos mismos artistas se dejaron por el camino a sus propias compañeras: las trobairitz.

Como siempre que pasa cuando las mujeres se inmiscuyen en mundos que les están vetados, aquellas pocas que se atrevieron a componer, cantar e interpretar se diluyeron bajo el peso de los siglos. Las trobairitz, una palabra que incluso nos es extraño escuchar y pronunciar, también existieron. De hecho, fueron las primeras compositoras conocidas de música secular occidental.

Trobairitz, una palabra de escaso uso

Trobairitz deriva del latín “trovare”, que significa “hallar”, “encontrar”. Pero, ¿qué pueden estar buscando unas artistas? María-Milagros Rivera responde a la pregunta en su artículo Las trobairitz: maestras del amor y la política en lengua materna: “Se refiere al talento de hallar o encontrar las palabras, las palabras justas, en lengua materna, para decir precisamente el Amor [con mayúsculas] y decirlo de la manera considerada más perfecta y más bella posible”.

La Condesa de Día
Grabado de la Condesa de Día. | Wikimedia

Así, las trobairitz desempeñaban su función en las cortes de Occitania. Lo hicieron entre los siglos XII y XIII, sin atribuirse sus propios textos y con el beneplácito de muchos de sus homólogos masculinos. Sin embargo, esta palabra no existía porque no se las consideraba profesionales.