Entre las joyas gastronómicas españolas destaca el jamón curado. Su singularidad y calidad se aprecia también más allá de nuestras fronteras. La fama del cerdo ibérico ha relegado a un segundo plano al cerdo blanco. Podemos encontrar jamón curado de buena calidad como es el caso de la indicación geográfica protegida Jamón de Trevélez. Procede de cerdos cruzados de las razas Landrace, Large-White y Duroc-Jersey, cuya calidad premió la Reina Isabel II en 1862.
Los perniles pasan exhaustivos controles de selección y calidad. Se escogen cuáles van a ser sometidos a tan largo proceso de elaboración. La salazón junto al curado son etapas claves en el resultado del producto. Todo ello aportará las singulares características sensoriales.
La etapa de maduración o secado dependerá del tamaño de cada pieza. Sin embargo, nunca será inferior a los 14 meses. Los jamones de Trevélez conservan la corteza y la pata. Su aspecto al corte es rojo brillante con grasa parcialmente infiltrada que aporta jugosidad cuando lo consumimos.