Los quesos ocupan un lugar privilegiado en la gastronomía cántabra. En sus verdes valles conviven ganado vacuno, ovino y caprino. Gracias a la riqueza de su cabaña lechera existen multitud de variedades de quesos entre ellos azules, ahumados, tiernos, curados, etc. Reflejo de su diversidad existen tres denominaciones de origen protegidas, entre la que encontramos los Quesucos de Liébana.
Los quesucos de Liébana se elaboran con leche de vaca Tudanca, Pardo-alpina y Frisona, según la época del año vaca sola o mezcla con leche de oveja y cabra. Añadido el cuajo, corte de la cuajada y depositado en moldes se deja desuerar, posteriormente se realiza el salado y se deja madurar mínimo 60 días para los de leche cruda e inferior si se ha pasterizado.
El resultado es una amplia variedad de quesuscos, en la que resulta difícil su clasificación. Pero estos quesos grasos tienen características comunes como es su pequeño tamaño, poseer una corteza fina y pasta de color blanco a amarillo pajizo de sabor suave. Muchos se someten al ahumado adquiriendo color, sabor y aroma típicos del proceso destacando el queso ahumado de Áliva.