La historia del metal y forja en Aragón guarda bastante similitud con la del resto de España.
Existen vestigios de buenos trabajos en hierro en tierras aragonesas desde época prerromana en los alrededores del Moncayo y Albarracín. Como oficio artesano, la forja tradicional es introducida en Aragón desde Cataluña, durante la Baja Edad Media. Su actividad conoce un extenso periodo de gloria que empieza a decaer a finales del siglo XIX.
La producción se basaba en la fabricación de útiles de labranzas, herrajes de caballería o rejería artística (como las rejas de las catedrales de Jaca y Teruel). También hay elementos de ornato y protección para edificios religiosos y civiles.
Esta tradición del metal y forja en Aragón persiste en algunas zonas de la comunidad autónoma, especialmente en el rural. Allí, las nuevas construcciones intentan imitar el estilo de las antiguas viviendas.
Gracias a la labor de los artesanos del metal y forja en Aragón, estos materiales se usan como calderos o cucharones. Destaca, además, el uso de la forja para la elaboración de verjas, lámparas, percheros, barandados o puertas.